El gasto público: la ineficiencia en su máxima expresión
Por Marisa Jarquín
El gasto público ha sido una herramienta de los políticos para obtener popularidad, repartir favores y, en la mayoría de los casos, comprar votos. La visión del dinero del Estado como una “piñata” que puede golpearse hasta que se vacíe es la realidad en la política actual. Sin embargo, lo que muchos no ven es que no es dinero gratuito: proviene de impuestos, deuda o inflación; y los tres son dañinos para la economía. los guatemaltecos tenemos que entender que no hay un almuerzo gratis. Las Cuatro Formas de Gastar Dinero según Milton Friedman explican por qué el gasto público es ineficiente, Friedman ideó una simple matriz de incentivos y explicó de qué maneras se emplea el dinero:
- Tu dinero en ti mismo: elegirás comprar artículos de alta calidad al menor precio. Por ejemplo, si tienes Q2.000 y buscas un nuevo teléfono móvil, compararás los diferentes modelos y precios, buscarás ofertas y calificaciones, y, al final, te llevarás algo que crea que valdrá la pena.
- Tu dinero en otro: aquí, te preocupas por el costo principalmente, pero no tanto por la calidad, porque es tu dinero. Un ejemplo sería hacer una compra para el cumpleaños de un amigo con un presupuesto de Q200; intentarías no sobrepasar tu límite y tal vez comprar algo que pueda no gustar tanto.
- El dinero de otros en ti: aquí, no te preocupa tanto el costo. Cuando la empresa te paga viáticos en restaurante pides lo que se te antoja de menú. En esta situación, sabes lo que quieres y escoges el mejor producto posible sin preocuparte mucho por el gasto.
- Dinero de otros en otros: Esta es la peor forma de gasto. Y es la forma en la que gasta el Estado. El gobierno usa el dinero de los contribuyentes para otros. Esto significa que no tienen incentivos para gastar con eficiencia. Aquí no sabes exactamente lo que el otro quiere, por lo cual además de ser ineficaz en el gasto, es ineficaz igualmente a la hora de destinar recursos adecuadamente. No hay tampoco responsabilidad ni redención de cuentas, a nadie le cuesta nada gastar y gastar mal. El Estado asigna millones para construir un hospital, pero por corrupción y mala gestión, se gasta el doble del costo real y la obra queda inconclusa. Resultado: el dinero se desperdicia y la gente sigue sin hospital.
Cuando el Estado gasta, lo hace con el dinero de los contribuyentes, pero sin los incentivos de eficiencia y responsabilidad que da el sector privado. Por lo general, es corrupción, desperdicio y más deuda. Lo anterior no solo reduce la inversión y el empleo, sino que también disminuye el poder adquisitivo de la gente. El gasto público es deficiente debido a los incentivos: se incentiva a gastar, no a ahorrar o ser eficiente. Ya que el dinero no es propio, no hay sensación de responsabilidad para usarlo bien, por lo que el objetivo se convierte en maximizar el presupuesto para justificar obtener más fondos en el próximo período. En el sector privado, una mala inversión significa pérdidas en lugar de ganancias. Si se invierte mal, la empresa se va a la quiebra. Si se despilfarra en el gobierno, los ocasiona solo llevan a más cargas tributarias, más deuda o más inflación. El Estado no tiene los correctos incentivos para administrar los recursos con eficiencia y responsabilidad.