El hojicidio de Samuel Pérez y los mareos del poder
Por Julio Abdel Aziz Valdez
¡Ah que Congreso tan pintoresco!, no tiene nada que envidiarle a lo que sucede en otras latitudes del mundo, donde los mandatarios de la nación se lían a golpes, insultan y amenazan, todo por mostrar su desagrado al contrincante, al que odian un día y al siguiente lo convierten en aliado.
Pues bien, de eso vimos en Guatemala recién iniciado el presente año. Un diputado intenta darle una carta de renuncia al presidente durante su comparecencia anual, para dar su informe, inventado, por cierto, al Congreso de la República.
En medio de la valla que le han hecho al presidente los diputados de su recién desaparecido partido, la mano del diputado que ha ostentado la presidencia de este poder del Estado por menos tiempo en la historia de Guatemala, quien además funge de hecho como jefe de una bancada inexistente (no existe partido) y que constantemente ha hecho gala de prepotencia, arrebata la carta a su compañero diputado y enfrente de él la rompe y arroja al viento los pedazos.
Las redes no dejaron pasar el momento, desde quienes creen que aquello fue un acto hasta cierto punto violento e intolerante, hasta los que defienden al susodicho, descalificando al otro diputado, más o menos en la lógica de “se lo tiene merecido”.
Pero este incidente no debería llamar más nuestra atención si no fuera porque, el diputado afectado interpone una denuncia en el MP por la “agresión”. Acto seguido, se da la primera declaración del año en la agenda del Ejecutivo para destituir, o, mejor dicho, para deshacerse de la Fiscal General, a quien acusan de golpista.
Esa declaración es: ¿acaso Consuelo Porras va a investigar el hojicidio? Haciendo mofa no solo de la denuncia de Bequer Chocooj, pero sobre todo intentando utilizar la marca registrada del genocidio por parte de la izquierda y utilizarla para nuevamente atacar a la Fiscal General.
Es interesante cómo la justificación de este tipo de actos cambia conforme se está en el espectro del poder, porque cuando los diputados del desaparecido partido Semilla, hacían este tipo de desplantes y obtenían la reacción (que es lo que buscan) pues no dudaban en señalar esto como violencia, pero ahora es solo una defensa a la integridad del presidente.
No me gusta pensar en términos de teoría de la conspiración, pero a veces es necesario, “piensa mal y le atinarás”. Desde hace un tiempo, los defensores del régimen en redes sociales se muestran más virulentos, ataques personales, insultos, amenazas y demás.
Esto no tendría nada de raro si no fuera por el detalle que estos son pagados con fondos públicos, pero el punto es que la paciencia de políticos en él poder está comenzando a desaparecer. La verdadera cara del progresismo está asomando hasta ahora en el Congreso, y con ello, toda su toxicidad. Creo que el diputado “hojicida” es solo una muestra más de embriaguez de poder, un trastorno que crece a medida que todo mundo se da cuenta que prevalece en medio de la incapacidad.
Como que se nos vienen con el 2025, más denuncias contra la libre emisión del pensamiento. Claro, al tener de su lado a gran parte del aparato mediático globalista, surgirán nuevos eufemismos como “hojicidio”, pero pronto hay que echar mano a la vieja confiable como diría Bob Esponja, “racismo, sexismo, clasismo, femicidicio” o el mejor de todos, persecución política contra funcionarios públicos (que gozan de salarios del primer mundo y hasta con seguridad)
Este desplante en el Congreso solo nos confirma lo dicho por otros: cuando los políticos son payasos hacen de la política un circo.