¿Ha gobernado la izquierda en Guatemala? Claro que sí (4ta parte)
Por Julio Abdel Aziz Valdez
En medio de la algarabía cívica, el 8 de diciembre de 1985 es electo Marco Vinicio Cerezo Arévalo con el partido Democracia Cristiana Guatemalteca como presidente de la República en la segunda vuelta electoral, algo no antes visto porque por primera vez se debía elegir con mayoría absoluta, por primera vez un candidato ganador llegaba a más de un millón de votantes y el apoyo del 68.37% de los votantes, algo que se podría considerar aplastante.
Las razones de esta victoria aplastante son muchas, por ejemplo, el rechazo por completo al enfrentamiento armado. Además los candidatos militares ya no representaban el anhelo de estabilidad y seguridad. Igualmente, la derecha fue desdeñada, pero por otro lado estuvieron la infinidad de ofrecimientos, que hoy se calificarían de populistas, realizados por el candidato ganador.
La DCG se alejaba de los gobiernos militares que gobernaron durante casi toda la década de los setenta, y se acercaban a la posición empresarial, en tanto aceptaban el reto de la estabilidad económica. Es importante destacar que esta cúpula se había servido de la estabilidad dada por las victorias militares, pero igualmente estaban resentidos por el aislamiento internacional que provocó la poderosa campaña de desprestigio por violaciones a los derechos humanos. La DCG, servía muy bien a la estrategia en este momento.
Al igual que los eventos de 1944, el entusiasmo de sectores de la izquierda se vieron desbordados, la insurgencia contaba con una musculosa estructura de incidencia civil, comenzaron a promover invasiones de tierras y huelgas, cooptaron de nuevo sindicatos y organizaciones civiles, esto provocó entre otras cosas dos intentos de golpe de Estado de militares descontentos contra la autoridad militar a la que acusaban de estar a favor de quien consideraban funcional a la guerrilla: el presidente. Estos dos eventos serían suficientes para confirmar el temor de que este gobierno transitaba en vía express para que la guerrilla tomara el poder.
Al final el balance de este gobierno nos lleva a tres aspectos: 1. Aumento del asistencialismo por parte del Estado, 2. comienza el clientelismo político, o sea, prontamente con el aumento de tamaño el Estado y con ello las contrataciones a término de miles de burócratas 3. Con la corrupción descarada, la ciudadanía comienza a decepcionarse de la política partidaria de la nueva era democrática.
En resumen, podemos afirmar que este si fue un periodo de gobierno de izquierda no sólo por las acusaciones que sufrieron, sino porque permitieron que la guerrilla, aun estando armada y en la clandestinidad, se involucrara en la sociedad civil por medio de decenas de ONG´s que hábilmente habían logrado hacerse no con miles, sino millones de dólares en subvenciones del extranjero. La DCG permitió el retorno de cientos de exiliados, militantes y activistas de varios partidos socialdemócratas, a lo mejor esto fue como respuesta a la embestida de la derecha en esos intentos de golpe de 1988 y 1989, lo cierto es que dichas ONG´s se convertirían en una magnífica forma de hacer presión política, ya habían aceptado que la victoria a través de las armas era imposible, por lo que la estrategia era carcomer la credibilidad del Estado y sus instituciones para que en un futuro, (que se produjo hasta 1995) pudieran optar por la vía legal al poder.
Algunas de estas organizaciones fueron el Consejo de comunidades étnicas Runujel Junam, Grupo de Apoyo Mutuo, las Comisiones Permanentes de Refugiados en México o CCPP, organización de mujeres refugiadas Mama Maquín, Coordinadora Nacional de Viudas de Guatemala CONAVIGUA, Asociación para el Avance de las ciencias sociales en Guatemala AVANCSO y Servicios Jurídicos y sociales, SERJUS. Todas surgen a la vida en este periodo de gobierno, aparte las que ya existían y que tuvieron enorme impulso oficial como es el caso de IDESAC, todas ellas conformaban la punta de lanza de la nueva estrategia de conquistar el poder desde la acción social.
Haremos un salto hasta 1993, en el contexto de la crisis producida por el autogolpe del presidente Jorge Serrano Elías, se pone a prueba la capacidad de convocatoria de la estructura de las ONG´s de derechos humanos, hay que recordar que tan solo un par de años antes, en 1991, habían logrado desarrollar con relativo éxito el encuentro Continental de 500 años de resistencia: indígena y popular en la ciudad de Quetzaltenango con cientos de delegados de varias partes del mundo, y la efervescencia post caída del muro de Berlín era aprovechada por socialdemócratas que alimentaban proyectos feministas y etnicistas. Era el nacimiento del globalismo.