“No somos amigos”: las Q22 mil razones que distancian a Arévalo y Herrera
Arévalo lo dejó claro: “No somos amigos”. La relación con la vicepresidente, Karin Herrera, según él, es estrictamente profesional y se basa en las competencias institucionales de cada cargo. La declaración llega en medio de las tensiones surgidas por la polémica en torno al salario de Herrera, quien no cumplió con la promesa de recorte salarial de altos funcionarios.
Redacción
Las diferencias entre el presidente Bernardo Arévalo y la vicepresidente Karin Herrera ya no son solo cuestión de estilo, carácter o visibilidad pública. Ahora tienen un precio: Q22 mil. Esa es la brecha mensual entre el salario del mandatario y el de su vicemandataria, quien —a pesar de haber prometido reducir su ingreso— continúa percibiendo más que el jefe del Ejecutivo. Por primera vez en la historia reciente del país, una vicepresidenta gana más que el presidente.
El viernes 4 de abril, la vicepresidenta también habló del tema. Reconoció que le gustaría estar más involucrada en las decisiones del gobierno, aunque aceptó que existen limitaciones propias del cargo. Es decir, mientras Arévalo apela a una relación institucional y colegial, Herrera deja entrever un deseo de mayor protagonismo y participación.
En su conferencia de prensa del lunes 7 de abril, el presidente aseguró que no estaba al tanto del salario de la vicepresidenta y subrayó que los nombramientos en su administración no responden a afinidades personales. En otras palabras, la distancia entre ambos no sería personal, sino funcional y administrativa. No obstante, la falta de comunicación sobre un tema tan simbólico como el recorte salarial —promesa clave durante la campaña— revela más que simples descoordinaciones.
Arévalo explicó que cada dependencia del Estado opera con autonomía administrativa, y que no revisa las planillas de las instituciones. Pero el tema no es solo técnico: es político. La expectativa de austeridad y coherencia con los compromisos de campaña se ve socavada por la falta de sincronía en un gesto que debía ser conjunto. Mientras Arévalo aplicó el recorte desde el inicio, la vicepresidenta —hasta ahora— no lo ha hecho.
Así, aunque el presidente insista en que no hay un «divorcio político», lo cierto es que la figura del binomio luce fracturada en la percepción pública. Las Q22 mil no solo representan una diferencia salarial, sino una metáfora de la creciente distancia entre dos autoridades que llegaron juntas al poder, pero hoy parecen caminar por carriles paralelos.