Silvana Rabinovich Kaufman, una judía no sionista
No es la izquierda ni la derecha, ni Palestina ni Israel, y menos aún antisemitismo. Es la Vida como valor primigenio.
Por Fredy Abed Alabi
La idea parece ser original de David Hume, el mismo que influyó tanto en Adam Smith y que estudiamos en el liberalismo económico. En su Tratado de la naturaleza humana afirma: “La razón es, y solo debe ser, esclava de las pasiones, no puede pretender otro oficio que servirlas y obedecerlas”. Con esto, según Hume, entendemos que la razón interviene después de decidir qué queremos creer o hacer, solamente para justificar nuestra decisión. Esta idea fue apoyada después por William James en el siglo XIX, y en el siglo XX León Festinger formalizó la teoría de la disonancia cognitiva, que explica que cuando las personas creen algo, tienden a buscar información que confirme su convicción y así lidiar mejor con el malestar interior. Ya en el año 2012, Jonathan Haidt en The Righteous Mind dice que en temas morales y políticos “la intuición viene primero, el razonamiento después”.
Aunque en lo personal no soy amigo de las generalizaciones, he visto el fenómeno con mucha frecuencia, y sobre todo, como afirma Haidt, en temas morales y políticos, con lo cual siempre tengo conflicto quizá en virtud de mi fuerte propensión a la dialéctica. Así las cosas, la Verdad resulta ser tristemente inmolada. Si existiera el imperio de la Verdad, la Justicia sería una constante y no existiría conflicto ni guerra alguna.
Fuera de nuestras propias percepciones sensoriales, la aproximación a la verdad solo se consigue contrastando información, desde varias perspectivas, previo escrutinio de las fuentes, dejando de lado el sesgo antojadizo o conveniente.
En este contexto, quise comentar mi impresión al escuchar, y luego platicar, con la doctora Silvana Rabinovich, gracias a una invitación al evento que se realizó en el auditórium de la Universidad Rafael Landívar el día 11 de este mes de octubre. Sobre todo, tratándose de una intelectual, orgullosamente judía asquenazi, con estudios en Argentina, Israel (sus estudios de Filosofía son de la Universidad Hebrea de Jerusalén), y México; y catedrática, entre varias materias, de Filosofía, Filología y Biblia Hebrea. Como algo adicional diré que habla español, hebreo, árabe, francés e inglés.
Fue refrescante escuchar a la doctora Rabinovich sobre las razones por las que siendo judía, no es sionista (el sionismo, una ideología del siglo XIX), ya que este pensamiento se aparta de lo que aquí en Guatemala se da por un hecho. Sobre todo ahora con la polarización que ha causado el conflicto entre el grupo Hamas y el Estado de Israel. Polarización que en la actualidad alcanza principalmente a la comunidades judías mundiales, porque muchos sionistas se han alineado con judíos no sionistas en su crítica al actual gobierno de ese Estado, primordialmente dentro de los más educados e intelectuales. A manera de ejemplo, en publicaciones de The Times of Israel, en Estados Unidos la mitad de todos los jóvenes judíos, sionistas y no sionistas, manifiestan reprobación por la respuesta del gobierno israelí a las acciones terroristas que Hamas cometió el 7 de octubre de 2023.
Aunque décadas de narrativas contrapuestas han ido modelando las percepciones del conflicto entre Israel y Palestina, las dimensiones de la brutalidad que estamos viendo supera la eficacia de las versiones de propaganda. La negación de lo evidente se vuelve incoherente y ya no se consiente.
La Historia no va a juzgar con los mismos parámetros a un grupo terrorista por sus acciones, que a un Estado soberano responsable dentro del concierto de las naciones. Hamas pasará a la Historia como un grupo terrorista, pero ¿Y el Estado de Israel?
Los que argumentan que hay masacres mayores que lo que sucede en Gaza, caen en una estupidez tan grande, como la que sería si dijéramos que los muertos en Israel el 7 de octubre no llegaron a 2000 víctimas, y que por eso le restáramos importancia a esa tragedia.
Cada vez más personas saben que no todos los palestinos son Hamas, y que no todos están representados por ese grupo, como tampoco el gobierno de Israel representa a todos los israelíes y menos aún a todos los judíos. Cada vez más se sabe que esta reflexión no es producto de la izquierda antisemita, y que el antisemitismo de la derecha es igual de peligroso que el antisemitismo de la izquierda (todos los días lo vemos). Cada vez más personas se dan cuenta de que los políticos israelíes son simplemente eso, políticos, cuyo interés es el mismo de todos los políticos que conocemos, es decir llegar y estar en el poder. Que ningún político es un mesías, ni designado por Dios, ni cumplidor de profecías. Todo esto con el pesar de los azuzadores profesionales que estimulan conflictos de otros, sin pagar el precio que pagan quienes están en ellos.
Vincularse con las acciones de Israel, que ya no tienen características de autodefensa, o de Hamas, es una grave responsabilidad, y por eso es que cada vez más personas que profesan el Judaísmo se desmarcan de las acciones del gobierno israelí. Una Fe milenaria no puede comprometerse con las acciones de políticos, y muchos ven en ello una violación a la santidad del Judaísmo.
La doctora Rabinovich llama a “desenterrar a Dios”. Dios y la razón de la fe en Él no es un estado político. Los valores judíos para ella son universales y no dan respaldo geopolítico, dan vigor y estatura espiritual. Son valores para estar en el mundo. Estar hechos a imagen y semejanza de Dios es característica de todos los seres humanos, bíblicamente desde la creación.
Lo que escribo aquí no es el contenido de la disertación de Silvana, es el producto de mi reflexión después de escucharla. Ella es admirable, no solo por su capacidad y conocimientos, sino por su valentía. Valentía porque a gente como ella se le clasifica entre todo tipo de infames ocurrencias, y se le somete con facilidad a la llamada cancel culture.
Ni el silencio ni el tiempo podrán vencer la memoria. No habrá olvido, pero después de que pase este invierno sombrío de la humanidad, y que veamos en los demás la imagen y semejanza de Dios; que la Vida sea un valor primigenio, fundamento de toda ética y de todos los demás valores; y que vengan generaciones que no hayan visto la muerte violenta de sus padres, hijos o hermanos; que los niños de 6 o 7 años que hayan salvado a sus hermanos más pequeños, ante la ausencia de mayores, ya no estén para contarlo; cuando ya no existan individuos, de cualquier identidad, que sean capaces de deshumanizar a otros, aún a pequeñas criaturas, sin recato, viendo su sufrimiento casi con regocijo; con gente como Silvana, y muchos más como ella, pueda surgir una nueva humanidad, un nuevo Hombre, un Homo verus sapiens.