De Arévalo a Arévalo, ejemplo y compromiso
Por Mario Mérida
La mayoría de los guatemaltecos conoce y celebra los aportes del ex presidente Juan José Arévalo Bermejo (1945-1951), en la redirección del país hace setenta y nueve años, principalmente en la educación, seguramente basada en la experiencia acopiada durante su estancia en México, que relata Álvarez P. (1947[1]), en uno de los párrafos de su libro “El presidente Arévalo y el Retorno de Bolívar: “La impresión que México dejó en Arévalo, su permanencia en la ciudad visitando establecimientos educativos de todo orden, en aquella época en que México vivía realmente en efervescencia cultural, está registrada -diecinueve años después- en su discurso del 9 de noviembre de 1946, al recibir del Ministro de Relaciones Exteriores, Doctor Castillo Nájera el “Gran Collar del Águila Azteca”. Sin duda, existen otras personas -las menos- que cuestionan su desempeño al frente del primer gobierno de la “Primavera Democrática”. Señalamientos que cobraron vigencia reiteradamente durante la pasada campaña electoral tratando de opacar la participación del licenciado Bernardo Arévalo, hijo del expresidente.
Los aspectos relevantes del doctor Arévalo surgieron de la investigación histórica, para documentar mi primer libro “Testigo de Conciencia, periodismo de opinión documentado” (2000), en el cual hice referencia a la Revolución del 20 de octubre (1944), como punto de partida de una nación renovada con una nueva Constitución de la República de Guatemala (11/marzo/1945), que marcó el inicio de la historia contemporánea de la nación guatemalteca, con la participación desinteresada del Ejército.
La Constitución heredada de la Revolución (1944), fue influenciada en su contenido por el contexto histórico nacional, la situación mundial, que nos encadenó en defensa de los intereses nacionales norteamericanos, país recién salido de la 2da. Guerra Mundial (01/septiembre/1945), que indudablemente nos arrastró a una posición de apoyo político e ideológico al país con el mayor poder en el continente americano, como sucede aún.
La mención de la “Revolución del 20 de octubre” es un antecedente necesario, para identificar una de las causas principales y el aprovechamiento del espíritu democrático del doctor Juan José Arévalo, por los militantes del Partido Comunista de Guatemala (PCG), para relanzarlo con el nombre de Partido Guatemalteco de los Trabajadores, PGT (28/09/1949). Pero, tambien para desciplinar a quienes abusaron de esa oportunidad dedicándose a generar inestabilidad, principalmente por parte de los activistas pro-Moscú, obligando al presidente Arévalo a clausurar la Escuela “CLARIDAD” (1945), órgano de formación y difusión del partido con base en el artículo 32 de la Constitución: “…Se prohíbe el establecimiento de congregaciones conventuales y de toda especie de instituciones o asociaciones monásticas, así como la formación y el funcionamiento de organizaciones políticas de carácter internacional o extranjero. No quedan incluidas en esta prohibición, las organizaciones que propugnen la Unión Centroamericana o las doctrinas panamericanas o de solidaridad continental.”
La decisión del presidente Arévalo de cerrar la escuela Claridad, estaba en consonancia con su opinión respecto al comunismo, recogida en su libro “Despacho Presidencial[2]”: “El segundo mal de la democracia es el comunismo. La democracia es la organización de todas las clases sociales de un país, armonizadas por leyes generosas que le dan a cada una su valor y su lugar en el desarrollo económico y cultural. Cada clase social dentro de la democracia tiene los derechos que le corresponden por la función económica y cultural que desempeñe en la Nación. La doctrina comunista está hecha de hipótesis generalmente inadmisibles”.
La cita anterior coincide con la afirmación de Arévalo sobre el marxismo, expresada durante una de sus tantas disertaciones en universidades extranjeras. En argentina, 03/marzo/1931[3]), expresó: “La miopía y la estrechez de las doctrinas debían ser superadas por una interpretación francamente metafísica, genuinamente especulativa de los destinos humanos. Unilateralidad bastarda del materialismo marxista era incapaz de explicar las más hondas preocupaciones de la sociedad”.
El presidente Arévalo entregó el cargo al teniente coronel Jacobo Árbenz Guzmán (15/marzo/1951), derrocado con el apoyo del embajador estadounidense. A partir de este suceso el comunismo fue combatido como una ideología desestabilizadora del Estado guatemalteco, que llegó a convertirse en norma constitucional, aun en el Estatuto Fundamental de Gobierno promulgado por la Junta Militar que derrocó al general Romeo Lucas García en 1982. Quedando anulado en la Constitución política que dio inicio nuevamente al proceso democrático (1985).
Reflexiones finales
Este repaso acerca de Juán José Arévalo, además de un reconocimiento merecido, también sirve para recordar a su hijo -actual presidente- el legado heredado, como lo dijo Arévalo durante su visita a México: “…un humilde maestro guatemalteco que no había podido ir una sola vez a Europa -pero que en fue autorizado y asesorado para visitar durante un mes todo lo que quiso y pudo en aquella fragua pedagógica que generó Vasconcelos. La grandeza de la obra revolucionaria mexicana en el orden educativo”… (P. 19*)
Muchos guatemaltecos tenemos la esperanza de que el actual presidente Arévalo, gobierne de acuerdo a las circunstancias, teniendo siempre en mente el ejemplo de Arévalo padre, quien después de consolidado el 20 de octubre, expresó: “En tanto que los civiles poníamos nuestra contribución cívica, creando en la república el clima revolucionarios, algunos militares jóvenes como nosotros y como nosotros incontaminados de vileza, meditaban en la profundidad de su conciencia de guatemaltecos la diversidad de caminos: espectadores impasibles, o bien cómplices activos, o bien libertadores. Y así como nosotros señalábamos el horizonte revolucionario, ellos fijaron la fecha y desencadenaron la tormenta”(P.129*).
[1] Álvarez Elizondo, Pedro. 1947. “El presidente Arévalo y el Retorno de a Bolívar. México (P. 19*)
[2] Arévalo, Juan José. 1998. Despacho presidencial. Guatemala. Editorial. Óscar de León Palacios, P. 276.
[3] Arévalo, Juan José (1985). La personalidad, la adolecencia y los valores