El coronel Miguel Díaz B, ministro de Estado
Cecilio Peláez
Ha pasado un año desde aquel 14 a las 12 de la noche en que tomó posesión del cargo el nuevo gobernante. Una suma de desaciertos le ha acompañado, por ratos da cólera, por ratos da lástima, pero una ola de frustración acompaña a los guatemaltecos que, impacientes, esperan que alguien actúe ya.
¡Que actúe ya! No mañana.
¡Son muchas las esperanzas frustradas a través de los últimos gobiernos, tantas! Que a veces creemos imposible satisfacer las demandas de atención a todos los problemas.
Es tanto el déficit acumulado, especialmente en la infraestructura vial, que el nombramiento del coronel de Ingenieros DEM Miguel Díaz Bobadilla despertó una esperanza.
Una esperanza porque es un personaje alejado de la política partidista, quizás eso sea su mejor activo. Sin embargo, ese mismo detalle se convierte en un reto a vencer porque tendrá que enfrentar la voracidad de los diputados miembros del ex partido Semilla, de diputados distritales cuyo voto en eventos muy decisivos fue negociado como bananos en el mercado y algunos contratistas mafiosos.
Conocí al coronel Díaz cuando ingresó a la Escuela Politécnica como aspirante a Cadete. Luego, ya graduado, lo recibí en el Cuerpo de Ingenieros.
Los oficiales de Ingenieros que lo conocemos, podemos dar fe de su honorabilidad y capacidad ejecutiva.
Sabíamos de antemano que su liderazgo sería cuestionado porque una buena administración de ese delicado ministerio evidenciaría a una buena cantidad de creadores de corrupción, dentro y fuera de la institución.
El ministro Díaz, dentro de sus características y a lo largo de su vida, ha demostrado que caer es posible, pero lo es también levantarse con trabajo, humildad y sabiduría. Él ha crecido profesionalmente por esfuerzo propio, nunca necesitó padrinos para llegar tan alto, como lo logró en su carrera de soldado, maestro y comandante.
Se desvaneció el primer ataque que, con mala intención, lo ligaba a malos manejos. Inmediatamente después, aparece otra acusación infundada sobre la venta de armamento en desuso que realizó el Ministerio de la Defensa. No él porque nunca fue ministro de la Defensa.
Díaz es un profesional destacado en la academia militar y en la academia universitaria de cuyos tributos damos fe quienes le conocemos y por eso sabemos que, si lo dejan trabajar sin imposiciones absurdas, dejará el mejor recuerdo para Guatemala demostrando que en este país hay gente honesta con capacidad de ejecución y visión de Estado.