Del Estado ladrón al Estado piñata en la “Nueva Primavera”
Por Julio Abdel Azis Valdez
Así de claras fueron las declaraciones de Milei en su visita a Italia, a diferencia de otros políticos de supuesta derecha en el continente que dicen que hay que hacerse cargo del Estado. En cambio, para el pensamiento anarco liberal se trata de regresar a la definición original, reducirlo a su mínima expresión y elevar en cambio la libertad del ser humano en su proyecto de vida. Ahora entiendo por qué aquellos personajes de derecha no lo eran tanto. En realidad, eran versiones baratas del totalitarismo que pretende hacer del Estado una nueva deidad, algo que se ocupe de todos y de todas las necesidades que de él emanen.
El desprecio total para la versión más nefasta de ese totalitarismo llamado izquierda, que en Guatemala nuevamente asoma su horrible cara, ahora con lenguaje inclusivo y una buena dosis de pretensiones pequeño burguesas.
Así es: para Milei los políticos son seres deseosos de controlar el Estado para sus afanes. Para la izquierda en general y la vernácula de Guatemala en particular, sus políticos son el non plus ultra de la integridad, tanto es así que no dudan en usar la imagen de jóvenes sin mácula y blancos como niños haciendo su primera comunión como sus representantes, al menos en forma publicitaria.
Pues no, estos siguen siendo más de lo mismo. La única diferencia entre votar por un político egresado de una prestigiosa universidad privada y otro sin formación alguna, es exactamente igual a los gustos para elegir calcetines. O sea, nada sustancial.
Pero regresemos al tema del Estado, el bandido estacionario, como afirma Milei, el que está al acecho en el mismo lugar y comete sus tropelías con impunidad, no le interesa la calidad de los servicios que se pueden prestar producto de la rapiña y expolio de lo que arrebata a la población, sino que producto de lo que logra arrebatar cuanto le puede quedar en su bolsillo
Les puedo asegurar que con este gobierno de la llamada Nueva Primavera, sus funcionarios, elevados a los cielos por la prensa prostituida, no asistirán, ellos o sus familias, a los hospitales públicos. Tampoco (peor aún), llevarán a sus hijos o nietos a escuelas públicas. Pero sí exigirán que se cobren más impuestos, para hacer de la ineptitud un mal presente en todo el país.
Para infortunio de estos nuevos ladrones, ya varios antes lo hicieron y tuvieron éxito en dicha labor, ¿Dónde vemos tal triunfo político? Pues en las colonias de casas lujosas que están en la periferia de la ciudad, las cercanas a las áreas exclusivas, que por cierto es de donde provienen flamantes funcionarios como la actual ministra de educación y sus asesores, o bien el de Finanzas o la de Cultura y Deportes entre otros.
Cuando en las fiestas de cumpleaños de los niños rompen una piñata y la mayoría de los dulces son recogidos solo por unos cuantos y, muchos se quedan con uno o dos, pues bien, la mamá del pequeño agasajado trae otra bolsa, para que salpique a los que no alcanzaron. Esta es la mejor analogía para presentar a los impresentables políticos que hoy pululan en el continente. Y en el caso de Guatemala, tenemos a europeos y norteamericanos exigiendo que haya otra piñata y que los niños que ya recogieron y se quedaron con los dulces, esta vez no participen porque les toca a sus retoños hacerlo.
El poder es adictivo para los políticos. Intentan justificarse y aferrarse a él, volvamos a Guatemala: la camarilla de los “nuevos” bribones no ha tenido empacho en querer destruir la misma institucionalidad para afianzarse, y desde esa torre de marfil, imponer no sólo su visión enfermiza de lo que debe ser la sociedad, sino que en el camino hacerse de los medios para que su vida ya acomodada se convierta en opulenta, para ellos mismos sino su descendencia.
La diferencia entre estos políticos de Semilla, otros que antes desfilaron por el Estado y otros que siguen parasitando de él, es que estos son mesiánicos, poseen el trastorno mental que los europeos y norteamericanos les inocularon y que los periodistas les hicieron creer. En resumen, son peores.