Mayores de 50 y COVID-19
Personas mayores de 50 años nos cuentan su experiencia COVID-19
A cuatro años de que el mundo se detuviera por el Covid-19, varios de nuestros lectores, nos solicitaron conocer la experiencia de las personas mayores de 50 años en Guatemala. Esta fue la razón por la cual decidimos salir a diferentes puntos de la ciudad y entrevistar a 150 personas, 75 damas y 75 caballeros, en una distribución homogénea y cuyo rango de edades estuviera entre 50 y 80 años.
Las respuestas que identificamos en el estudio fueron reveladoras, especialmente para aquellas personas que por el simple hecho de tener su pelo blanco o la utilización de barba aun sin tener 50 años, ha sido motivo para negarles el ingreso a centros comerciales, restaurantes de comida rápida e incluso algunas agencias bancarias. Cuatro de los entrevistados nos comentaron que les negaron el ingreso a renovar su licencia de conducir, por mencionar algunos de los servicios públicos cuyo criterio de ingreso fue delegado a una persona sin capacitación y buen trato a la clientela.
Lamentablemente, en muchos casos el personal anfitrión procede de esta forma por el temor a una sanción personal o al establecimiento. Todo ello ha convertido a una persona mayor en víctima de la estigmatización por su simple apariencia de adulto mayor.
La razón principal de la restricción, ha sido proteger a las personas mayores de 60 años, de los efectos del Covid-19, ante el indicador de letalidad al que se expone una persona a partir de esta edad, lo anterior producto de condiciones del sistema inmunológico de cada individuo: Como el cáncer, la hipertensión arterial, cardiopatía congénita, diabetes, afecciones renales y pulmonares entre otros padecimientos que inician sus efectos generalmente después de los 50 años. Estas afecciones se convierten en agravantes que interactúan y desencadenan un acelerado deterioro de órganos vitales, reduciendo la oportunidad de vida en el momento de contraer este nuevo tipo de virus aeróbico.
El estudio reveló que, en la ciudad de Guatemala, el 34% de las personas mayores de 50 años viven solos; son muchas las razones que los llevaron a ello, siendo el factor más recurrente el divorcio 48%; otros se definen como solteros, el 18% y 8% la enfermedad y fallecimiento de su conyugue.
Esta condición de no dependencia les obliga a realizar todos sus trámites personales, compra de alimentos y pagos de servicios comunes en forma directa. Aunque el 42% se encuentra casado, no ha sido la excepción para que se les impida el ingreso a muchos centros comerciales o cadenas de supermercados, restaurantes y agencias de servicios personales. Esta estigmatización ha obligado a familias completas a ser solidarias con la persona mayor de casa y retirarse molestos del comercio donde le fue vedado el ingreso a su familiar por el simple hecho de verse mayor.
Los más afectados han sido el 34% de las personas entrevistadas, que sin tener a quien recurrir para realizar los pagos mensuales, no poseer una tarjeta de crédito o débito para realizar los pagos en línea, o por el simple hecho de no ser afines a la utilización de la tecnología actualmente disponible, se ven en la necesidad de quedar fuera de la agencia bancaria o centro comercial y pedir favor a buenos samaritanos que les realicen sus pagos, compren sus alimentos y verse expuestos al riesgo de perder su dinero y exponerse a las consecuencias de la actual pandemia.
Recientemente en una cadena de restaurantes muy prestigiosa, Andrés persona de 25 años que acompañó a su padre durante nuestra entrevista comentó: “tuve que intervenir y llamar la atención al gerente y dependientes de mostrador por la forma en que intentaron sacar del establecimiento a mi padre, quien gentilmente tuvo el gesto de invitarme a refaccionar. Al salir del servicio sanitario observé que le exigían a mi padre utilizara el autoservicio, aun llegando a pie los dos dada la cercanía del restaurante a nuestra vivienda”.
Este tipo de atropellos por colaboradores no comprometidos con el servicio al cliente y temerosos de represalias de sus superiores ha ocasionado la estigmatización de personas que también son meritorias del respeto como cualquier otro cliente y abordar la situación generando una solución en donde no se vulnere el derecho de compra de un cliente y tampoco se afecte el cumplimiento de la normativa por el establecimiento comercial. Este tipo de atropellos ha sido evidenciado por nuestros entrevistados en forma recurrente.
Otras cadenas de negocio comprometidas con todos sus clientes, han iniciado la capacitación del personal anfitrión y habilitando horarios, zonas especiales y modalidades de venta para personas mayores, consientes de no atropellar los derechos como ciudadanos. Es importante recordar que una persona mayor no es responsable de la pandemia y que la medida desarrollada ha sido en favor de proteger su salud y su vida y no dañar su ego y menos aún privar el derecho a recreación, convivencia y cumplir con sus compromisos y obligaciones como ciudadano.
Generalmente esta clase de atropellos se realiza por personas en edades de 22 a 40 años, según estiman los entrevistados, lamentablemente olvidan que ellos también llegarán a ser mayores.
Las redes sociales iniciaron a denunciar y a expresar su malestar tanto de personas que presenciaron estos atropellados, como aquellas que están viviendo estas acciones y que a su vez se convirtieron en la voz de los cuales no son escuchados.
No todas las personas han sido estigmatizadas, un 30% de ellos agradeció a esas personas de edades entre 30 y 50 años, se han preocupado de asistirles y de apoyarles en sus transacciones o compras de alimentos, aun con el simple hecho de ser extraños.
Finalmente, un factor común evidenciado en esta encuesta es el confinamiento al cual se ven expuestos, el cual les genera ansiedad, depresión, enfermedad, pérdida del apetito, falta de sueño, apatía y soledad. Especialmente aquellos que viven solos y no son dependientes de una familia.