Un pequeño referente para las finanzas de la izquierda a nivel local (VI y final)
Por Julio Valdez
Ya en los setentas, cuando se produce el crecimiento exponencial producto de las alianzas con religiosos, estos llegan a conocer las fuentes de financiamiento de la Iglesia católica, que tenía una red de Ongs financiadas por agencias que ya estaban presentes en Nicaragua, El Salvador y hasta en el sur de México. Algunas de estas agencias recibían dinero de gobiernos, partidos políticos, sindicatos y hasta de comunidades en varios países de Europa.
Para hacer el cuento corto, las ongs políticas comienzan a funcionar como agencias de empleo para militantes, además de que se desvían ingentes cantidades de fondos para financiar movilizaciones populares, propaganda, y hasta para formación política de quienes luego promueven la sedición. Entre 1986 cuando se instaura la primera presidencia con nueva Constitución, hasta 1996 cuando finalmente se firma la paz definitiva, las Ongs son las que logran mantener vivo el conflicto armado en el discurso, porque la correspondencia en el teatro de operaciones casi llega a desaparecer. Es más, hubo un segundo aliento para las ongs una vez se firmaron los Acuerdos de Paz porque existía la impresión construida artificialmente de que el Estado no iba a cumplir dichos acuerdos, entonces había que fortalecer a la llamada sociedad civil.
Para la década de los ochenta, la ongs en Guatemala asumen otro rol, el de denuncia de violaciones de derechos humanos fuera del territorio. En este punto es necesario recalcar que para el gobierno que surge del golpe de Estado de 1982, la guerrilla sufrió la derrota estratégica tal como lo reconoce el mismo Mario Payeras, pero la narrativa es transformada por completo y de repente la lucha no era para acabar con el Estado e imponer la dictadura del proletariado, sino para quitar del poder al ejército, al cual endilgaban la responsabilidad por la muerte de miles de inocentes. Para inicios de la década de los noventa, cuando las ongs se habían consolidado, el argumento maduró y se convirtió en genocidio. De repente y sin más, la guerrilla comunista había desaparecido.
Cuando los supuesto testigos-victimas dieron sus declaraciones en el juicio por genocidio, todos sin excepción afirmaron, ante la pregunta formulada por la defensa sobre si vieron o no a los guerrilleros en sus comunidades antes o después de los hechos que ellos narraban, todos fueron contundentes diciendo no, o sea, la estrategia de la acusación era que las acciones realizadas por el ejército eran casi producto de la “locura genocida” pues porque no había guerrilleros que atacar. Esto obviamente era una mentira pero refleja la forma como la historia pretendía ser contada.
Las ongs no son expresiones de la sociedad civil, de serlo sus propias fuentes de financiamiento saldrían de los miembros que la constituyen. Sin embargo, eso no es cierto. Desde que se formaliza el partido Democracia Cristiana Guatemalteca, sus miembros llegan a la conclusión de que era necesario contar con entes “sociales” que les ayudasen a dar ayudas a sus bases sociales como lo relata Rodrigo Veliz (Véliz Estrada, 2023). De ahí que haya surgido el Instituto para el Desarrollo Económico Docial de Centro América IDESAC desde 1964, y luego de esto, decenas si no cientos que se propagaron antes y después del terremoto de 1976, algunas con más y otras con menos militancia, pero al final fueron cooptadas. Más adelante, cuando se producen las grandes campañas de pacificación en el altiplano occidental de Guatemala y, mucha población guiada por la insurgencia, se refugia en México, nuevamente circulan miles de millones de dólares para sostener ongs.
Si hacemos cuentas en términos de tiempo, al menos observamos 20 años sostenidos de flujo de ayuda, mucha de la cual era proporcionada sin mayores requisitos, solo con la pura solicitud emanada de personas que decían ser personas con conciencia social. Es más, entre 1988 hasta la firma de los acuerdos de paz, hubo una Ong ligada a la facción ORPA denominada Servicios Jurídicos y Sociales SERJUS cuyo principal trabajo era precisamente legalizar ongs para que posteriormente pudiesen optar a financiamientos externos. En este contexto las diócesis de la Iglesia católica jugaron un papel muy importante porque igualmente conformaron sus departamentos legales que entre otras cosas hacían este tipo de trámites, para inicios de la década de los noventa, cuando prácticamente la opción militar se había abandonado, el abrir o mejor dicho cooptar espacios en la sociedad civil se convirtió en la nueva opción, otra estrategia de guerra. Esto es presentado con mayor claridad por David Stoll cuando presenta la serie de movimientos que se realizaron para mover la candidatura de Rigoberta Menchú al premio Nobel de la Paz en 1992 y luego, con su salida del cuerpo diplomático de URNG (Stoll, 2008).
Los robos a bancos, las extorsiones, el asalto a las finanzas públicas, como fue la cooptación de instituciones públicas como la USAC, sin contar con los financiamientos directos recibidos por parte de la URSS, el bloque oriental, Cuba y Nicaragua, formaron parte de la primera parte del sostenimiento económico de las guerrillas. Para mediados de los ochentas, cuando la narrativa del victimismo indígena se había instalado, los financiamientos a través de ongs florecieron, hasta algunos años después de la firma de los acuerdos de paz cuando se produce la tercera ola de lluvia de dinero que contradictoriamente provenía del mismo Estado, que fue obligado a cumplir con su parte de los acuerdos de paz, nuevamente asumiendo la derrota, y no como los gobiernos de Colom antes y el de Arévalo ahora dicen, reconociendo errores o crímenes de parte del Estado. Esto en realidad es el esfuerzo vano por hacer del Estado un cajero automático para los desplantes de quienes hoy en día siguen afirmando que el haber firmado un papel con testigos internacionales impuso la paz. Nada más alejado de la realidad, tanto para el Salvador como Guatemala el numero de muertos por hechos de violencia luego de esto se triplicó o más, la pobreza se mantuvo y las guerrillas devenidas en partidos políticos demostraron su falta de voluntad democrática y la incapacidad para desarrollar los cambios que intentaron imponer por la fuerza, al menos esa fue la experiencia en Nicaragua y El Salvador. En Guatemala fue peor porque la URNG demostró en menos de 10 años que nunca había tenido arraigo y en los siguientes 18 que jamás la iba a tener porque incluso ha llegado al ultimo peldaño para su desaparición.
Fueron las agencias de cooperación de gobiernos como Estados Unidos, España, Alemania, Reino Unido, Noruega y Suecia las que le dieron forma de programas de desarrollo a los acuerdos de paz, como un hecho sin precedente. Dichos acuerdos más que suscribirse entre el Estado y la diminuta e insignificante insurgencia, fueron entre los gobiernos de turno y dichas agencias, véanlo en retrospectiva: 12 acuerdos en total, que supuestamente respondían a las causas del conflicto. Ninguno de ellos desde el de derechos humanos hasta el de reformas constitucionales, tenía como contraparte a la guerrilla, o sea, excepto la incorporación de la guerrilla y su desmovilización, todos los demás eran por entero responsabilidad del Estado representado por gobernantes que ahora podemos catalogar de canallas. Pero claro, si es que todos los gobiernos desde Vinicio Cerezo, pasando por Serrano Elías, Ramiro de León hasta Álvaro Arzú, tenían entre sus filas a funcionarios, asesores y prestamistas provenientes del bien fortalecido brazo económico de la cooperación internacional, y si esto fuera poco, los gobernantes que siguieron hasta Álvaro Colom asumieron siempre su voluntad por hacer cumplir dichos acuerdos sin sentido, excepto claro está en lo que respeta al tema manipulado de derechos humanos que derivó en pago de resarcimientos y juicios contra militares, a pesar de que en los mismos acuerdos, esto se había descartado.
Los acuerdos de 1996 fueron suscritos entre canallas y miserables. La paz, justicia, reconciliación y desarrollo jamás fueron los objetivos.
Referencias
De la Grange Bertrand, R. M. (1997). Marcos, la genial impostura. México: Nuevo Siglo, Aguilar.
Gonzales Diaz, M. (14 de enero de 2022). BBC Mundo. Obtenido de https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-59992510
hemeroteca. (12 de mayo de 2016). Triunfa el NO en la consulta popular de 1999. Prensa Libre, pág. 1.
REMHI, p. (s.f.). https://www.remhi.org.gt/portal/metodologia-de-investigacion/. Obtenido de https://www.remhi.org.gt/portal/metodologia-de-investigacion/
Stoll, D. (2008). Rigoberta Menchu, la historia de todos los pobres de Guatemala. Unión Editorial
Véliz Estrada, R. (2023). «Triunfo electoral y derrota política»: Ríos Montt y las raíces del fraude electoral 1974. México: Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe CIALC.