Caso Zamora, el periodismo militante y la perspectiva centroamericana
Julio Abdel Aziz Valdez
En torno al caso José Rubén Zamora se han cerrado filas gremiales y se han roto paradigmas procesales. Gran parte del periodismo local están convencidos de que su procesamiento legal tiene que ver con cuestiones políticas, y por lo tanto descalifican, casi de entrada, los ilícitos que cometió con todo y que fueron probados en tribunales. Pero al mismo tiempo han surgido otros puntos de vista, que si le proporcionan credibilidad a dichas acusaciones y, no por ello ha dejado de ser periodismo.
Antes de continuar con este tema se hace necesario aclarar, que las condiciones que actualmente prevalecen en Guatemala distan mucho de la nicaragüense y salvadoreña, que es con quienes nos comparan los periodistas militantes en función de establecer una línea de deterioro de las garantías para la libre emisión del pensamiento y del ejercicio periodístico.
A ver, empecemos por algo que hemos comentado siempre, el periodismo militante no es todo el periodismo que hay Guatemala ni en el mundo, y la libre emisión del pensamiento es una garantía para los ciudadanos no es el amparo legal exclusivo de los periodistas, o mejor dicho, de los dueños de los medios de comunicación. Dicho esto, podemos diferenciarnos muy bien de lo que acontece en Nicaragua ya que la persecución penal se da en función de mantener a un gobierno que es abierta y descaradamente una dictadura, en Guatemala no, hay procesos electorales y garantías de participación de partidos políticos de todas las tendencias ideológicas, incluso aquellas que proponen por la destrucción del mismo Estado, y aun cuando el periodismo militante no le guste admitir también hay otros ejercicios periodísticos.
Hay una frase que me gusta recordar un término “ninguneo” usado por Enrique Krauze cuando se refiere a la intelectualidad de izquierda en México, este termino hace referencia a la practica de desconocer todo aquello que no comparte su punto de vista, o peor aún, lo disminuyen hasta el grado de lo absurdo, en este caso: “o se esta con Zamora o se es parte del pacto de corruptos”.
Debo admitir mi error cuando planteaba hace algún tiempo que ese periodismo militante podría estar ligado al pensamiento de izquierda no más, y la verdad eso es reducido, la militancia del periodismo tiene que ver con el bloque monolítico que presentan en forma de postulados políticos e ideológicos, lo de Zamora para ellos no tiene que ver con los delitos debidamente comprobados sino con el hecho de que tocaron a uno de los suyos, les puedo asegurar que lo individual muchos dirán: es que todos lo sabíamos, es que el no es periodista es un empresario, etc, pero admitirlo públicamente es como pedirle a un político que este de acuerdo con limitar su poder.
Hay que separar al periodismo de las empresas periodísticas, al igual que hay que separar al periodismo de los periodistas y yo sé que muchos dirán, que es uno solo no hay periodismo en el aíre, por eso que hay que ubicar a quienes reclaman para si la defensa del periodismo defendiendo a alguien que ha cometido delitos, y ojo, Zamora no es el único, constantemente se pueden ubicar a personas que ejercen labor periodística e igual cometen ilícitos, pero el problema sigue siendo que para las empresas periodísticas el periodista esta por encima de la ley, cada vez que se le aplica la ley es por su labor, esa lógica no es más que un desatino completo.
Las empresas periodísticas y los periodistas que para si se arrojan su dominio son un poder, que a diferencia de los del Estado, se han erigido como incuestionables, una soberbia inusitada para que los que asumen tener siempre la razón, y no vamos a generalizar en esto, no podemos caer en la misma lógica, serán todos aquellos que ahora se muestran tal y como son, coparticipes de la ingobernabilidad, y en este punto nos diferenciamos de lo que sucede en El Salvador donde el mandatario abiertamente ha señalado a estas empresas, que con todo y que tenga razón no deja de ser prepotente, esto no sucede en Guatemala, es más, pareciera que el activismo periodístico lo anhela para venderse más.