Cómo el progresismo nos divide – IV. Anticapitalista
Por Salomé
A estas alturas todos los guatemaltecos deberíamos estar claros en que el progresismo, es decir la social democracia, tiene el mismo plan económico del socialismo clásico. Para ir al grano, daré ejemplos.
El progresismo apuesta por la economía cooperativista. Bernardo Arévalo fue muy claro en la conferencia de presentación del Año Internacional de Cooperativas 2025 al mencionar que en las cooperativas está «la economía del futuro», que es necesario un «cambio de mentalidad de la gente respecto a cómo los actores económicos interactúan» y que «juntos podemos avanzar hacia un movimiento cooperativista más transparente y con mejor respaldo estatal». Me voy a detener aquí a comentar la importancia que tiene que haya dicho precisamente «juntos» y «respaldo estatal», claramente lo que está diciendo es que el Estado debe tener participación en las cooperativas o por lo menos dar un «respaldo», eso se traduce como: más burocracia, más puestos politizados, más injerencia del Estado en la economía, etc. Pero sigamos.
El progresismo también promueve una «economía social de mercado», esto suena muy bien cuando se habla de cosas como poner al ser humano como prioridad, o que el Estado es garante de que se respeten los derechos de los trabajadores en las empresas etc.
Sin embargo, lo que hemos visto desde las reformas de Obama y el surgimiento de la Agenda 2030, es cómo esta «economía social» que en teoría debe tener al ser humano como prioridad, ha devenido en políticas globalistas como los criterios ESG (Environment, Social, Gobernance) o ASG en español de «Ambiente» «Social» y «Gobernanza». Esto es parte de un «Pacto mundial» promovido por los globalistas desde la ONU y al principio suena muy bien que las empresas deben estar comprometidas con el ambiente, con la sociedad y la gobernanza. Sin embargo, es una herramienta más que tienen las organizaciones globalistas-progresistas supranacionales que buscan intervenir no solo en las políticas de los países sino también en el tejido empresarial y productivo, para imponer criterios que no necesariamente van acordes a las necesidades del país ni van acordes a sus valores culturales.
Es decir, por Ambiente nos dan a entender que estamos ante una emergencia climática y por ello las empresas deben implementar ciertas medidas, por Gobernanza podemos entender que se debe evitar cualquier indicio de corrupción y se deben promover las buenas prácticas, hasta aquí todo muy bien, sin embargo, al examinar el término «social», vemos que hay un interés por exigir a las empresas que sean más «inclusivas» que tengan «cuotas» para las sexodiversidades, etc. En resumen, que la Economía social de mercado resulta ser un sistema a través del cual el progresismo busca promover sus ideologías culturales en las empresas privadas. Se entiende que el Estado coaccionará a las empresas para que paulatinamente promuevan la ideología progresista. Pero la cosa no termina aquí.
El progresismo en sí mismo es una expresión del llamado socialismo liberal, es decir, una sistema que en teoría acepta la existencia de los mercados, sin embargo considera que los monopolios, o en otras palabras, las empresas muy poderosas, son el origen de todas las desigualdades sociales y de todos los males imaginables, de ahí que todo el movimiento progresista en Guatemala se ha caracterizado por una lucha frontal hacia el empresariado guatemalteco que se encuentra organizado en el CACIF, al que acusan de ser el origen de todas las desigualdades del país. Bernardo Arévalo ha dicho que se necesita una «economía de competencia y no una economía de privilegios», y por eso la aprobación de la Ley de Competencia fue simbólicamente un gran logro para «combatir» a los monopolios que supuestamente tienen oprimido al país. Veremos en unos años si esa ley tuvo algún efecto.
Otro proyecto progresista es el de promover la «economía mixta» y por ello es tan importante la Ley de Alianzas Publico Privadas, donde el Estado pueda invertir en empresas, con el objetivo de alinear los objetivos de esas empresas con los objetivos del Estado.
En resumen, el progresismo busca que el Estado, más allá de regular cuestiones básicas de la administración pública, como la educación, la salud, infraestructura, cada vez intervenga más en la economía, a tal punto que pueda intervenir, regular, planificar, vetar, etc. al tejido empresarial a la vez que reduce libertades con el pretexto de los intereses estatales (políticos) y todos los derechos imaginables de los oprimidos. Cualquiera se da cuenta que el objetivo es dotar de más poder al Estado, generar más burocracia, crear más puestos politizados en las sillas de las juntas directivas de empresas.
Podemos ver por ejemplo como se politizó el Colegio de Abogados – CANG – , una organización de profesionales que ahora de facto responde a intereses políticos. El principal argumento de los progresistas es usar el ejemplo de Alemania, que adoptó la economía social de mercado después de la Segunda Guerra Mundial y argumentan que «le fue muy bien», sin embargo hoy por hoy vemos una economía alemana con varios años en recesión, con una crisis permanente, vemos como instituciones supranacionales de la Union Europea (Europarlamento, Comisión Europea, Consejo de Europa, etc.) han sido cooptadas por políticos progresistas que se dedican a poner cada vez más y más normas y límites a las empresas.
Cualquiera que tenga algún amigo o familiar viviendo en Alemania sabe que ese país se quedó muy atrás en el desarrollo tecnológico, superada incluso por China, pues lejos de apostar por sistemas de automatización e inteligencia artificial, prefirieron generar más plazas de trabajo para burócratas, y por ejemplo abrir una cuenta en un Banco Alemán puede tardar semanas, mientras que en países como Guatemala esos procesos ya se han automatizado a tal punto que desde un celular puedes abrir una cuenta en minutos.
Hablar del éxito de Alemania gracias únicamente a su economía social de mercado es algo que yo pondría muy en duda hoy en 2025. En Guatemala algunos siguen aplaudiendo como focas a todo lo que haga referencia a la economía Alemania, pero quizás estemos aplaudiendo a un sistema obsoleto que después de haber tenido todas las oportunidades ahora parece estar condenado al fracaso.
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