Un informe generador de posverdad
Parte de los descrito está en el libro “Venganza o juicio histórico”, publicado por el suscrito. 2014.
¿Por qué posverdad?
En términos generales, la posverdad es la adaptación y reconstrucción de los sucesos, con base en ideologías e intereses políticos, tergiversación que resulta útil para fiscales y jueces, alineados con quienes se benefician del manoseo emocional de quienes ignoran la verdadera historia. Para fines de este artículo, es mejor ceñirse la definición propuesta por la RAE: “Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales. Los demagogos son maestros de la posverdad”.
Hace cuarenta y un (41) años el ejército guatemalteco inició el proceso para desactivar el enfrentamiento armado interno, surgido del fallido intento de Golpe de Estado al presidente y general Miguel Ydigoras Fuentes (1960) por un grupo de militares, cuyo fracaso terminó en un alzamiento, autodenominado Movimiento Revolucionario 13 de noviembre (MR-13).
Orígenes del enfrentamiento armado interno (EAI)
Los integrantes del MR 13 terminaron aliados con la facción militarista del Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT), hecho que la CEH dejó de lado en su corto recorrido histórico (1960-1996). Los lideres militares Marco Tulio Yon Sosa, Luis Turcios Lima, Luis Trejo Esquivel y Rodolfo Chacón, viajaron días después a Cuba para su adoctrinamiento ideológico.
Las acciones iniciales de la guerrilla fueron violentas. Desde el principio plantearon el aniquilamiento del Ejército. Ejemplo es la emboscada de Zunzapote Km. 133, jurisdicción del departamento de Zacapa, en la fallecieron un oficial y 14 soldados.
Durante el gobierno del licenciado Julio César Méndez Montenegro (1966), se intentó convencer a los alzados en armas para que depusieran su actitud bélica. Ofreciéndoles para ello una amnistía. El responsable de llevar el mensaje a Turcios Lima fue el canciller Emilio Arenales Catalán. Empero, meses más tarde falleció Turcios Lima, en un confuso accidente de tránsito. Para algunos, preparados por las fuerzas de seguridad del Estado; para otros fue una acción planificada desde el interior del movimiento armado[1] debido a las conversaciones sostenidas con Arenales. Igual confusión existe actualmente con la muerte de Irma Flaquer, que, a decir del licenciado Danilo Rodríguez, provino de la Dirección de las FAR. Mario A. Mérida G. 1999. Testigo de Conciencia[2]. Lo que no obvió la promulgación de la amnistía ofrecida.
El contenido
Dentro de los antecedentes del EAI, es ineludible hacer mención resumidamente sobre la injerencia cubana, como fundadora del movimiento antiimperialista, situación a la que la Comisión de Esclarecimiento Histórico (CEH) solamente dedica escasamente los párrafos 17 y 18 en las páginas 22 y 21 de su informe.
Una de las falacias con las que inicia el informe, es la afirmación de que la insurgencia nació como una respuesta de un sector de la población ante los diversos problemas estructurales del país, y que por ello siguieron la ideología marxista desde la perspectiva cubana: “Tan pronto tomó el poder, el gobierno revolucionario de Cuba[3] lanzó un programa para exportar su revolución a otros países del hemisferio, especialmente a la región del Caribe”. Las invasiones e intentos de invasiones de Panamá, Nicaragua, República Dominicana y Haití, se sucedieron en un corto trecho durante la primavera y el verano de 1958. El apoyo de los funcionarios cubanos a expediciones militares contra los gobiernos de estos países, ha sido comprobado sin lugar a dudas.
Fue tal la demanda de los grupos subversivos por asistir a entrenarse a La Habana, Cuba, que el Departamento de América estableció una lista de prioridades y de cuotas para aceptar alumnos en sus centros de entrenamiento[4]. Entre 1980 y 1988 la mayor cuota fue ofrecida a los subversivos de El Salvador, Guatemala, Colombia y Honduras. La prueba de fuego para los egresados de estos centros de adiestramiento, fue su participación activa en la guerra interna librada en Nicaragua, para derrocar al presidente Anastasio Somoza.
Debido a que la mayoría de países no tenía relaciones diplomáticas con Cuba, exceptuando México, Panamá, y a partir de 1980 Nicaragua, los subversivos viajaban por medio de estos países a Cuba, en Cubana de Aviación o Aeroflot la Habana y de allí a la provincia de Pinar del Río, conocida como la ciudad del tabaco.
Lo ocultado
El informe de la CEH fue influenciado por lo que los comisionados aseguran haber padecido. Así se colige de la lectura del epígrafe tercero del prólogo su informe, en el que afirman: “Los comisionados guatemaltecos vivimos toda la tragedia en suelo patrio y, en una u otra forma, la padecimos”. Pareciera que documentaron supuestas agresiones en su contra.
La decisión de ubicar los orígenes del enfrentamiento, justamente con el derrocamiento del presidente Arbenz, coincide curiosamente con las declaraciones de la dirigencia del EGP en 1981 al tratar de justificar la revolución guatemalteca, con la siguiente afirmación: “Desde que fue derrocado el gobierno de Jacobo Arbenz en 1954, la mayoría del pueblo guatemalteco ha buscado la manera de orientar al país hacia la solución de los mismos problemas… La contrarrevolución puesta en marcha por los Estados Unidos y aquellos sectores nacionales decididos a retener todos y cada uno de los privilegios, dispersa y desorganiza a las fuerzas populares” (Stephen Schlesinger y Stephen Kinzer. Fruta Amarga. P. 281).
El patrocinio cubano a los movimientos armados en América Latina se estableció en la primera conferencia de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), respondiendo a un interés estratégico de la ex Unión Soviética, que necesitaba una presencia política militar en el continente americano bajo la influencia de los Estados Unidos.
Los comisionados obviaron documentar la presencia de la ex URSS:” yo no puedo menos que sentirme complacido con los acontecimientos en Cuba… Estoy convencido de que otros países latinoamericanos también se levantarán a luchar por su independencia”. Nikita Khruschev[5], Dicha presencia debió tener por lo menos unos 20 párrafos, para explicar la incidencia y apoyo logístico de la URSS a los grupos armados por medio de La Habana, Cuba.
En fin, el informe final de la CEH dejó más sombras y pocos claros oscuros acerca de lo sucedido a partir de la constitución del primer movimiento armado interno en el país.
Lo positivo de la llamada memoria del silencio, es que no acalló el debate, sino abrió la puerta para que los principales actores del EAI, ya sea por catarsis, venganza, denuncia o interés académico, aportaran información que ayuda a terminar de comprender las razones que originaron este indeseado pasaje de nuestra historia, que también golpeó a otras personas ajenas política e ideológicamente al enfrentamiento entre el Estado y la insurgencia[6]. MSc. Mario Mérida. 23/02/2024. 4/7 Prensa digital. Guatemala.
[1] Turcios Lima “sólo es responsable de lo que pasó en Guatemala hasta el 02/10/1966, justo el día en que la misma guerrilla lo asesinó”. Carta enviada por su hermana al elPeriódico, 04/07/2000. Página 12.
Y en Siglo Veintiuno 06/11/2002, página 10:” El 2 de octubre de 1997, personalmente escuché la confesión de Ricardo Ramírez y Tita, de que el asesinato del comandante Turcios fue mediante sabotaje con bombas, pero como ciertos cínicos, a la CEH quisieron decirle que habían sido los trecistas.
[2] Publicado por el autor. 2000.
[3] Mérida G., Mario A. 2000. Testigo de Conciencia. Guatemala. Páginas 25 y 27.
[4] Marín, Juan de Dios, 1965. Estuve preso en una escuela de terrorismo en Cuba. Selecciones Readers Digest (español). Pág. 44.
[5] Declaraciones a la Revista cubana Bohemia con motivo de la inauguración de la OLAS.
[6] Las acciones realizadas por estos grupos fueron entre otros el atentado el 11 de febrero de 1966 contra el coronel norteamericano Harold House; ajusticiamientos, asaltos a bancos, robo de vehículos, agresiones contra periodistas, como Rafael Escobar Argüello, Pedro Julio García[6], atentados terroristas contra edificios públicos, secuestros con fines económicos y políticos; entre ellos el secuestro del presidente del Organismo Judicial, Romeo Augusto de León (4/5/1966).