Estamos en una batalla entre el bien y el mal
Lo que está sufriendo Guatemala, es resultado de estrategias y tácticas de corto, mediano y largo plazo planificadas y ejecutadas para debilitar el Estado de Derecho y su institucionalidad.
La inscripción del partido Semilla, corrompiendo al Registro de Ciudadanos y al TSE, aceptando miles de firmas falsas, duplicadas y de personas fallecidas, fue el primer paso.
EL fraude electoral en la primera vuelta de las elecciones recién pasadas fue el segundo.
Ganando solamente una alcaldía a nivel nacional, tomaron la presidencia del Organismo Ejecutivo y desde la irregular toma de posesión hasta la fecha, no han parado de atacar la Constitución y las instituciones de justicia para evitar ser investigados aunque las pruebas en su contra abundan.
En el último acto de esta tragedia, 110 diputados le fallaron al pueblo que los eligió para servirlo y no para enriquecerse. En medio de señalamientos de compra de voluntades, aprobaron una ampliación tributaria corrupta e innecesaria.
Que los nombres de estos mercaderes queden para siempre en el muro de la vergüenza.
Malignamente trabajan para destruir nuestro país como lo hicieron con Cuba, Venezuela y Nicaragua, hoy dictaduras que manipulando la democracia la la destruyen.
Totalmente confundidos ante el ataque, despiadado, organizado con vergonzoso apoyo internacional, miles de ciudadanos que aman a su patria y no quieren verla caer en el abismo de una abyecta dictadura izquierdista, se preguntan qué hacer.
Por años se han dedicado a su trabajo honesto lamentablemente aprovechado por corruptos politiqueros para enriquecerse asquerosamente.
Esos buenos ciudadanos al fin están despertando y se preguntan desesperadamente:
¿Cómo reaccionar ante un ataque tan planificado?
Primero: Defendamos con firmeza nuestra Constitución Política y las instituciones del Estado de Derecho.
La izquierda las ataca permanentemente PORQUE SABEN QUE ES NUESTRA PRIMERA LÍNEA DE DEFENSA. Debemos apoyar con decisión toda accion legal tomada para protegerla.
Su solidez es la única esperanza de que sobreviva la democracia en su verdadero espíritu:
“Gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo”
Segundo: Seamos claros y firmes en nuestros principios, valores y creencias. Para defenderlos no existen medias tintas ni espacio para compromisos.
Solo hay un camino y es el correcto. Hay que refundar el Estado para que sirva al ciudadano y no se sirva de el.
La organización ciudadana debe ir más allá de partidos políticos corruptos. EL fundamento de la democracia son sus buenos ciudadanos.
Hay que tener claro que estamos en una batalla entre el bien y el mal. El bienestar general y la generación amplia de riqueza o el enriquecimiento de líderes izquierdistas tiranos como los de Cuba, Venezuela y Nicaragua.