Lo que NO TE DICEN de la migración hacia los Estados Unidos, una mirada libertaria
Por Julio Valdez
Hay que establecer la diferencia clara entre migrantes y refugiados. El primero son personas que buscan un mejor futuro, oportunidades económicas y sociales para ellos y sus familias, y las segundas son las que se ven obligadas a desplazarse por razones de conflicto armado, climáticas o por condiciones políticas adversas en sus países.
En este juego de conceptos, a mi entender la diferencia es volumen y temporalidad, en ambos casos el flujo de personas se mantiene alto. O sea, una gran cantidad de personas, pero no en temporalidad y es que en caso de guerra o emergencias climáticas por definición son situaciones coyunturales.
El caso de Siria, por ejemplo: antes de la guerra contra el régimen de Assad registraba poca movilidad hacia afuera, pero una vez sucedió el levantamiento los movimientos fueron masivos, luego disminuyó conforme el conflicto bajó de intensidad hasta llegar al final del dictador y ahora incluso muchos están regresando en forma paulatina.
Los analistas influenciados por el marxismo, que abunda en la academia, dirían a manera de comparación que la pobreza estructural es casi como una guerra y que los migrantes son víctimas de ella, por lo que el flujo de migrantes de países como México y toda la región centroamericana, excepto Costa Rica y Panamá, deberían ser considerados como refugiados. De ahí que exijan el “estatus especial”, pero esto lo analizaremos detenidamente más adelante.
No hay que buscar mucho sobre el tema de migración antes de que nos surjan las dramáticas escenas de mujeres cargando niños o personas atravesando la selva o el desierto, el muro que hay en la frontera entre México y Estados Unidos, incluso las campañas mismas realizadas por el gobierno norteamericano para desalentar a los migrantes dando a conocer los miles de secuestros que se llevan a cabo por parte de organizaciones delictivas o carteles de la droga, la trata de blancas, y muchas cosas más. Si observamos con mayor detenimiento veremos que las conclusiones de tantos y tantos estudios sobre este fenómeno social va en torno al mismo discurso, a saber:
1. La responsabilidad de los Estados por no combatir la pobreza, que al final es la que alimenta la migración, este es un problema adicional a la baja recaudación fiscal.
2. La responsabilidad de los traficantes de seres humanos.
3. La responsabilidad es de Estados Unidos que no permite la libre circulación de personas porque migrar es un derecho.
3. El consumismo norteamericano encandila a la población humilde.
4. Es responsabilidad de los ricos que empobrecen a la población pobre. No dan salarios justos y, cada vez más se impone la necesidad de huir o sea migrar, para no morir de hambre. La pobreza, el racismo y sexismo estructural.
5. Habría una última que no se aplica a todos, pero igual es aducida, la de huir por la violencia y persecución que se ha impuesto en los países pobres, en realidad no son migrantes sino refugiados de las condiciones políticas particulares de cada país.
Pues bien, todas estas conclusiones se proporcionan adjuntando cifras que muestran, por ejemplo:
1. Número de deportados.
2. Número de solicitantes de permiso de circulación en un tercer país.
3. Número aproximado de migrantes (dato empírico)
4. Número de personas atendidas en centros de acogida temporal.
5. Número de personas solicitantes de asilo.
Podría haber otros datos, pero sobre estos valores se puede tener una idea aproximada sobre las dimensiones de este fenómeno social. Pues bien, una vez hecho el resumen de lo que se encuentra en la mayoría de los informes elaborados por Ongs, institutos de investigación que reciban financiamiento gubernamental o no gubernamental, entidades religiosas y demás, se puede abordar el mismo fenómeno, pero con otras perspectivas, a saber:
Migración, para nada un fenómeno actual
Nos ubicaremos en las ciudades más pobladas de Guatemala: ciudad capital, Quetzaltenango, Escuintla, Cobán, San Marcos, Huehuetenango en fin, pues ahora que ven que el tráfico se vuelve más intenso, los comercios florecen y las casas de multiplican se debe a dos razones, al crecimiento de la población en dichos lugares y a la migración interna o inmigración.
Es más, casi todos los habitantes de las ciudades podemos dar fe de familia que una vez vivieron en áreas rurales o bien aún lo hacen. Es más, en el caso de Guatemala el cambio cultural que estos movimientos conllevan incide directamente en que los indígenas dejen de percibirse como tales y se conviertan, en lo que el argot interno se conoce como mestizos o ladinos.
Ha sido la migración, no la acción del Estado, la responsable del cambio cultural, del hecho de que hoy el más 56% de la población (según el Censo 2018) se consideren como tal, lo que es un cambio lento si se compara con México donde menos del 10% de la población se considera indígena, que en su mayoría persiste en la ruralidad.
Pero a la hora de abordar el tema de la emigración este fenómeno se deja por un lado, a pesar de que conlleva muchos retos, ejemplo es el de la vivienda, empleo, delincuencia, educación y hasta la misma integración cultural, pero claro, al ubicarse en la salida del país y más cuando hay redes delincuenciales y es más atractivo para los medios es mejor retratado.
La inmigración es un fenómeno que se puede calificar como natural en el sentido de que marca el cambio de una economía agraria a una de servicios e industrial, en el caso de Guatemala el cambio ha sido lento, tanto es así que aún tenemos una de las tasas más altas de ruralidad en el continente. (según el censo del 2018 el 42% aún están en la ruralidad)
Podríamos comparar ambos fenómenos, tanto la inmigración como la emigración y seguro nos daríamos cuenta, en el caso de Guatemala, de que el movimiento interno de personas por razones económicas está fortaleciendo la economía interna, pero aquellos que han salido, que no generan riqueza interna porque no están trabajando en Guatemala, solo mandan dinero que a la larga fortalece el consumo a nivel minorista.
O sea, el nivel de consumo de los que reciben remesas. Por otro lado se podría afirmar que esos dólares están coadyuvando a la educación de nuevas generaciones en tanto que se invierte en pago de colegios, pero el problema es el ejemplo, ya que la tendencia de que alguien que tiene familia en Estados Unidos asuma que el horizonte de su vida está en la migración, provoca que la inversión en educación pierda el sentido.
Oferta y demanda salarial
¿Qué es lo que motiva la migración? Pues bien, la respuesta es sencilla: la posibilidad de acceder a empleos mejor remunerados. De ahí que muchos marxistas o colectivistas afirmen, sin sentido que: si en países como Guatemala pagaran mejor los empleadores pues no habría migración. Si se dan cuenta la lógica tiene sentido, si es que desconocemos como es que calcula el salario.
La motivación es laboral y luego salarial. Algunos podrían preguntar ¿no es lo mismo? Pues no, y es que el atractivo de los Estados Unidos es que hay empleo siempre, se paga por hora laborada y por lo tanto se pueden obtener varios trabajos en una jornada o temporada.
En cambio, en Guatemala los salarios se calculan por jornada completa o sea de 8 horas. Segundo, hay escasez de empleo bajo estas condiciones. Sin embargo, el tema es aún más complicado, y es la cualificación de la mano de obra, que es al final la motivación real de la emigración. A ver, una persona sabe que con la cualificación que posee de su mano de obra acá va a recibir menos salario aquí que allá.
Si vemos los resultados de las encuestas que las autoridades hacen a los deportados, salta a la vista que la mayoría carecen de estudios medios o superiores. O sea, gran parte son mano de obra no calificada, personas que además han recibido su poca formación en instituciones educativas del Estado que poseen muy mala calidad. Conforme el nivel de formación se eleva, aun con la del Estado, el número de migrantes disminuye hasta llegar a niveles bajísimos cuando se trata de formación universitaria aun cuando gran parte de esta no esté proporcionando habilidades y destrezas laborales, por lo que la diferencia estriba en la perspectiva o expectativa.
En este contexto dirían muchos que la clave está en mejorar las capacidades laborales, y sí, porque este factor nos lleva a otro y es el de la negociación salarial. Este tema irrita a quienes siguen creyendo que el argumento del “salario justo” se define a partir del “salario mínimo” o sea, el ingreso suficiente para que el trabajador pueda vivir medianamente bien, pero el problema es que ese salario no necesariamente refleja el nivel de productividad o de cuantía del producto que produce.
La elevación de las cualidades del trabajador hace que, en un contexto de libre contratación y empresa, el trabajador pueda ubicarse donde mejor pagan, pero como el trabajador no posee cualificación, entonces asume que emigrando a donde pagan mejor con su poca calificación será suficiente.
Hace unos años algunos críticos afirmaban que si los migrantes invirtieran en emprendimientos lo que le pagan al coyote por llevarlos a EEUU, habría más desarrollo local, y eso en parte es cierto, pero lo que también nos dice es que están poco prestos a invertir en educación, porque eso es una inversión a largo plazo, y además no asegura el desarrollo en el lugar de residencia, para decirlo en otras palabras alguien que haya nacido y resida en el municipio de Patulul departamento de Suchitepequez, no ve que la inversión en educación de calidad, que probablemente no encuentre allí vaya a generarle ingresos a largo plazo ahí mismo.
Mucho de la migración que se produce a nivel interno en todo el mundo, sobre todo en aquellos con economías más prosperas, parte del principio de elevación del ingreso y con él, la elevación del nivel de vida, salud, educación, vivienda, entretenimiento; si bien es cierto que el flujo se mantiene en Guatemala el gran problema es el desvió, esto significa que muchos dan el salto de la ruralidad a la urbanidad de un solo hacia Estados Unidos, sin pasar por Guatemala, este fenómeno se ve aún más en México donde muchos migrantes ni siquiera conocieron la ciudad capital de su Estado antes de embarcarse en la aventura, lo mismo sucede acá.
Regresando al tema del salario, existe a su vez una relación ambigua, porque si bien deseamos elevar el nivel de vida con ese ingreso, no necesariamente ese nivel de vida se desea en el lugar donde se trabaja, o sea, muchos migrantes mandan remesas para elevar el nivel de vida de su familia en donde aún residen, no donde él trabaja.
Esto a la larga no representa un buen negocio para las sociedades de acogida, además de los impuestos que muchos no pagan porque su permanencia no es legal. Explicaremos esto de otra manera, cuando vean que la cifra de las remesas que recibe el país al año, (21,510 millones de dólares en el 2024 según https://www.swissinfo.ch/) es la misma cantidad de dinero que no se está invirtiendo en Estados Unidos, a diferencia de la cantidad de dinero que un trabajador produce en la ciudad de Guatemala y luego manda a su pueblo, ejemplo San Juan Cotzal en Quiche, ese dinero va a circular en el mismo ámbito nacional por lo que la casa que el construya allá, la salud, educación, entretenimiento que pague fortalecerá la economía.
Pobreza ¿es la causante de la migración?
¿Es la pobreza la que impulsa la migración? Si y no. A ver, solo una necesidad apremiante puede impulsar a personas a adquirir enormes deudas para pagar al traficante, pero también lo es la ambición del ingreso. El migrante es una fuerza que puede impulsar grandes emprendimientos, es una fuerza motivacional, o también puede desmotivar.
Pero para el marxismo que parte de que la lucha de clases es el motor de la historia, la pobreza es la principal razón por la cual se migra. Esto mostrado en salarios bajos, explotación, marginación y racismo estructural. Por lo tanto los responsables son el empresariado, y bueno, el Estado que está cooptado por estos.
Pero es necesario regresar a esa imagen que les remitía hace unos párrafos anteriores, y es que al mismo tiempo que existe la pobreza también quienes han salido de ella y eso se ve en todas partes en Guatemala con el incremento del consumo más allá de quienes dependen de la remesas, solo con ver los grandes problemas de tránsito que se generan en todas partes eso nos dice que hay más vehículos particulares, el aumento del presupuesto nacional producto de los impuestos (con todo y que los europeos afirman que existe un baja tasa impositiva), la existencia de pequeñas y medianas empresas, el aumento de colegios y universidades privadas, proyectos inmobiliarios, centros comerciales, el flujo creciente del turismo interno, la elevación de la expectativa de vida en determinados estratos sociales, el acceso a servicios de salud de calidad entre otros indicadores.
Si se circula por las principales avenidas, centros urbanos en toda la región centroamericana y México no se percibe la pobreza, al contrario, un aumento del estándar de vida, a diferencia de lo que sucede en Cuba o Venezuela donde las clases medias educadas son las que están optando por la travesía al norte, en nuestros países son los pobres los que cada vez están más alejados del centro desarrollado son los que optan por salir a buscar futuro fuera.
El Estado es responsable de la pobreza en la medida en que no permite que sea la población la que encuentre o construya sus propias alternativas de desarrollo, vayamos de nuevo al ejemplo de la educación, si bien ya identificamos que la educación es un factor clave para el desarrollo la peor de las soluciones, que se ha demostrado en más de 100 años, es que esta sea impartida por parte del Estado, por lo que suponer que a mayor inversión pública en ella menos pobreza y menos migración es un supuesto errado, sobre todo porque año a año, gobierno a gobierno aumenta el presupuesto en este rubro y los niveles de migración, marginalidad y pobreza aumentan sobre todo en determinados estratos sociales y ubicaciones geográficas (rurales sobre todo), o en el caso de la educación superior que se lleva una buena tajada del presupuesto se invierte mucho en carreras que no aportan al desarrollo económico del país.
Hace unas semanas, el actual gobierno, logró imponer, como otros lo hicieron antes, un aumento al salario mínimo. Esta discusión siempre está activa porque genera posiciones opuestas. Los gobernantes, sobre todo los que se ven influenciados por el populismo, asumen que el trabajador que recibe el salario mínimo (que en realidad es el máximo), al incrementar su ingreso compensará con una buena opinión al político, las medias jornadas. El destajo, o el salario por hora no está en discusión en tanto que esto representaría una disminución del ingreso “mínimo” que necesita para pagar la “canasta básica”, la gran contradicción es que ni el salario mínimo y menos aún la canasta básica, son motivadores para el migrante.
Él sabe que en Estados Unidos no se calcula el salario de esta manera y está dispuesto a aceptarlo entonces ¿por qué no hacer lo mismo en Guatemala?
El Estado sabe que a mayor flexibilidad para que trabajadores y empleadores puedan entablar un contrato de trabajo libre habrá más inversión productiva privada, pero jamás asumirá que la misma legislación laboral es la que está motivando la migración, y no al revés, como dirían algunos políticos de izquierda, “el incumplimiento de dicha legislación es lo que provoca pobreza”. Nada más lejos de la verdad.
¿Exilio o migración?
En las décadas de los ochentas y noventas, cuando el comunismo cubano comenzó a descomponerse e hizo metástasis con la caída del régimen soviético, cientos de miles de cubanos salieron en lanchas hacia Estados Unidos. En aquel entonces el gobierno norteamericano dio acogida a aquella población aduciendo que estaban huyendo del régimen comunista, lo cual en parte era verdad, pero tan pronto obtenían su residencia regresaban de vacaciones o para llevar dinero y vituallas a sus familias en la isla.
Era evidente que la huida en realidad era un desplazamiento migratorio por razones económicas, no profundizaremos en este ejemplo porque posee muchas aristas legales. El punto es que, si bien hay opositores a los gobiernos en todo el mundo, hay una gran diferencia entre quienes solicitan ayuda por razones políticas y quienes migran por razones económicas.
Mal precedente han establecido los norteamericanos en aceptar personas que aducían persecución política provenientes de países que poseen sistemas democráticos con partidos políticos de diversas ideologías, garantías procesales y separación de poderes. Sin embargo, resulta que, dependiendo del vaivén ideológico en Estados Unidos, aceptan exiliados cuando en realidad son migrantes, y con todo el respeto que me merecen los cubanos, el haber aceptado a millones de migrantes con la figura de refugiados fue un error.
Pero en el caso de las otras naciones, asumir que durante los gobiernos temporales hay persecución política y ello justifique el aceptar refugiados o exiliados, también es un error. En Europa se han dado cuenta de que el discurso buenista acabó cuando se vieron atestados de personas que tenían culturas completamente diferentes a las locales- Tanto así, que los valores comunes estaban dejando de tener validez, y esto se produjo precisamente porque dejaron de percibir a aquellos como migrantes para darles contenido político y volverlos refugiados o exiliados.
¿Migrar es un derecho?
Como lo afirmamos anteriormente, Guatemala y todo el mundo vive procesos migratorios internos. Los más dramáticos se producen por los cambios de la estructura productiva, o sea, la industrialización, por eso tenemos ciudades grandes. Si este fenómeno se produce a nivel interno en un país, por supuesto que se puede calificar como un derecho, o, mejor dicho, los mismos derechos que le asisten a un campesino guatemalteco que a un obrero en cualquiera de las ciudades que acá existen.
Pero cuando se migra a otros países, y en el proceso se transgreden normas y leyes de esos países es un delito, esto lo sabe perfectamente todos y cada uno de los que pagan a un traficante, por lo que las consecuencias no deberían ser una sorpresa, al contrario.
Los políticos, de izquierda sobre todo, meten en la cabeza a las personas que la migración es un derecho transnacional, y que obviamente si se va en busca de trabajo no debería ser considerado como un delito.
Claro, el objetivo loable demerita el medio por el cual se alcanza. La comparación para explicar esto sería: si un pobre trafica con drogas y usa el dinero para dar de comer a su familia que lo necesita, el delito de tráfico deja de serlo y se convierte casi en una declaración. Este es el peor de los argumentos de esa izquierda manipuladora.
Los peores migrantes, porque los hay, por ejemplo los que andan huyendo de la justicia en sus países, pero más de estos, que son una minoría, están aquellos que intentan despertar la lástima en las autoridades migratorios y para ello usan a niños. Esta es la mayor de las bajezas que pueda haber, tanto si son los propios padres los que los llevan o si pagan a terceros para tal efecto. De esto no se habla, porque se asume una lectura ideológica a estos, y por lo tanto no se les endilgan procesos penales que se merecen.
En cuanto a las anunciadas tragedias que devienen con las deportaciones, déjenme comentarles nuevamente. La afectación primaria será para las familias de esos migrantes que recibían sus remesas, obviamente, ya que disminuirán su capacidad de consumo. El siguiente problema es que se enfrentarán a la realidad, y es que, si el consumo iba acorde al nivel de ingreso, por una actividad poco o nada tecnificada o no calificada, el regresar a su país por supuesto que no le representará una ventaja, a la hora de buscar trabajo de la misma índole.
Los únicos deportados que pueden elevar su nivel de ingreso estando en su país de origen son aquellos que elevaron su capacidad productiva, los que aprendieron un oficio o el idioma, esto está determinado no solo por la cantidad de años que pudo haber estado en Estados Unidos sino por la calidad de los trabajos que desempeñó.
Pero según las estadísticas estos representan una minoría, la mayoría hacían tareas repetitivas o no calificadas, las que los estadounidenses nativos no querían hacer, por lo que nuevamente ingresan para engrosar el ejército de trabajadores no calificados con bajos salarios. Esto, junto con un Estado ineficiente a todo nivel, solo provoca la mansedumbre.
¿La economía norteamericana se vería afectada por la salida de migrantes indocumentados? Sí, tanto como el retorno de migrantes a sus países de origen. Volvamos al inicio de este apartado, la migración o es legal y regulada o no lo es.
La salida de miles o millones que se encuentran ilegales afectaría en primero a las personas que hacen negocio con la situación irregular, los que pagan menos del salario mínimo, aquellos que producen productos con mano de obra barata y que entran al mercado en condiciones favorables y los bancos que dejarán de cobrar intereses por dinero depositado por ilegales a sabiendas de que lo eran.
Eso sin contar con todas las organizaciones de beneficencia que cobran estipendios federales y estatales para tales propósitos. Las economías del primer mundo si necesitan migración, pero regular, temporal para algunas labores, permanentes para otras. Ejemplo de esta segunda es la tecnológica, que es precisamente la que aún no pueden proporcionar países como Guatemala.
A la hora de priorizar, el país de destino hace distinción entre los que necesita y no, ellos establecen las condiciones y los que están dispuestos a hacerlo lo aceptarán. Exactamente es lo que haríamos nosotros acá en condiciones similares. Pero Guatemala, como toda la región, no puede lidiar ni con su propia población que migra internamente.
Demos un vistazo a todas las villas miseria o áreas marginales que nacieron y crecieron en lotes invadidos, sin agua, electricidad ni alcantarillados, los lugares donde prevalece la delincuencia y extorsión. Hasta ahora el Estado no puede hacer nada más que redadas de vez en cuando, pero por lo demás ahí se mantienen. Eso sí, luego hay funcionarios y políticos que exigen que Estados Unidos trate humanitariamente a la población que migró en forma irregular.
El desarrollo de la estructura económica nacional pasa nuevamente por la transformación del Estado, o mejor dicho por su disminución. Les pongo un supuesto: si a todos aquellos migrantes deportados, que están de regreso sin más que un cúmulo de experiencias de vida valiosas, les dejasen desarrollar su capacidad inventiva en las ciudades, no en sus comunidades rurales donde el circulo de pobreza sigue su curso, no más paternalismo sino infraestructura de desarrollo, así si se aprovecharía el ímpetu que aquellos connacionales traen y que se ha demostrado que sirve.
No convertir esto en motivo para discursos estúpidos como los expresados por el presidente Petro que utilizando los argumentos setenteros hace creer a sus propios conciudadanos que la culpa de su pobreza es el mismo país que a muchos les representó la solución, algo absolutamente contradictorio.