Un serio mandato de parte de Dios
Escuché un testimonio de un hombre que fue llevado al cielo en una visión, donde iba a tener una conversación directa con el Altísimo. Cuando estuvo en un ambiente sobrenatural diferente al humano, y pudo esuchar la voz de Dios, se le explicó que había sido llevado para conocer la temporalidad de la vida y porque había una orden muy importante que darle.
Eran años buscando a conocer a Dios y poder entender sus planes y sus propósitos y sabia que esto iba a suceder.
En una milésima de segundo pasó por su mente que cosa tan especial Dios le encomendaría, y resuelto a hacer todo lo que fuera posible para hacer la voluntad de Dios se imaginó lo importante que se volvería ese proyecto y lo mucho que podría bendecir a tanta gente necesitada.
Siempre quiso tener una oportunidad para no solamente ser un Empresario de éxito, sino también poder compartir con otros algo de lo mucho que Dios le había dado. Y creía que tenía el tiempo y los recursos para hacer algo paralelo para honrar el nombre de Dios. Y si era necesario, dejaría las Empresas a cargo de alguien y pondria sus cinco sentidos en hacer lo que Dios estaba por encomendarle.
Después de tantos pensamientos fabulosos, le dijo: Dime cuál es tu orden mi Señor y yo haré todo lo que sea necesario para cumplirla. Dios le contestó: Para mí es muy importante lo que voy a pedirte, y aunque al principio te parezca difícil de hacerlo, te ruego que no te des por vencido hasta que lo alcances: “Te ordeno que seas feliz”.
Cuando lo que yo llamaría, “EL GRAN EMPRESARIO” lo escuchó, le pareció que lo que Dios le pedía no tenía mucho que ver con los planes que él se había imaginado y que eso NO era muy importante como para haberlo llevado al cielo para decírselo. Pensó que ser feliz era demasiado fácil.
Pero Dios le explicó que El había creado todas las cosas que existen y que su mayor anhelo era ver a sus hijos felices, pero que nosotros nos complicábamos la vida con pequeñeces, nos enojamos por tonterías; guardábamos las ofensas hasta convertirlas en rencor y luego la mandábamos al inconsciente donde se transformaban en amargura. Vivíamos pendiente de lo que no teníamos sin valorar con lo que sí contábamos, y nuestra excusa de siempre es que sí las cosas fueran diferentes, entonces seríamos felices.
Si tú eres feliz le explicó, la gente que te escucha aprenderá más a causa de tu felicidad que por lo que tú haces. Tu familia y tus hijos aprenderán más que en una Universidad de élite y entonces les habrás enseñado que el gozo tiene el poder para curar enfermedades, para cambiar circunstancias, y lo más importante, para que otros crean en mí; porque hay mucha gente que se está perdiendo, buscando la respuesta en las drogas, en el adulterio, en las posesiones materiales, porque no les convence la vida de los que como tú, tienen tanto potencial para hacerle bien a los demás.
Y los cristianos ya no convencen a ninguno, porque no viven vidas diferentes. Viven vidas preocupadas y azarosas, no muy diferentes a los que no me conocen.
Hace 30 años de esa experiencia y este hombre se ha dedicado a ser feliz como una tarea que tiene que librar cada mañana, pero los frutos que ha logrado son tan impresionantes que entiende que sí era necesario recibir la orden del mismo Dios y en el mismo cielo, porque de otra forma él no le hubiera dado la importancia que tiene. Ser feliz es cosa de eventos. So soy feliz en un viaje, en una graduación, en un cumpleaños.
Tener gozo es una batalla diaria que depende mucho de lo que se maneja a través de tus pensamientos y que se vuelve un patron de vida. Es una decisión donde yo tomo las ordenes sobre mi cerebro y mi corazón. Tener gozo es conocer a Dios. El es mi amigo y mi Salvador.
Su manera de resolver las vicisitudes de la vida y los eventos que interrumpieron la reconfortante estabiliad de su rutina diaria, nunca le hicieron olvidar la realidad, que lo inesperado y lo no deseado pueden surgir en la vida; pero lo temporal de la vida nos debería permitir cambiar la adversidad por una solución vigente. Solución que transita por nuestras neuronas, transita por nuestra sangre, cuando hemos aprendido a disfrutar de cada momento a plenitud, sabiendo que que las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.
Su familia creció, aprendió a gozarse en las buenas y en las malas. Sus hijos crecieron sanos emocionalmente y aprendieron a afrontar las adversidades y a sacarles provecho a sus contrariedades y a convertirlas en grandes oportunidades.
El día de hoy escribe libros y narra con pasión la realidad de un Dios que habla, que enseña, que manifiesta y que entrelaza lo sobrenatural con esta vida efímera, para la cual fuimos diseñados para convertirla en grandiosa.