Entre pisos de cemento y clientelismos deshumanizantes
Por Julio Abdel Aziz Valdez
Todo mundo lo sabe, pueden preguntárselo a cualquiera, en efecto los hogares donde hay pisos de tierra y donde entran y salen gallinas y perros haciendo sus necesidades biológicas en el espacio doméstico es dañino para la salud, afecta las vías respiratorias, sistema digestivo y sobre todo las alergias.
Claro, sabiendo esto, este gobierno emprendió un programa para transformar aquellos pisos de tierra en pisos de cemento. Para ello han realizado los respectivos censos y reconocimientos de campo para luego comprar el material y contratar al personal especializado y transformar las viviendas, que por cierto en su totalidad forman parte de la población más pobre. Al fin dirían muchos, el gobierno se fija en los más necesitados. Esto solo se compara con aquellos programas de fertilizantes gratis, o el de remesas en efectivo condicionadas a que las madres llevasen a sus hijos a la escuela y a controles al centro de salud.
Si todo en la práctica suena tan bien ¿Por qué habría de criticarse? Pues bien, tanto los anteriores como el presente, parten del mismo punto: el pobre necesita del Estado para sobrellevar su pobreza, no para salir de ella. Me explico: un piso de cemento, mayor productividad en un pedazo de tierra pequeño y cultivando maíz, o llevando niños a escuelas mal equipadas con maestros sin formación y que además no llegan a dar clases, no sacan a nadie de la pobreza.
Las entregas de las supuestas ayudas a personas que no tienen nada, en todos lados del mundo, desarrolla una relación clientelar. O sea, te doy algo a cambio de que me des tu voto, así lo pensaron Alfonso Portillo, Álvaro Colom y la que ese momento era su esposa Sandra Torres y ahora lo piensa Arévalo.
Pero regresando al piso de cemento, todos los beneficiaros están ubicados en las áreas rurales más alejadas de los centros urbanos, centros que por cierto se han reinventado con el comercio, donde no hay pisos de tierra.
Millones de ciudadanos que día a día se la rifan para producir sus propios medios de vida y que no han necesitado del Estado para ello, ven cómo sus impuestos son usados para cambiar pisos, pero no me malinterpreten, pocos estarían en desacuerdo con que sus impuestos sirvan para que el pobre viva mejor.
Lo que no saben, es que como es de costumbre ese cemento ha sido sobrevalorado, los albañiles son empleados del gobierno, los fletes son costosísimos sobre todo si se hacen en los terribles caminos de acceso que este gobierno no mejora …en fin, estamos frente a otro programa que veremos en el próximo gobierno (si es que no se impone por medio del fraude la continuidad) sendos informes de anomalías y corrupción, ¿Por qué? pues bien, porque todos los programas del Estado donde se reparte con criterios eminentemente políticos, siempre serán corruptos.
De nuevo la lógica populista se termina imponiendo, de nuevo el pobre es utilizado como discurso, el ser humano degradado a tal punto que vemos que en público se le dice, con alegorías de justicia social, que es incapaz de hacerse responsable de su propia vida.









