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Alfonso Abril

Alfonso Abril

AYAU: La Promesa Inconclusa

5 de junio de 2025/en Opinión/por Alfonso Abril

Por Alfonso Abril (Nadie)

«¡Cuánto tuvo que sufrir este pueblo
para llegar a ser tan bello!»

Nietzsche

«Lo que temo no es la estrategia del enemigo,
sino nuestros propios errores.»

Tucídides

I. Introducción. El propósito de una universidad liberal

Si la Universidad Francisco Marroquín (UFM) fue fundada para dar empleo a un grupo selecto de académicos liberales y secretarias, puede considerarse exitosa. En cambio, si fue fundada para contribuir a que Guatemala superara la pobreza, la inseguridad y la corrupción, ha fracasado.

¿Quién soy yo para criticar a una institución tan prestigiosa? No soy nadie. No he hecho nada. No vengo de ningún lado. Aún desde la distancia y fuera de las aulas, me duele, me duele profundamente, ver cómo el potencial de la UFM de provocar un cambio duradero en Guatemala ha sido abandonado por intereses y limitaciones personales.

Y aunque yo sea nadie, digo lo que pienso, con la esperanza de que, algún día, alguien con la influencia que yo no poseo pueda “privatizar lo ya privado”, transformar en patrimonio contable lo que ya es patrimonio moral, y así devolverle a la UFM el espíritu fundacional que la inspiró. Porque inevitablemente surge la pregunta: ¿quién es el legítimo heredero de la UFM?


II. Diagnóstico – Entre el legado y la inercia burocrática

1. Un liberalismo anclado en el pasado

Educar a la élite con los libros de Hayek no salvará a Guatemala. Las mayorías siguen hechizadas por la igualdad de Rousseau y la revolución marxista. Hayek tuvo su momento con Thatcher y Reagan en la década de los años 80, pero ese espíritu fue superado, y tengo la impresión de que allí sigue anclada la UFM. Repetir consignas sin nuevas reflexiones, y leer los mismos libros sin nuevos aportes intelectuales o cuestionamientos serios limita el futuro potencial del liberalismo.

Necesitamos un fundamento moral más profundo que “el orden espontáneo” o “la constitución de la libertad”. Requerimos el espíritu liberador de Moisés, la dialéctica de Sócrates, el fuego de Heráclito. Necesitamos el Dionisio de Nietzsche, el derrumbe de la torre de Babel de Kant y el caballo de Troya de Odiseo. Necesitamos la respuesta a la pregunta de Leibniz: ¿por qué hay algo y no nada? Necesitamos el laberinto de Borges y la fe de William Penn. Titanes grandiosos.

Necesitamos un éxodo y un génesis, y no una temerosa reforma para reducir impuestos, o una prudente separación de derecho público y privado, o una sugerencia de demarquía, como la que Hayek propone en Derecho, Legislación y Libertad. Necesitamos una revuelta moral e intelectual. Tenemos que limpiar la mesa y empezar de nuevo. Vivimos en un estado sosegado de inercia burocrática, y Hayek es demasiado tímido para provocar la refundación de una civilización.

2. La pérdida del liderazgo

Ayau no fundó la universidad para hacerse rico ni para engrandecer su poder. Su visión atrajo a grandes y por ello convirtió un barranco en un jardín de esperanzas. Si hubiese buscado riquezas o poder, pocos lo habrían seguido. ¿Cuál es la esencia de la universidad? La libertad y sus defensores. Es decir, su gente: la comunidad liberal. Su esencia no es el jardín, ni los edificios, ni su biblioteca. Todo eso sobra, si no está la gente unida por la causa. La libertad está en el espíritu. Y no en un edificio o un campus inertemente bello.

La UFM vivió un éxodo gradual de intelectuales -del más alto calibre- a partir de las medidas tomadas cuando Ayau e Ibargüen ya no estaban liderando. Vivo, sueño y respiro la hipótesis de que un grupo se consolida y se expande porque hay una visión de dejar “algo” mejor de lo encontrado y los sueños de los talentosos se alinean. En cambio, el grupo se divide, se fracciona, se traiciona y hay un éxodo de talentos porque la envidia, el resentimiento, la ambición de poder y de riqueza están gobernando los corazones de quienes toman las decisiones. Es la referencia de Caín y Abel. Y vaya si numerosos hermanos liberales se han distanciado desde que Ayau e Ibargüen no están.

Ibargüen fue el último gran rector. Intelectual, accesible, humilde. Su oficina, en el segundo nivel, cuya puerta siempre encontré abierta, era símbolo de cercanía. Y es muy lamentable ver que su proyecto de Ciudades Libres ya no tuvo mayor atención.

¿Y el actual rector? ¿Alguien recuerda alguna publicación? ¿Alguna conferencia? ¿Algún libro? Pareciera que se refugia en su búnker blindado fuera del campus y no brinda mayores aportes intelectuales. No critico la mediocridad del actual rector, solo observo que la categoría de la rectoría requiere un liderazgo intelectual de un alto grado académico. Un rector sin fuerza intelectual carece de la unidad en la esencia del pensamiento liberal. Si los catedráticos se subordinan por cierta certeza económica, el jardín, los edificios y la biblioteca carecen de la esencia que les justifica.

3. División generacional e institucional

  • Generación A (1900–1935): pioneros como Armando de la Torre, Joe Keckeisen, Félix Montes.
  • Generación B (1935–1975): consolidadores como Fritz Thomas, Eduardo Mayora, Paco Pérez de Antón, que en su mayoría han abandonado las cátedras o su participación en la dirección.
  • Generación C (post 1975): pocos visibles, muchos dispersos.

La idea de hijos y tierra une; y la ambición por riqueza y poder divide, lo que consolidó generaciones A y B se ha desdibujado, y la generación C carece de referentes. Internacionalmente brillan nombres como Adrián Ravier y Axel Kaiser. La UFM no ha sabido atraerlos. Buscan otras instituciones para desarrollarse profesionalmente.

¡Recluten a los insurrectos!, diría Odiseo. ¡Den esperanza a los rebeldes!, diría Dostoievski. Armen un ejército de jóvenes intelectuales insubordinados y den a ellos mesas largas para partir el pan y el vino más sagrado. Y una revuelta será inevitable. El espíritu dionisíaco debe prevalecer sobre el espíritu apolíneo. Allí están los jóvenes; solo hay que organizarlos. Claro que cometerán errores. Pero, ¿quién puede abrir brecha sin cometerlos? O como diría Voltaire: “me arrepiento de los pecados que no cometí”.

4. El fracaso de la reforma política

En 2006, Ayau lideró ProReforma y propuso reformar 72 artículos constitucionales. Su visión bicameral fue ignorada por el pleno del Congreso de la República. Poco antes de morir, solicitó disolver la asociación ProReforma. Fundó una universidad para influir en las élites intelectuales, pero no logró resultados claros. Quizás era mejor fundar varias ciudades libres, como sugería Ibargüen. Pero Ayau estaba anclado intelectualmente a Hayek. Y la propuesta de ProReforma se origina en Hayek. Entonces, naturalmente, a quien cuestiono es la influencia de Hayek.


III. Propuesta – una nueva estructura para la misma visión originaria

“Más allá de cierto punto no hay retorno.

Hay que llegar a este punto.”

Kafka

Platón fundó la Academia. La llamó la Academia porque se encontraba en un bosque sagrado dedicado al héroe Academos. Aristóteles fue el alumno más prominente de Platón; sin embargo, Platón eligió como heredero a Espeusipo, su sobrino (hijo de su hermana). Aristóteles no estuvo de acuerdo con muchas de las ideas de Platón, especialmente su teoría de las Ideas. Esta distancia filosófica también influyó en que no fuera considerado sucesor. Tras la muerte de Platón, Aristóteles salió de Atenas y años más tarde fundó su propia escuela: el Liceo.

¿Quién es el legítimo heredero de la UFM? ¿Un rector internacional? ¿El consejo de fiduciarios? ¿Los descendientes de apellido Ayau?

1. Convertir la UFM en empresa privada

La UFM opera como entidad sin fines de lucro. Propongo transformarla en una sociedad anónima con acciones, donde los interesados puedan comprar o vender acciones, y que los accionistas decidan sobre dividendos y el nombramiento del líder intelectual a cargo de la rectoría. Así, las decisiones tendrían consecuencias financieras para los interesados. ¡Qué más capitalista que una institución guiada por el capital!

Un rector excelente aumentaría el valor de las acciones; uno mediocre, lo reduciría. Esta capitalización buscaría atraer a los mejores alumnos y profesores y mantendría los costos burocráticos controlados.

¿Podrían capitalizarse unos US$50-100 millones vendiendo acciones? Quizás hasta más, dependiendo del nivel de deuda actual y de los costos burocráticos que puedan recortarse. ¿Y con esos recursos lanzar un plan de excelencia académica? Es posible. Y volver la UFM lo que fue la Academia en Atenas, en ese misterioso bosque de Academos.

Por supuesto, transformar la UFM en una sociedad accionaria implicaría riesgos, como el de subordinar la misión académica a intereses financieros. Para evitarlo, sería indispensable establecer salvaguardas institucionales que protejan la libertad intelectual como eje regente, independientemente del valor de mercado.

2. Apoyar la visión de las ciudades libres

Gabriel Delgado, nieto de Ayau, impulsa la idea de ciudades libres. La UFM debería apoyar similares proyectos, desde la trinchera intelectual. Así, Guatemala podría liderar un nuevo modelo fuera del marco estatal tradicional. La revolución no vendrá desde el Congreso de la República, sino desde la fundación de nuevos espacios, con ideas alternativas.


IV. El espíritu de Ayau y la rebeldía que falta

En mi opinión, la mejor conferencia de Ayau fue En qué creemos. Ahí definió su misión: la libertad.

Su mayor éxito: la UFM. Su segundo: sus libros. Su fracaso: la reforma de Guatemala. El cual es un fracaso de cada uno de nosotros, que debe mirarse al espejo y ver que tanto contribuimos en su momento a las propuestas liberales. ¿Usted cuánto tiempo y dinero le donó a Proreforma? ¿Pudo haber hecho más?

La influencia de Hayek ha sido central en el pensamiento de Ayau, pero tal vez es hora de cuestionarlo, como lo hizo sutil y elegantemente Ibargüen. Su segundo fracaso fue el modelo de gobierno corporativo de la UFM, aunque eso solo el tiempo lo haría evidente. Y me atrevo a afirmarlo por el éxodo intelectual.

Ayau me contó que, según Hayek, la Sociedad Fabiana había fundado la London School of Economics para divulgar las ideas socialistas. Le sugirió fundar una universidad en Guatemala como antítesis al socialismo, haciendo un ejemplo paralelo a la Sociedad Fabiana. Ayau lo hizo, de nuevo, guiado por Hayek.

Tengo la impresión que los liberales están divididos por pequeñeces. Hay que partir el pan entre hermanos y unirlos en una causa común: la libertad. Algunos confirman la idea que fundar una institución nueva puede ser más efectivo que intentar reformar una fallida. Moisés lo supo: no se puede cambiar la voluntad del faraón. Hay que irse. Y eso es lo que ha pasado con la UFM: los liberales se están refugiando en otras instituciones educativas, tanques de pensamiento o empresas privadas para desarrollarse profesionalmente.

Polibio, en el Libro VI de Historias, sostiene que toda autocracia, aristocracia o democracia inevitablemente degenera. No solo ocurre en política, sino en toda organización. La UFM no se salva. Una empresa privada que decae, los accionistas pierden el valor de su patrimonio y mantienen esa urgencia de corregir el rumbo. En una institución como la UFM, a pesar de ser privada, no hay accionistas y es difícil medir los resultados objetivamente y tomar decisiones contrarias a la voluntad del rector. Actualmente si el rector controla quienes ingresan al comité de fiduciarios, puede mantenerlos cautivos y no debe esforzarse por resultados.

¡Cuánto daría por retornar en el tiempo y encontrarme con mi mentor y abrazarle y razonar de esto con él! Ayau era suficientemente inteligente como para cuestionarlo todo, incluso el gobierno corporativo de la UFM. Estoy inclinado a creer que lo hubiese convencido de emitir acciones, ya que era un hombre que escuchaba y mis argumentos eran afines a su modo de pensar.

Ayau fue un hombre valiente. Lo recuerdo con cariño.

Reflexión final

Como Kafka, que dio voz al forastero atrapado en sistemas incomprensibles, escribo desde la posición de quien ya no pertenece. No lo hago desde un cargo, ni una cátedra, ni una oficina, sino desde el margen -como “nadie”- con la libertad que a veces solo se encuentra fuera de los muros del jardín. Quizás mi destino es esperar lo que me queda de vida sin poder entrar. Somos testigos que creímos estar dentro, pero descubrimos que ni la puerta ni el jardín eran para nosotros.

Estoy excluido, como Samsa, transformado en un insecto, siento el rechazo de quienes fueron mi familia intelectual. Ya no soy “uno de nosotros”. Voy a lo que creí que era mi alma mater y nadie me reconoce. A quien pregunto, responde con evasivas. Nadie se atreve a cuestionar al faraón que dirige un sistema burocrático engordado por tarifas excesivas de parqueo.

Pronostico que esperaré toda mi vida para volver a la UFM, y moriré sin poder entrar, y sin explicación. Como Nadie y el forastero, me refugio en la soledad existencial de quien grita desde fuera, porque desde dentro, no hay con quien hablar.

Etiquetas: liberalismo, libertad
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