Heredero del Hermano Pedro
Fray Horacio de la Santa Cruz, ministro local de la Orden de los Hermanos de Belén, explica la historia de la hermandad que fundó el Santo Hermano Pedro y narra cómo actualmente, los frailes de la congregación dedican su tiempo al cuidado de los ancianos.
Roxana Orantes Córdova
Fray Horacio es un religioso jovial y expresivo, que mantiene las puertas del hogar abiertas a los visitantes y aunque no le faltan donaciones para alimentar a los 14 adultos mayores que reciben cuidados en el lugar, comenta algunas de las necesidades más urgentes que tienen en este momento.
«Por ejemplo, no sería mala idea si la Municipalidad Capitalina donara todo lo recaudado en los pasajes de todas las líneas de Transmetro por un día. Para ellos sería un día, para la hermandad una enorme ayuda», expone. Y es que si bien «no les faltan los frijolitos, la verdura y los alimentos, que las personas generosas suelen donar, el hogar tiene algunas carencias que deben ser solventadas para que los residentes tengan mejor calidad de vida».
Las necesidades más urgentes, son un armario frío para los alimentos perecederos que corren riesgo de descomponerse; dos lavadoras y la remodelación del servicio sanitario, a fin de que los residentes tengan más comodidad y privacidad. El religioso apela a la generosidad de los guatemaltecos para lograr estas mejoras en el hogar.
Además de sostener la casa, donde los religiosos se esmeran en proveer una vida agradable a los ancianos, la orden inició un proyecto que está en construcción, donde se busca asilar a por lo menos sesenta adultos mayores y se incluirá a mujeres; así como una escuela de enfermería.
«Queremos formar a buenos trabajadores de la enfermería, que sigan los ideales del hermano Pedro», explica Fray Horacio.
La única orden religiosa fundada en América
En 1653, el Hermano Pedro fundó la Orden de los Hermanos de Belén, orden hospitalaria de Derecho Pontificio, lo cual significa que dependen directamente de Roma.
La orden fue suprimida en Guatemala en 1820, por decreto de las Cortes de Cádiz y el aval de los religiosos a la independentista Conjura de Belén. Aunque la orden siguió vigente en Tenerife, tierra natal del Santo Hermano Pedro, en Guatemala estuvo inactiva hasta 1984.
Fray Horacio era un veinteañero nacido en Antigua Guatemala que se unió a un grupo de jóvenes que conducidos por las hermanas belemitas, estudiaban la historia del santo, tan presente en Antigua Guatemala.
«La vocación no se puede explicar. Llevaba una vida normal y un día me encontré en camino de hacer vida religiosa. Fray Luis de la Cruz, quien vino para refundar la orden en su país de origen, me escogió por perseverante en los estudios. Mi mamá le pedía al Hermano Pedro que no me fuera a España, ya que allá estudié y residí varios años».
En 1987, Fray Horacio regresó a Guatemala y junto con otros hermanos de su orden, se establecieron en la casa de la zona 1 capitalina donde funciona el hogar.
Su vida de entrega y caridad, siempre en la búsqueda de proveer dignidad y apoyo a los ancianos bajo su cuidado, no ha sido fácil pero según comenta, está llena de satisfacciones tanto como de retos y trabajo incansable.
De sus días como estudiante en Antigua a la refundación de la orden y ahora, la cotidianidad con los residentes en el hogar, han pasado muchos años, pero Fray Horacio es uno de esos guatemaltecos que, con su vida, ejemplifica que todo es posible cuando existen fe y perseverancia.
