¿Habrá invasión? ¿Cómo la denominarán?
El titular de Prensa Libre -“EE.UU. y ONU coordinarían acciones sobre Guatemala”- de esta semana causó sorpresa, zozobra, irritación y por supuesto comentarios más serios de personas preocupadas, por el rumbo y estabilidad política de nuestro país. Los irritados, hablan de injerencia y de hasta una probable invasión, como las que acostumbran los militares y políticos norteamericanos.
Últimas invasiones de EE.UU. en el continente
La invasión a Granada se denominó “Operación furia urgente” (25/10/1983), la misma se justificó por la militarización de la isla y la presencia de cubanos destinados a la construcción de un aeropuerto, que según fuentes de inteligencia norteamericana se constituiría en una amenaza para la seguridad de EE.UU., ya que este serviría para el arribo de aviones soviéticos en apoyo de los grupos armados que operaban en Centroamérica. Desde el punto de vista militar se sustentó con base en la inestabilidad política existente en la isla y el riesgo en que se encontraba un grupo de estudiantes norteamericanos que asistía a la universidad St. George. Como era de esperarse, el Ejército Revolucionario Popular de Granada fue derrotado por las fuerzas de invasoras. Las tropas norteamericanas se retiraron dejando un nuevo a cargo.
Panamá tuvo la misma suerte de Granada y, me refiero a suerte porque el gobierno de turno logró atraer la atención del Departamento de Estado y de la CIA (EE.UU), que decidieron ir a capturar al General Manuel Noriega.
La “Operación Causa Justa” (19/12/1989-31/01/1990) fue recordada treinta años después por Lucía Blasco reportera de la BBC[1]. (20/12/2019), que inicia resaltando el número (26,000) de efectivos encargados de esta acción militar ordenada por el George H. W. Bush. A continuación describe los primeros momentos de la acción militar: “Faltaban 30 minutos para la medianoche cuando la alerta sísmica se disparó. Y entonces, aquel día de hace 30 años, solo se oyó el ruido de las explosiones: una avalancha de cazabombarderos estadounidenses surcaba el cielo de Panamá en vuelo rasante, dejando un estruendo de turbinas y proyectiles tras de sí”.
Blasco, recoge el comentario del sociólogo y escritor panameño Guillermo Castro Herrera, quién recuerda: «Utilizaron artillería y aviación para bombardear las zonas más densamente pobladas de la capital, donde había una gran cantidad de población viviendo en caserones antiguos de madera».
Según el reportaje el objetivo principal era la captura del General Manuel Noriega, aparentemente resguardado en el cuartel central de las Fuerzas de Defensa del ejército panameño, situado en el barrio El Chorrillo. Sin embargo, toda el área alrededor de este objetivo estratégico “desapareció entre las llamas, junto a un aeropuerto y varias bases militares en Ciudad de Panamá y en Colón”. Mientras se sucedían los enfrentamientos entre invasores y defensores, Noriega corrió a refugiarse a la embajada del Vaticano, que fue temporalmente su residencia hasta su rendición (03/01/1990) y con esta la disolución del ejército panameños.
Noriega, fue llevado a EE.UU. en donde fue juzgado y condenado, a pesar de que desde antes de hacerse con el gobierno de panamá, era un informante de los servicios de inteligencia estadounidense: “No es un hecho desconocido que Noriega era un militar que estaba al servicio de la inteligencia estadounidense», indica el historiador Víctor Manuel Ortiz Salazar: «Hay biografías que comentan que, desde antes de ser militar, ya estaba al servicio de la CIA».
El país quedó afectado por los efectos colaterales de la invasión. De acuerdo con Ortiz Salazar, historiador y coordinador de investigación en el Instituto de Estudios Nacionales de la Universidad de Panamá: “Afectó a la sociedad en su conjunto; el país estaba dividido entre quienes anhelaban sacar al dictador y entre aquellos que veían la invasión como un acto de agresión por parte de Estados Unidos hacia el país».
Según la nota periodística la “Operación Causa Justa”, alcanzó sus objetivos. El primero fue desmovilizar al ejército de Noriega, el segundo restaurar la democracia para la sociedad panameña. Pero la «Operación Causa Justa» sigue siendo recordada por muchos -30 años después- como una herida abierta en la historia panameña que dejó un reguero de muertes -¿300? ¿3.000?- aún sin concretar.
Conclusiones
De nada sirve tratar de explicar que no hay razón para pensar en una invasión militar de EE.UU. a nuestro país, similar a las descritas o por iguales razones a las llevadas a cabo contra Granada con el apoyo de Barbados y Jamaica, para deponer al gobierno militar encabezado por Hudson Austin o contra Panamá (20/12/1989) para derrocar y capturar al general Manuel Noriega, acusado de narcotráfico.
En favor de la invasión se podría argumentar la existencia de 968 kilómetros lineales de frontera entre Guatemala y México. Franja territorial por donde se mueven a sus anchas las avanzadas de los carteles mexicanos, que ya se encuentran en el proceso final de la constitución del narco-foco. Esta falta de atención impacta la gobernabilidad de México. Así, como la seguridad interna norteamericana, ya que a través de esta frontera se desplazan los migrantes; los narcotraficantes movilizan la cocaína y el fentanilo hacia el demandante mercado estadounidense.
Personalmente, no creo en una invasión al estilo norteamericano o de Cascos Azules, considero que seguirán agregando nombres de guatemaltecos a las listas existentes.
Por el momento no existe un distanciamiento entre los gobiernos de Guatemala y EE.UU. Las autoridades guatemaltecas continúan asestando golpes al narcotráfico, extraditando a los acusados por los Estados Unidos y tratando de contener dentro del marco de los DD.HH la migración hacia ese país, más ya no se puede pedir.
Un aspecto relevante, es que hoy por hoy, no existe orden de captura -pública- contra algún alto funcionario de las fuerzas de defensa o policiales. El único paralelismo, que se podría argumentar en beneficio de una invasión Norteamericana, es la defensa de la democracia[2] en respuesta a las suplicas de algunos guatemaltecos, que sin conocerla creen que la están perdiendo y, por ello han acudido a los gobiernos norteamericano y europeos[3] para solicitar sanciones para Guatemala a pesar de que en estos países la democracia no esté tan sólida como se cree. Por ejemplo, en el caso de los Estados Unidos[4]: “: … de acuerdo con las encuestas, un 71% de los votantes estadounidenses piensa que la democracia está en riesgo”. Además, “si hay un elemento diferenciador del momento actual en relación con otros períodos de crisis en el país, es que hay un sector de votantes radicales que se niegan a aceptar los resultados de las elecciones cuando pierden”.
Para los guatemaltecos, solamente queda esperar que las presiones actuales se conviertan en un verdadero apoyo de Europa y EE.UU., a partir de la asunción de un nuevo gobierno (2024-2028).
[1] https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-50685275
[2] “Las autoridades indígenas destacaron la necesidad que el gobierno norteamericano imponga sanciones a los actores corruptos” Que aplique la ley Magnitsky y su inclusión en la lista Engel. Prensa Libre. 28/11/2023
[3] “Están socavando la democracia en Guatemala”, dijo a DW, en Bruselas, Luz Emilia Ulario Zavala , alcaldesa de Santa Lucía Utatlán, en Guatemala. Viajó a Bruselas para pedir sanciones para los miembros del Ministerio Público, motores de esta judicialización. Mirra Banchón. https://www.dw.com/es/reacciona-bruselas-ante-el-acoso-a-la-democracia-en-guatemala/a-67589242.
[4] Sebastián Royo. 25/enero/2023. Real Instituto Elcano. https://www.realinstitutoelcano.org/analisis/esta-muriendo-la-democracia-en-eeuu/