El aborto
Según las estadísticas actuales, hay un total de 85 millones de abortos en el mundo cada año. Y sólo en Colombia hay 400,000 abortos no registrados. Quiere decir que entre los no registrados en todo el mundo, puede haber un número mayor en nivel de la Estadística. Hay un 5 % de casos entre incestos y violaciones agresivas, pero hay un 95 % que son decisiones personales y abortos a causa de una noche de placer, muchas veces sin planes de ningún compromiso.
Es necesario mencionar una perspectiva real al destacar cómo muchas mujeres jóvenes, buscan relaciones de pareja debido a un vacío afectivo. También señalaré que entrar en una relación sexual es un compromiso mucho mayor, que considero debería ser para adultos maduros. Resaltaré que el cerebro adolescente, según los expertos, no está preparado para compromisos serios hasta los 21 años. Es fundamental enfatizar que las mujeres menores de esa edad, al enfrentarse a un embarazo no planeado, suelen pensar primero en el aborto para no truncar su carrera, pero dejaré bien claro que el aborto es un asesinato.
Es una vergüenza para la humanidad la cantidad de madres solteras que injustamente, les toca la responsabilidad de trabajar para darle a un niño todo lo que necesita, mientras el hombre con toda gallardía se atreve a iniciar una nueva familia. Y es que las objeciones más sólidas contra el aborto voluntario se fundamentan en principios éticos y morales que consideran la dignidad y el valor de la vida humana desde su concepción hasta su fin natural.
El aborto voluntario atenta contra esta dignidad al negar el derecho fundamental a la vida del no nacido. Y es que lo priva al no nacido de su defensa más básica: el derecho a existir y desarrollarse. Y es necesario mencionar que puede ser percibido como una interferencia en el plan divino y una falta de confianza en la providencia de Dios.
Los defensores del derecho a la vida promueven alternativas al aborto voluntario, como la adopción, el apoyo financiero y emocional a las mujeres embarazadas en crisis, y el acceso a servicios de atención médica y social. Se argumenta que estas alternativas respetan la vida del no nacido y ofrecen apoyo integral a las mujeres y familias en situaciones difíciles. Estas objeciones forman la base de la postura cristiana contra el aborto voluntario y reflejan el compromiso con la protección y promoción de la vida humana en todas sus etapas y circunstancias.