Elecciones en Venezuela tan lejos y tan cerca de Guatemala
Elecciones en Venezuela tan lejos y tan cerca de Guatemala
Por Julio Abdel Aziz Valdez
Luego de haber inhabilitado a cientos de candidatos, incluyendo a la líder indiscutible para la presidencia María Corina Machado, habérseles impedido hacer campaña, y negado el voto a miles de venezolanos residentes en las fronteras, además de los conteos anómalos, por fin Maduro se volvió a imponer en la presidencia, con todo y que los sondeos daban amplia mayoría a la oposición, por encima del 20%. Los analistas coinciden ahora diciendo que esto era la crónica de un fraude anunciado, ya que aun cuando la decisión final en las urnas en efecto reconociere la voluntad expresa, la forma como se llevó a cabo todo el evento, desde la conformación del tribunal supremo electoral hasta la inscripción de candidatos fue por decir poco, tendencioso y amañado, ¿Qué mas se podría esperar de una narco dictadura homicida?
Podríamos ahorita analizar los errores y aciertos de la oposición al haber aceptado el participar en un evento electoral que sabían desde un inicio era completamente contrario a la voluntad popular. Las autoridades venezolanas, junto con las cubanas, cuyos cuerpos de seguridad e inteligencia estuvieron detrás de esto siempre, supieron leer atinadamente la historia de lo que sucedió en la Nicaragua de 1989 cuando el FSLN pierde las elecciones, aun teniendo por seguro que los cambios impuestos y la solvencia moral auto impuesta, eran suficientes.
El domingo en Venezuela, se pasaron por el arco del triunfo la voluntad popular, como hicieron en las elecciones al parlamento anteriormente, donde no les quedó más que disolverlo y cambiarlo por un mamaracho de constituyente. En este momento los países democráticos mal harían, no importa la tendencia política a la que pertenezcan, en reconocer tales resultados.
Pero ahora regresemos a Guatemala, la comparación entre ambos eventos electorales es válida, a ver… tanto a Maduro como a Arévalo, en las encuestas preelectorales se les vaticinaba un magro resultado. Es más, Maduro siquiera conservaba un segundo lugar. En cambio, el hijo del expresidente revolucionario en Guatemala no aparecía ni en los primeros cinco puestos, y de repente ambos despuntan, como dijimos antes, en el caso de la dictadura venezolana no cabe la menor duda de la existencia de todo un evento electoral inmoral e ilegal, pero en el caso de Guatemala es obvio que el problema se produjo en el conteo, o en el sideral cambio de decisión del votante promedio en el momento preciso de estar frente a la boleta, lo cual no sucede desde que regresamos a la democracia en 1985.
Si luego de ver los muy extraños resultados, lo contrastamos con las movilizaciones pagadas de supuestos ciudadanos entrados en conciencia que paralizaron el país entero por casi 20 días, lo cual obviamente no fue gratis en términos monetarios, podríamos llegar fácilmente a la conclusión de que quienes pagaron la primera función estuvieron en la segunda, y la distribución de tanto dinero en efectivo hubieron sido imposible sin la observación del gobierno de los Estados Unidos. De aquí podemos sacar una conclusión.
Aun cuando ambos eventos electorales no están conectados, aparentemente, el resultado es el mismo, en el caso de Guatemala la ahora oposición no tiene su contraparte en la calle, algo de lo que el gobierno está ansioso de tener y para ello no dudó en aliarse con otras expresiones del radicalismo de la extrema izquierda. En esto el madurismo ha dado buenas lecciones al semillismo: no son suficientes los resultados inventados en las actas, tiene que haber gente dispuesta, por un buen precio, a imponer la narrativa en las calles, a que intenten descalificar e incluso agredir a quienes intenten cuestionar tales despropósitos.
Si acaso esta comparación pareciese muy sacada de la mente conspiranoica de su servidor, es necesario recordar que hay otra cosa que tienen en común Maduro y Arévalo, además de provenir de la izquierda, y es que están convencidos de su propia superioridad moral, la que por cierto trasciende a la misma legalidad, por lo que el hecho de que ostenten el poder supremo en sus respectivos países está por encima de la misma voluntad expresada en urnas.