El ciempiés y la avaricia
Por Igumeni Inés Ayau
El amor al dinero es causa de tantos males y tantas guerras. Este amor insaciable lo vuelve ponzoñoso, como un ciempiés.
No es el dinero la ponzoña, es el amor desmedido al dinero. Ese amor excesivo al dinero tiene nombre: avaricia; y tiene consecuencias: la muerte en vida en esta vida, la propia y todo alrededor y quizás la muerte eterna. A quien que se deja llevar por ese amor al dinero todo le sale más caro pues paga con su felicidad y la de su familia. Nada lo sacia, ha decidido ser esclavo de la avaricia.
Esta avaricia se ve en personas, en familias que luego crean y participan en un sistema de gobierno que es más bien un desGobierno clientelista, contratista, mercantilista, corrupto, impune, avaro en desmedida. Un sistema de avaricia que roba sin vergüenza. Pobre el dinero, inventado para simplificar el intercambio desde hace milenios, pero la avaricia lo vuelve ponzoñoso.
Pero ser avaros y tener un gobierno de avaros no es lo que queremos la gran mayoría. Queremos un Gobierno que se ocupe más de su chance y deje a la gente con su chance de producir para mejorarse, mejorar a su familia y su país. El chance del gobierno es asegurar la paz, la justicia, la libertad, la vida, la propiedad, ser buen árbitro en el mercado y no estorbar; su chance no es hacer negocios y favorecer avaros, ni hacer chinche el país. La herencia de este sistema feudal anticuado e inservible con sus leyes y reglamentos vetustos que es lo que tenemos, obliga a ser obedientes y corruptos para sobrevivir. Ya basta.
Hay que reiniciar el sistema, actualizarlo, para que todos cumplan con su chance y se controle la avaricia.