Voluntad afirmativa
Javier Payeras
Desde hace tres años llevo un taller de escritura y otro de lectura en línea, ambos son un esfuerzo por trazar un camino para cultivar la creatividad y el pensamiento crítico. Es un enorme privilegio acompañar a personas con una singular característica: la sensibilidad.
Cada día me encuentro con algo recurrente, las personas realmente talentosas viven en la actualidad al margen de los escenarios y de las vitrinas de lo que llamamos cultura. Su obra se va construyendo en silencio, su conocimiento no se traslada a las redes sociales -tan ávidas de panfletarios y narcisistas- y tienen serias dudas respecto a los valores dominantes puedan dejar alguna obra literaria o filosófica que valga la pena.
Hemos leído juntos a Gaston Bachelard, a Lao Tzu, a Virginia Woolf, a Octavio Paz, a George Orwell, a Miguel Ángel Asturias junto al Popol Wuj y a Friedrich Nietzsche. Toda esa obra es una columna que puede resistir esta época confusa. Sin embargo, es en Nietzsche donde encontramos algo indispensable y a lo que le dedicamos horas de conversación: la afirmación es voluntad.
En un tiempo donde no se celebra el proceso laborioso de la originalidad individual, sino el remake, el borrón colectivo, la censura y el reciclaje de las ideas… el pensamiento fundamentado y autónomo resulta algo ofensivo e insultante para ese vociferante bloque de zombis que cada mañana se levantan con el pie izquierdo buscando algo que les indigne.
Lo triste es que sentirse indignado no es algo afirmativo, porque nada de lo que se opera desde un teclado se traslada a lo real. Pareciera que entre más se ataca algo en los medios digitales, más se reafirma en la vida real. Para que un cambio pueda producirse es necesario abandonar los extremos, colocarse en el Centro Inalterable (como llama Confucio a lo inamovible del pensamiento) y plantar hoy lo que cosecharemos mañana.
Esa voluntad de afirmar la vida es aceptar la realidad y cambiarla, pero no desde el victimismo. El victimismo es el recurso de depender de otros para canjear un poco de perdón a cambio de extorsionar las malas conciencias. Porque el subdesarrollo no es otra cosa que perdonar las grandes ofensas a cambio de pequeños beneficios… no lo olvidemos.








