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François Cavard

François Cavard

Intervencionismo, interferencia criminal y complicidad, versus alianza

23 de junio de 2025/en Opinión/por François Cavard

Quod Pertinet-Internacional

Entre las muchas fallas y defectos que han probado tener las normas que rigen la convivencia entre los seres humanos, tanto las que se ponen por escrito como aquellas consuetudinarias (por costumbre), considero que una de las mayores y más peligrosa se presenta cuando esas relaciones de entendimiento, que son de aplicación e incumbencia personal, privada y que por lo tanto deben ser pactadas exclusivamente entre personas, han resultado haciéndose extensivas, como si pudiesen aplicarse con igual confiabilidad, autoridad y nivel de responsabilidad, a entes jurídicos tales como las naciones, como los gobiernos, y como la ciudadanía.

Lo más grave es que, para tragedia de la humanidad y como dolorosamente nos consta en Guatemala, en Colombia, y de hecho en toda Iberoamérica, quienes a lo largo de la historia reciente de la humanidad más han sabido sacar criminal provecho a tan garrafal equivocación han sido las personas con ideología de izquierda. Obvio, les encanta porque hasta ahora les ha librado de toda responsabilidad, o por lo menos esto siguen creyendo. Total, creen ellos, si finalmente fueron pocos quienes terminaron pagando por las atrocidades cometidas por millones de criminales contra millones de víctimas a inicios del siglo pasado en la Alemania Nacionalsocialista Obrera, pues así seguirán siendo las cosas, pero resulta que están equivocados, muy equivocados. Después del holocausto, y raíz de este, se creo el Derecho Internacional Humanitario (DIH), y entre las muchas garantías de justicia contra violadores de derechos humanos que dejó claramente establecidas y ha ido perfeccionando con el paso de los años, es la de la “responsabilidad individual” que tendrá todo aquel que haga parte de una organización criminal.       

Volvamos al título de esta columna. Para empezar, una nación, que la criminal izquierda ha decidido denominar “patria”, es una entidad jurídica y política formada por el conjunto de quienes la habitan y que es regido por una autoridad denominada gobierno. A su vez, el gobierno es el conjunto de instituciones, lideradas por personas, encargadas de dirigir, de controlar y de administrar, el normal funcionamiento de una nación. Por último, la ciudadanía es conformada por todo ser humano que al momento de integrarse para constituirse en nación, deberá tener un gobierno que vele porque disfrute de sus derechos y cumpla con sus obligaciones en un entorno donde se garantice la igualdad de oportunidades.      

Ni las naciones, ni los gobiernos, ni la ciudadanía pueden comportarse como personas porque no lo son, se trata de entes jurídicos en constante evolución como resultado de la interacción entre seres humanos. Las naciones y los gobiernos no pueden existir sin la ciudadanía, pero en cambio la ciudadanía ha existido y existirá así no haya naciones ni gobiernos. No puede haber nación sin ciudadanía ni sin gobierno, no puede haber gobierno sin nación y sin ciudadanía, pero siempre podrá haber ciudadanía sin nación y sin gobierno. Por lo tanto, soy de quienes considera que entre las naciones tan solo puede haber alianzas, y que las prácticas intervencionistas, de interferencia y de criminal complicidad tan solo pueden ser ejecutadas por personas, por seres humanos, en supuesto y conveniente nombre de entes jurídicos.

Incurrir en intervencionismo implica influir o tomar parte en asuntos que son responsabilidad de otros. Esto puede darse tanto a nivel de las libertades individuales, como con respecto a las actividades profesionales – empresariales, e incluso en lo concerniente a otras naciones. El propósito del intervencionista es el de impactar, generalmente de manera coercitiva, en los entornos social y económico de aquellos intervenidos. Ni un gobierno ni una nación pueden ser intervencionistas, incurrirá en cualquier tipo de intervencionismo la persona que, ocupando un cargo en el gobierno de una nación, decida entrometerse en asuntos que no son de su resorte. La persona intervencionista siempre tiene por objeto dirigir, regular o de alguna manera sustituir las libertades y el proceder de las personas en diferentes ámbitos.

Al igual que con el rol de intervencionista, tan solo pueden generar interferencia las personas, no las naciones ni los gobiernos. Por supuesto, estas personas causarán interferencias de todo y de cualquier nivel según se les antoje, esgrimiendo inexistentes competencias y facultades que supuestamente les otorgan los cargos que ocupan en representación de un gobierno y/o como representantes de una nación. Entonces, en supuesto nombre de los “intereses superiores de la patria” y/o de sus poderes como gobernantes de una nación, proceden para interrumpir, estorbar, o de alguna manera perturbar las vidas de sus nacionales o las vidas de nacionales de otras naciones. Tanto a la persona intervencionista como a aquella que procede para causar interferencia, les fascina entrometerse y tener injerencia en asuntos ajenos, en materia que generalmente no es asunto suyo ni mucho menos de sus nacionales. Tanto el intervencionismo como la interferencia a nivel personal podrían considerarse chismes o propios de alguien metido, pero cuando esta forma de proceder coercitiva se hace en supuesto nombre de una autoridad o de una nación, aquí ya se está ante un conductas que por impedir o perturbar el legítimo derecho de otros a ejercer sus derechos y actividades, esto ya es una acción que desde lo jurídico podría estar incurriendo en un conducta criminal per se, o de complicidad para con quienes apoya o acompaña en este proceder coercitivo.

Para evitar que personas puedan convertir en causas de la autoridad (un gobierno) o de una nación sus antojos, caprichos y preferencias, entre las personas jurídicas se crean alianzas. Obvio, así como el proceder entre seres humanos puede ser intervencionista, de interferencia, e incluso criminal, también puede estar sujeto a alianzas, pero el proceder de un gobierno y de una nación tan solo debe obedecer a alianzas. Lo anterior por cuanto las alianzas tienen como fin lograr un objetivo común para beneficio mutuo, propósito para cuyo logro se unen esfuerzos y recursos ante la coincidencia de intereses y de beneficios. Tanto los gobiernos como las naciones pueden tener intereses compartidos que motiven a la celebración de una alianza en unos términos y plazos claramente establecidos conforme a las leyes vigentes para lograr objetivos lícitos, pero las alianzas jamás deben resultar en intervencionismo, en interferencia, ni mucho menos en conductas criminales.  

Entonces con respecto a alianzas, a intervencionismo, a interferencias y a conductas criminales ¿cómo hemos estado, y seguimos estando, en Guatemala, en Colombia, y de hecho en toda Iberoamérica? Resulta que desde hace unas 4 décadas y sin darnos cuenta, hemos estado en manos de una criminal izquierda intervencionista, tanto a nivel doméstico como a nivel internacional. Con un agravante: Ahora también se han constituido en “altas partes contratantes” una cantidad de organismos multilaterales de vulgar y muy nocivo sesgo de izquierda como, entre otras, las muy peligrosas y destructivas Organización de las Naciones Unidas (ONU), Corte Penal Internacional (CPI), Organización de Estados Americanos (OEA), y Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Y de esto si que nos consta en Guatemala y en Colombia.

¿Qué tal el aún impune intervencionismo, interferencia y complicidad criminal de todos estos organismos multilaterales, especialmente de la ONU y de sus protegidos agentes de izquierda en Guatemala, con la tal Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) para garantizar impunidad a sus camaradas y castigar a quienes les han enfrentado y vencido desde la institucionalidad? ¿O que tal el aún impune intervencionismo, interferencia y complicidad criminal de todas estas oenegés de izquierda, otrora organismos multilaterales, para con el acuerdo de impunidad y mayor operación de lavado de activos de la historia reciente de la humanidad denominado “Proceso de Paz con las FARC” impuesto en Colombia desde el 2016 y que nos tiene ahora sometidos al Terrorismo de Estado que estamos padeciendo?

Hermanos Iberoamericanos, tanto intervencionismo, tanta interferencia, y tanta complicidad criminal para favorecer a los agentes de la izquierda criminal en todos los niveles y de todo tipo, tiene que parar, la tenemos que terminar por completo. Nunca como en estos días ha quedado tan claro que ponerle límites a gobernantes es una obligación. Entre ciudadanos debemos exigir se respeten las alianzas que hemos aceptado entre todos los ciudadanos (Constituciones Políticas), así como aquellas suscritas con otras naciones (relaciones internacionales). A las naciones de Iberoamérica nos está destruyendo que mayorías intencionalmente sumidas en la pobreza, en la miseria, en el odio, en el resentimiento, en la ignorancia, en la incapacidad y en la dependencia del “gobierno/estado” por parte de otra criminal minoría de izquierda, sean la que decida por todos. La única forma de vencer ese adefesio de la tal “democracia participativa” que permite a absolutos imbéciles acceder a cargos públicos, es estableciendo alianzas claras, precisas y muy específicas entre los ciudadanos con respecto a los alcances y posibilidades que tendrán quienes gobiernen y quienes representen a nuestras naciones.    

¿Qué tal que al momento de designar a la tripulación de un avión, esta decisión se tomase una vez el avión estuviese abordado, justo antes de decolar, y siendo los pasajeros quienes, por votación, escogiesen al piloto y al copiloto entre ellos? Sería algo ridículo, estúpido y suicida, ¿o no? A quien se confíe llevar las riendas de una nación, como sucede con aquel a quien se confíe pilotar un avión, debe ser una persona preparada, sana, entrenada, capacitada y con probadas capacidades que le hacen idóneo para ocupar semejante cargo y asumir semejantes responsabilidades. No es un asunto discriminatorio, excluyente, racista ni poco igualitario, no, es un asunto de preparación y de sentido común, pues como lo está probando el presente de nuestras atribuladas naciones, para liderar una nación y las relaciones de esta nación con otras, se debe tener a las personas idóneas, que son pocas, y no se puede tener, en supuesto nombre de una “democracia participativa”, a cuanto imbécil, resentido y hasta criminal quiera hacerlo.  

Gracias al cada vez más peligroso y destructivo concepto de la tal “democracia participativa”, de manera maquiavélica e infame los criminales de izquierda han convertido a nuestras naciones de Iberoamérica en aviones condenados a estrellarse sin siquiera alzar vuelo pues llegan a ser piloto y copiloto sujetos que además de absolutamente incapaces, incompetentes e improductivos, también son criminales. Cero intervencionismos, cero interferencias, cero complicidades criminales y más respeto por las alianzas establecidas de manera clara y precisa.

François R. Cavard M.

Etiquetas: hispanoamérica, injerencia
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