Pediatras españoles actualizan sus recomendaciones sobre el uso de pantallas en menores
La Asociación Española de Pediatría (AEP) ha actualizado sus recomendaciones sobre el uso de pantallas en niños y adolescentes en base a la nueva evidencia científica que, entre otras medidas, insta a restringir completamente el uso de dispositivos digitales hasta los seis años.
Por dpa/EP
La AEP ha señalado este jueves en un comunicado que, tras examinar sus documentos de sugerencias publicados en los últimos años, ha considerado oportuno actualizar sus recomendaciones, que divulgará próximamente en un artículo en Anales de Pediatría y en la propia web del Plan Digital Familiar.
«En la actualidad ya nadie duda de que los medios digitales afectan a la salud a todos los niveles, y a cualquier edad», ha aseverado la coordinadora del grupo de trabajo de Salud Digital de la AEP, María Salmerón, quien ha recordado la alerta que hizo ya en 2016 la Academia Americana de Pediatría sobre este asunto.
Así, los pediatras han hecho hincapié en que el impacto del uso excesivo de pantallas en la infancia y adolescencia es «multifactorial», pues afecta a diversas áreas entre las que se encuentran el sueño, la alimentación, la actividad física, el riesgo cardiovascular, la fatiga visual y el volumen cerebral. Todo ello repercute en una reducción de la calidad de vida.
La AEP ha hecho referencia a los resultados recogidos por la nueva evidencia científica, que señala que existe una fuerte asociación entre el tiempo que los padres pasan frente a la pantalla y el de sus hijos, sobre todo durante las comidas y en el dormitorio. Además, estos estudios relacionan ese tiempo de pantallas de los progenitores con la frecuencia de rabietas en sus hijos para llamar su atención.
Los últimos estudios confirman también distintos impactos en el neurodesarrollo a diferentes edades. Por ejemplo, el uso de un teléfono para premiar o distraer a niños de uno a cuatro años provoca que los menores exijan los dispositivos para calmarse y se frustren si se les niega, lo que les genera dificultad para desarrollar estrategias de autogestión.
Mientras, en la adolescencia los medios digitales aumentan la activación de la región límbica del cerebro y disminuyen la actividad frontal. Además, la multitarea relacionada con las pantallas se asocia con peores resultados cognitivos, una disminución de la capacidad de filtrar las distracciones y un aumento de la impulsividad y disminución de la memoria de trabajo.
Cero pantallas hasta los seis años
A partir de esto, las nuevas recomendaciones de los pediatras desaconsejan el uso de pantallas antes de los seis años, considerando que no existe un tiempo seguro de uso. Como excepción y bajo supervisión del adulto se puede usar para el contacto social con un objetivo concreto, como que la persona que está al otro lado de la pantalla le cuente un cuento.
Entre los siete y los 12 años, instan a un tiempo de uso menor de una hora, a limitar los dispositivos con acceso a Internet, a pactar límites de tiempo y contenidos con los niños y a priorizar que dediquen su tiempo libre a actividades deportivas o a relaciones presenciales, por ejemplo. Por último, para los adolescentes entre los 13 y 16 años recomiendan que dediquen menos de dos horas a estos dispositivos, que los padres instalen herramientas de control parental en ellos y que retrasen la edad del primer móvil inteligente con conexión a Internet.
«La función de la familia en la protección del impacto de las pantallas en sus hijos es importante. Sin embargo, sería una irresponsabilidad como medida de protección a la infancia que toda la responsabilidad recaiga sobre ellas. Hay dos razones fundamentales: el tiempo que los niños pasan en otros ámbitos como el sistema educativo y que hay familias que, por diversas circunstancias previas o sobrevenidas, carecen de la capacidad de llevar a cabo esta función», ha explicado Salmerón.
Por ello, la AEP ha urgido a las administraciones a que aprueben medidas para luchar contra el uso excesivo de pantallas y han asegurado que «sería pertinente» declararlo un «problema de salud pública» porque, de lo contrario, «los menores de colectivos vulnerables serán los que tengan mayor afectación en la salud y el desarrollo», ha remachado Salmerón.