Si quisiéramos ser libres
Si decidiéramos, si tomáramos la firme determinación de ser libres, si de verdad quisiéramos ser libres, tendríamos que tomar algunas decisiones como estas:
Si quiero ser libre, tengo que permitir que los demás lo sean. Mi libertad termina donde empieza la tuya.
Si quiero ser libre, tengo que aceptar algunas cosas que determinan lo que soy: soy varón o mujer, nací en esta época, estos son mis padres, este es mi país. Y estos determinantes debo conocerlos lo más posible, para poder crear mi propia vida en libertad.
Lo más complicado es tomar esta determinación: quiero ser libre. No quiero ser esclavo de nadie. Ni de un sistema, ni de una substancia, ni de un aparatito.
Esta firme determinación de ser libre no se toma de una vez por todas, se hace cada día, con cada situación. Exige vigilancia permanente.
Es un instinto, el más fuerte que Dios nos ha dado, pero hay que ponerlo en práctica constantemente. Y requiere hacerse responsables. Para ser libres nos hizo libres.
Si se toma en serio el ser libres personalmente y la libertad de todos, producirá el respeto a las personas, a su forma de vida, a la propiedad, la compasión vendrá naturalmente hacia los más débiles.
Pero si no se toma en serio la libertad personal, nos volvemos monstruos, déspotas, desconsiderados, ladrones.
Y nuestra sociedad refleja lo que somos individualmente. O somos o no somos.
Trabajemos con ilusión y esperanza en ser libres individualmente, seriamente, para que tengamos un país de mejor calidad, como se merece nuestra maravillosa naturaleza, nuestro país de la eterna primavera.