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«El teatro es magia, pero también disciplina»: Gustavo Salazar

6 de mayo de 2025/en 24/7, Guatemaltecos destacados/por edicion.247prensadigital@gmail.com

Con 46 años de hacer teatro, Gustavo Salazar sigue amando la profesión a la cual llegó de una forma accidental y con cierto toque humorístico. En todos estos años, tuvo la oportunidad de compartir escenario con las «vacas sagradas» de la escena teatral, pero además, incursionó en el canto, la danza y aspectos técnicos, como la escenografía y la luminotecnia. Formado en la Universidad Popular (UP), recuerda con cariño esa casa de estudios, donde llegó a ser docente.

Roxana Orantes Córdova

En 1978, Gustavo Salazar iba a cumplir 19 años y decidió que quería ser pintor. Se matriculó en la UP y el primer día de clases se confundió de puerta y entró en el aula donde estaban enseñando teatro. Así narra su inicio en la que sería la profesión que, 46 años después, sigue ejerciendo:

«A los 19 años nunca había visto una obra. Llegué a la UP porque quería ser pintor y el primer día de clase me equivoqué de puerta y me metí al teatro. Ahí conseguí a un par de amigas, a las que tengo años de no ver: Verónica Ortiz e Ingrid Izaguirre.

Cuando llegué…en aquel tiempo era peludo. Como sigo siendo. Y una de ellas me dijo: ¿Peludo, venís al teatro? Y me quedé en el teatro.

Creo que me quedé porque estaba joven y había un montón de chavas…Verónica era muy bonita. Pasé un tiempo inscrito, pero solo yendo a dar vueltas hasta que un maestro me dijo ¿cómo te ves dentro de cinco años en el teatro? Y pensé esto no es un juego. No voy a seguir perdiendo tiempo y aunque era la época de los grandes desmadres, comencé a tomar la cosa en serio».

¿Cómo era el teatro y la vida para un joven en aquel tiempo?

Para el actor no era muy rentable. Mi padre decía: «no vas a hacer nada en tu vida». Mi madre me apoyaba y yo un año antes me había ido de mi casa y nunca regresé, no porque hubiera maltrato. Simplemente, quería ver cómo era la vida.

Pasé la infancia en la zona 6, donde el tiempo transcurría jugando pelota y platicando en las esquinas. Al comenzar los estudios de teatro, ya no me gustaban las pláticas con los amigos de la zona 6, porque en la UP hablábamos de arte, leíamos mucho. Me había mudado a la zona 1, donde viví 32 años y el teatro me quedaba muy cerca.

No pensábamos en el dinero, éramos un grupo de jóvenes que a veces no teníamos ni para un café, pero nos gustaba mucho el teatro y queríamos aprender.

Los profesores eran muy estrictos. Grandes, en el sentido de todo lo que nos enseñaron. El maestro Rubén Morales era muy estricto y a veces se pasaba de la raya, pero él sabía cuando no habíamos comido. En su pequeña oficinita siempre había café y un pan que comer, pero también había una disciplina…a morir.

¿Cuál es la importancia del acondicionamiento físico para el actor?

Grande. Es un complemento, como estar bien comido, bien dormido…tuvimos la suerte de tener al profesor Roberto Castañeda, maestrísimo que nos sacaba el jugo. No solo fue primer bailarín sino hacía artes marciales…nos daba una clase donde combinaba danza, expresión corporal y artes marciales. El actor debe combinar el bienestar de mente y cuerpo, porque si mi mente está mal, mi cuerpo también.

En aquel tiempo hacíamos media hora de expresión corporal antes de entrar a escena, nos gustara o no nos gustara. Ahora he visto chicos que se quejan de la expresión corporal, otros que no han llegado cuando suena la primera llamada. Eso es problema, porque la puntualidad es tan importante como la expresión corporal, la voz y otras herramientas del actor.

¿Cómo vamos a llegar sin prepararnos a una función? Es como llegar con hambre.

En todos estos años, ¿te dedicaste únicamente al teatro?

Por supuesto hice otras cosas, como estar en el grupo de danza de la USAC, donde soy uno de los fundadores. Pero mi vida, más que todo fue ser actor.

Soy egresado de la UP. Fui técnico teatral, di clases como treinta años en la UP. Esporádicamente di clases en colegios e institutos, de teatro o danza.

En 1999 estuve encargado del Teatro de Cámara del Teatro Nacional, donde iba como tramoyista o técnico. En aquel tiempo, no había un renglón en el Estado para tramoyistas. Estábamos como carpinteros. Estuve un año. La diferencia es que en la UP era menos técnico y más actor. En cambio, al Teatro Nacional llegué como técnico.

Jamás me imaginé que iba a ser maestro de la UP, y llegué a ser maestro por muchos años. me siento bien con la profesión. A principios de los noventa me incorporé a un grupo de danza de la USAC ,en aquel tiempo nadie daba un centavo por nosotros.

Amigos del ballet y otros que estudiaban danza nos criticaron fuerte. El único que nos echó porras fue el actor y escritor Manuel Corleto, que nos dijo: «ustedes van a hacer algo».

En el tiempo de la pandemia me dieron una medalla. El maestro Navichoque me llamó para darme el reconocimiento por los 25 años de Danza USAC.

También estuve un tiempo cantando en el coro de la Catedral, donde aprendí muchas cosas. El actor debe estar preparado para todas las disciplinas que se relacionan con el espectáculo.

¿Qué elementos crean eso que se conoce como la magia del teatro?

Una obra puede estar muy bien hecha, pero es la suma de varios elementos. Aunque se les llamaba elementos secundarios, una obra sin escenografía, sin iluminación y sonido está muerta, es como si fuera un conversatorio.

La iluminación, el sonido y la escenografía ayudan a crear la magia del teatro, donde todo es un complemento. La obra tiene que estar bien montada, los actores bien concebidos en cuanto a sus papeles. Igual vestuario, maquillaje.

Entendí después de estar metido en este medio fabuloso que el llamado complemento es tan importante como la obra. Me confvertí en luminotécnico y tuve la dicha de ser el escenógrafo de la UP. Esas son las armas que me dio la UP, el campo teatral, la vida en el teatro…con esto me defiendo, de esto vivo todavía.

¿Hubo época de oro en el teatro guatemalteco?

Claro que sí. Existían las vacas sagradas. La época del teatro de oro en Guatemala si existió. No es que ahora no haya buen teatro, pero se perdió la mistica. Viví los tiempos de la trilogía de Manuel Galich, cuando donde no se podía hacer teatro político, pero lo hacíamos porque éramos jóvenes, para llevar la contraria al Estado que nos prohibía ese tipo de teatro.

La UP tuvo la dicha de tener colas de gente para entrar. Eso nos queda de recuerdo. Cuando yo hice teatro para estudiantes la entrada eran 2 quetzales apra adultos, 50 para niños…ahora el teatro nos compensa en lo económico, porque nos volvió profesionales, pero aquella fue la época de oro.

¿Cuáles son tus experiencias teatrales más recordadas?

La Trilogía de Manuel Galich fue especial. Estuve como técnico en El Tren Amarillo, como actor en el Último Cargo y en el Pescado Indigesto y luminotécnico. También trabajé en teatro para niños. Por supuesto, hicimos todos los cuentos clásicos, pero me marcó El gato con botas, porque hice el papel de gato.

Amigos míos llevaron a sus hijos, que más de 30 años después me siguen diciendo «gato».

Trabajé con mucha gente que dejó legado y creo que actualmente, falta mística. Hacíamos obras con esencia, apegados a lo que el director pedía. Incluso la comedia, debe ser sin vulgaridad. El teatro no es juego y hacer comedia es lo más difícil que hay.

Comedia, obra política, clásica o de cualquier género pero el valor del teatro es tener un contenido de enseñanza y educación, no solo para mí, sino para los actores que vienen y para el público.

Para tí, ¿qué es el teatro?

El teatro te abre muchas puertas. Un día entendí que no es solo para actuar, te abre la mente. Una escuela de arte te da técnica, identidad y mística teatral. A partír de ahí te volves profesional, porque en las artes hay que ser profesional. No todo es gratis, hay que hacer un esfuerzo, porque los resultados vas a verlos después.

El teatro es magia. Es una diversión pero sana, de enseñanza. El teatro es un ente de cultura. Un país sin teatro es inculto. Si un actor no sabe leer, en el teatro aprende mucho.

Me preguntaron alguna vez ¿Qué volverías a hacer? y por supuesto, volvería a entrar al teatro.

Etiquetas: cultura, Teatro
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