¡Basta ya, compatriotas!
La patria enfrenta momentos de oscuridad. Sus hijos una vez más tiemblan y se humillan ante el prepotente.
Vale la pena, hoy y siempre recordar fragmentos de este poema de Hugo Arce (Q.E.P.D), amigo querido y hombre valiente, víctima de criminales que aún continúan impunes. Aunque escrito hace muchos años al haber clavado la realidad en el tiempo parece escrito hoy.
Léanlo, analícenlo.
¡Despierten ¡
Dice así;
“Aquí estoy, viendo como tus hijos, tu pueblo observa impávido, ajeno, indiferente la destrucción de su patria, y con voz en la garganta y la sangre a flor de piel, levanto mi voz indignada para decir simplemente: bueno está pueblo pendejo, que estés acorralado, humillado, acobardado, que te juntes en rincones a comentar en voz baja, lo que ha subido la vida, la violencia de las calles, lo que hicieron con tu voto, los que hoy son tus patrones.
Bueno está pueblo pendejo, que te encaramen la pata, que te humillen que te engañen, que te ridiculicen, que te exploten, que te vendan, que te comercien y mientan, bueno está pueblo pendejo, que te lleve la tristeza, el hambre y hasta el cadejo, que un gobernante abusivo, prepotente y mentiroso, ponga su mano en tu cara, en tu bolso y en tu boca, que te suban los impuestos, que te bajen los calzones, que te traten como idiota, que desprecien, que te ignoren, que se gasten tu dinero en viajes, lujos y ropas, bueno está pueblo pendejo, que cada día que pase pierdas un nuevo derecho y que te encuentres hambriento, miserable, analfabeto.
Bueno está pueblo pendejo, que estés viviendo el inicio de una larga dictadura, de una larga pesadilla, te lo tienes merecido, por tu vocación absurda de alimentar a tiranos con tu indiferencia estúpida y tu falta de valor para defender lo tuyo, para erguirte como un hombre y dejar que tu voz se sienta, que tu voz la oigan los que nos gobiernan, bueno está pueblo pendejo, que en tu historia se han aprovechado de tu cobardía, de tu carencia absoluta de dignidad, de amor a la patria, y de sentido de libertad.”
Basta ya compatriotas. ¡Que corra sangre por nuestras venas!
Dr. Francisco Arredondo.