Un hombre recrea la Navidad de hace 125 años en su casa en Alemania
Hay dos cosas que llaman la atención de inmediato en el salón navideño de 1900. Por un lado, el árbol de Navidad es tan pequeño que está colocado sobre una mesa. Por otro, los regalos no están envueltos, sino dispuestos con elegancia. Así era la Navidad hace 125 años.
Por dpa/EP
«Había unas cuantas diferencias con respecto a hoy», afirma Valerio Bonanno. Él lo sabe bien, ya que vive desde hace años en un piso amueblado como en la época imperial. En su tiempo libre, también le gusta vestir y coleccionar ropa original de aquel periodo.
Con el pelo engominado hacia atrás, gafas de montura dorada y un bigote impecable, Valerio Bonanno parece recién salido de un antiguo retrato con marco en el estilo Jugendstil. Sin embargo, vive así en tiempos actuales, en una casa de época del siglo XIX protegida como patrimonio histórico en la ciudad alemana de Colonia. Desde hace un tiempo, este hombre de 33 años investiga cómo se celebraba la Navidad en Alemania alrededor del 1900.
Una mesa de los regalos casi vacía en 1918
Las fotografías de Anna y Richard Wagner, un matrimonio sin hijos de Berlín, aportan, entre otros documentos, algunas pistas. De 1900 a 1942, se fotografiaban cada Nochebuena con el disparador automático junto al árbol y los regalos.
Las imágenes reflejan los altibajos de su vida: en diciembre de 1918, por ejemplo, cuando acababa de terminar la Primera Guerra Mundial, la mesa de regalos quedó casi vacía. En la foto de 1927, en cambio, se los ve mostrando con orgullo una modernísima aspiradora «Progress».
En 1940, por el contrario, aparecen tiritando con abrigos de invierno debido a la escasez de carbón causada por la Segunda Guerra Mundial.
En aquella época, habría sido impensable montar el árbol a principios de diciembre. Su gran momento llegaba con la entrega de regalos en Nochebuena, y después solía permanecer armado durante semanas.
Otra diferencia con la actualidad es que los roles de cada miembro de la familia estaban mucho más definidos por las convenciones sociales.
Así, correspondía al padre encender las velas del árbol y tocar la campanilla navideña para anunciar el reparto de regalos. La madre se encargaba de la comida. Los niños recitaban poemas o cantaban. En las familias burguesas se tocaba música. «Era casi como una especie de representación teatral», asegura convencido Valerio Bonanno.
En Nochebuena tampoco se podía comer carne
El carácter de esta festividad era también mucho más religioso en la mayoría de las familias. «Lo fascinante es que el Adviento era un tiempo de ayuno», cuenta Bonanno. Por eso, en Nochebuena todavía no se permitía comer carne. «Un plato navideño clásico era la carpa. La oca no llegaba a la mesa hasta el día de Navidad», explica.
En cuanto al árbol en sí, era por lo general más pequeño que hoy. Las bolas de Navidad, las guirnaldas y otros adornos ya existían en la «época del emperador», incluyendo colgantes con el retrato de Guillermo II (Valerio Bonanno posee uno, aunque no siente ninguna simpatía política por el sistema autoritario de entonces).
Incluso ya se podían comprar guirnaldas de luces eléctricas hacia 1900. «Eran extremadamente caras, solo para las familias más ricas», señala.
Los regalos en la mesa de Bonanno son todos piezas originales de la época: los guantes son llamativamente finos, pues no estaban pensados para proteger del frío, sino para mantener las manos limpias y proyectar distinción. Los zapatos eran proporcionalmente mucho más caros que hoy, pero también duraban más, al igual que las prendas de vestir, que a menudo acompañaban a su dueño durante toda la vida. En cuanto a la sostenibilidad, el Imperio Alemán ya estaba más avanzado en ese aspecto. En la mesa de Bonanno también hay unos patines de metal para adultos importados de Estados Unidos.
Para Valerio Bonanno, la Navidad perdió magia
Bonanno no pasará las fiestas en su salón navideño decorado como antaño. Es de Sicilia y para Nochebuena asistirá a una reunión familiar cerca de Milán. Pero, ¿qué le parece más bonito: la Navidad de 2025 o la de 1900? «Desde luego, sufro mucho por la pérdida de magia en el mundo», afirma. Según cree, la fiesta ha perdido profundidad. «Y eso ha sido sustituido por el consumo, por los productos. Eso es algo que lamento mucho», asegura.









