Una pequeña historia por el Día de los Santos y el Día de los Difuntos. Que gocen su fiambre
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Querida Lily:
¡Cómo cambia la historia tan de repente! Juana Enriqueta Maldonado Martinez-Sobral, hija del quetzalteco Leopoldo Maldonado de León y la capitalina Francisca Adriana Martínez-Sobral Beteta, nació en Quetzaltenango el sábado 17 de febrero de 1900 y fue bautizada en la Parroquia de San Nicolás el domingo 24 de febrero de aquel año, siendo sus padrinos Juan Pablo Maldonado y Dionisia Maldonado (tíos de su padre).
En 1902, los habitantes sufrían el 18 de abril el devastador terremoto de San Perfecto en el que muchos perdieron sus vidas así como edificios; y a los pocos meses, el 24 de octubre, Día de San Rafael Arcángel, a las 12 del día, el Volcán Santa María desató nueva furia con gran erupción que comenzó a mermar tres días después, 27 de octubre.
Con la erupción, tu mamá, nuestra querida Queta, tenía un año y 250 días de nacida y faltaban 160 días para el nacimiento de quien esperaba el matrimonio Maldonado Martinez-Sobral.
Dicha familia, como los sobrevivientes del lugar, lo había perdido todo, bienes y tierras de cultivo, con el dolor más grande, pensando en sus seres queridos de inmediato buscaron, con la ayuda y bendición de Dios, nuevos horizontes…
Así fue como nuestros queridos abuelos, con ascendientes y cantidad de parientes por parte de la esposa, se trasladaron a la ciudad capital, donde ya nació mi papá Leopoldo Maldonado Martinez-Sobral el 30 de abril de 1903. (Solamente dos hijos tuvo el ejemplar matrimonio: la Queta y Polo).
El Corazón de Jesús -cuyo cuadro pintó mi querida abuela Adriana- los guió y les abrió el camino para salir adelante en la Guatemala de la Asunción.