USAID: de la lucha contra el comunismo al financiamiento del wokismo en el mundo
Por Julio Abdel Aziz Valdez
Así como lo ven, o al menos esa fue la experiencia de la agencia para la cooperación más grande del mundo en Guatemala. Y es que fue precisamente la AID la responsable de llevar a cabo los planes de Alianza para el Desarrollo, que no era más que la versión del Plan Marshall para Hispanoamérica.
Pero ojo, no era por el desarrollo en sí mismo sino para disputar, en el marco de la Guerra Fría, a los pobres que estaban siendo llamados a las armas por las guerrillas comunistas en todo el continente.
No crean que los norteamericanos se contentaron con mandar alimentos o técnicos con los Cuerpos de Paz. Hubo armas, entrenamiento para policías y militares, asesores en todas las ramas de las fuerzas armadas. Por si desean saber más pueden acudir al magnifico libro Anatomía del Enfrentamiento Armado Interno, del licenciado Rodrigo Fernández.
No me vayan a malinterpretar: el momento histórico lo demandaba, las repúblicas en el continente estaban atravesando pruebas muy duras en sus sistemas democráticos, había propensión a la dictadura, autoritarismo y corrupción. Mucho de esta ayuda, en efecto logró en determinados momentos poner un dique a las aspiraciones de los soviéticos para el continente.
Pero una vez el comunismo cayó a inicios de los noventa, pareció como si el sentido original de la AID comenzaba a dejar de tener sentido. Sin embargo, eso no sucedió. Las casi tres décadas de cooperación o más bien dicho asistencialismo, habían envilecido las expectativas de los gobiernos norteamericanos, tanto demócratas como republicanos.
La idea era mantener presencia en todos los aspectos de la vida de estos países y por medio del dinero, formar lo que se ha llamado aliados locales, o sea, una red de Ongs, funcionarios, intelectuales y hasta periodistas. Todo lo que sirva para imponer agendas.
De repente el comunismo desapareció, era el tiempo para la democracia y el libre mercado, pero no, prontamente el peso institucional de aquellos 30 años se convirtió en un Estado dentro del mismo Estado.
La AID era Estados Unidos en pequeño en cualquier país donde estaba. Era el brazo amable y al mismo tiempo el brazo fuerte de la política exterior norteamericana, ponía y quitaba gobernantes, integraba gabinetes de gobierno con sus lacayos locales, y demás.
Cuando finalmente el globalismo hace su aparición a mediados de la década de los noventa del siglo pasado, la tentación de usar fondos federales para financiar no solo proyectos de agua potable, agricultura sostenible, pronto comenzaron a dar dinero para organizaciones de gays, etnicistas y feministas a tal grado que pronto los pasillos de esta agencia, en todo el mundo, se convirtieron en sí mismas como la versión del mundo del nunca jamás, en esa visión de Peter Pan.
Dinero iba y venía, contradictoriamente para alimentar a la inmensa maquinaria de discursos woke. La nueva versión de la izquierda del siglo XXI.
Imaginen esta paradoja, la Rusia de hoy, que vivió en carne propia el socialismo es mucho más conservadora que los Estados Unidos que supuestamente había heredado el liberalismo clásico y los valores de Occidente.
La realidad está dando una lección firme. La Europa global, ahora rechaza la migración masiva e invierte más en su defensa, los Estados Unidos ahora están llegando a entender que los miles de millones de la AID nunca redujeron la pobreza, ni pararon la migración entonces ¿para qué tanto dinero para ellos?