Una revolución echada a perder—
Pero, aun rescatable por las nuevas generaciones
Desde que tengo razón acerca del acontecer nacional, me he cuestionado sobre algunos acontecimientos a los que históricamente se les reconocen cambios trascendentales, que al final dejan de serlo. Quizá, por la permanente pugna entre algunos actores o grupos por apropiarse de la paternidad de estos eventos.
Uno de estos sucesos es la llamada “Revolución del 20 de octubre de 1944”, cuyo resultado esperado era el inicio de “La primavera democrática”, con la asunción a la presidencia del Doctor Juan José Arévalo Bermejo.
Los desafíos enfrentados por Arévalo para asegurar la transición fueron muchos, particularmente los relacionados con el ámbito político y cierto grado de desconfianza de las fuerzas armadas, no por su pensamiento político, sino por el difuso y aun no aclarado asesinato del coronel Francisco Javier Arana Flores[1]: “incuestionable líder de los militares de línea, que eran quienes tenían las armas” (CEUR. 27/marzo/2001) y por ende potencial candidato para relevarlo en la presidencia.
El coronel Arana Flores, fue ninguneado por las nuevas narrativas acerca de la historia nacional, que deliberadamente se ha reconstruido negando la contribución de los militares a la concesión del “20 de octubre”, salvo la cita de CEUR y, todo esto para cubrir el fracaso de Árbenz, quién hecho a perder las expectativas que creo la revolución.
La nueva historia sobre este evento se ha sesgado tanto, que ahora llaman contra-revolución a la expulsión de Arbenz. Obvian mencionar los desmanes y crímenes cometidos durante su gobierno, los cuales están ampliamente registrados por los periódicos de la época, que espero no sean deslegitimados, como lo es cualquier fuente de información que contradice la pervertida memoria de algunos.
Parte de lo actuado por las autoridades arbencistas, fueron publicados en su momento por los medios impresos: 1. “Estudiantes anticomunistas Cruelmente Torturados” (Prensa Libre. 17/junio/1952); 2. Fueron asesinados VIRGILIO DELLACQUA y el coronel OSCAR PORRAS PORTILLO (La Hora 1/julio/1954); 3.”Diecisiete campesinos asesinados” en Tiquisate, Escuintla (El Imparcial 2/julio/1954) y 4. El Congreso destituyó a Magistrados del Organismo judicial por amparo emitido contra el Presidente Arbenz,entre los cesados estaban el “presidente del Organismo Judicial, licenciado Arturo Herbruger Asturias y licenciados Justo Rufino Morales, Francisco Carrillo Magaña y José Vicente Rodríguez”…A criterio de Arbenz la Corte no está cumpliendo la ley (Prensa Libre 6/Febrero/1953).
Lo cierto, es que, si bien nuestra revolución octubrina no fue suficiente, para hacer realidad la visión de una nación absolutamente libre y democrática tampoco terminó como las revoluciones cubana y nicaragüense, que en más de una ocasión fueron vistas como ejemplos a seguir, sobre exaltando los atributos de estas insurrecciones, actualmente gobernadas por dictaduras.
Es oportuno, recordar a los guatemaltecos los resultados producidos por la revolución cubana, que apenas tiene capacidad: “Después de casi seis meses sin distribuir pollo en ninguna carnicería de Santiago de Cuba, el Gobierno comenzó a vender una libra del producto y ha anunciado que la próxima entrega se limitará a solo 345 gramos por persona en los municipios, excepto en la capital de la provincia”[2]. Situación, que el presidente Miguel Díaz-Canel, “… atribuyó a la crisis de alimentos por el embargo, no a las fracasadas políticas agropecuarias”.
Cuba es lo que profetizó Ribadero (2019[3]): “… la isla -Cuba- representaba una experiencia de “liberación nacional” del dominio extranjero en países atrasados desde una posición neutralista en materia internacional hoy es un mito”.
En cuanto a la revolución nicaragüense[4], ya no es un secreto la persecución a sus opositores y las continuas violaciones a los Derechos humanos de sus habitantes; ante la indiferencia de los organismos internacionales dedicados a vivir de la denuncia. La única salida a la crisis, es por medios democráticos, como lo publica Fernando Rojas[5]:
“Así, dividida tras años de conflictos internos y la asfixia del orteguismo, la oposición decidió pactar para elegir entre los hasta ahora siete postulantes a un candidato único que represente al sector en las urnas, pero están a contrarreloj debido a que el 28 de julio es la fecha de las inscripciones” y, por esta razón Ortega volvió a triunfar.
Lejanos están los días en que los medios de comunicación centroamericanos -unos más, otros menos- aplaudían el triunfo de la revolución Sandinista y, con ello el establecimiento de un gobierno “progresista de izquierda”.
En fin, la existencia de las revoluciones es tan efímera, como las expectativas que se crean a su alrededor y fundamentalmente por la incompetencia de a los que se confió su conducción.
La revolución celebrada hoy, debe ser motivo de reflexión por los nuevos representantes de quienes hicieron posible ese suceso. Ya, no es tiempo de apropiarse de su paternidad, sino, asumir los esfuerzos por interpretarla y relanzarla. Tal, como lo aprecia el distinguido columnista Mario Antonio Sandoval (Prensa Libre 18/10/2024): “Esa revolución fue ladina, citadina, juvenil, emotiva cívica y militar. Sun importancia traspasó nuestras frotenras y tuvo efectos en el resto de continente hispano brasileño, aunque pronto se desvanecio…” y resalta: “A 80 años del 20 de octubre, ningun plitiquero puede calificarse de heredero de sus ideales, trsitemente fallados[6]”
[1] Edgar Ruano y Oscar Peláez. Centro de Estudios Urbanos y Regionales (CEUR) 27/marzo/2001.
[2] https://diariodecuba.com/cuba/1729077746_57798.html
[3] Citado por Martín Ribadero en “La Revolución cubana: un balance historiográfico”
[4] Mérida Mario. Párrafo citado en “de revolución en revolución I” 20/06/2021
[5] www.latercera.com
[6] Catalejo… Importancia e influencia de la revolución del 44. Prensa Libre. 18/octubre/2024