¿Termina la hegemonía izquierdista en Latinoamérica?
Con el ajedrez político implementado por Donald Trump en Venezuela; la caída en la popularidad de Claudia Sheinbaum en México y las recientes elecciones en Chile y Honduras, donde la izquierda no logró pasar a la segunda vuelta, pareciera que el auge de la izquierda regional agoniza por muerte natural, consecuencia de los atropellos y abusos contra la libertad individual pero sobre todo, la pésima y veleidosa gestión que caracteriza a casi todos sus mandatarios.
En el caso de Xiomara Castro, tuvo una gestión marcada por la demagogia que ya es sello de la izquierda latinoamericana: asumió precedida por el aura de la «lucha contra la corrupción» y pronto se involucró en una serie de escándalos de corrupción; el cambio diplomático de Taiwán a la China comunista y una serie de políticas que «amenazan los derechos de propiedad de la inversión extanjera» (https://www.csis.org/analysis/bad-worse-xiomara-castro-administration-begins-weaponize-honduran-state).
Entre otros «esqueletos en el ropero», se divulgó el video de un familiar de los Castro-Zelaya señalando que el esposo de la mandataria, Mel Zelaya, habría recibido fondos de organizaciones criminales. Poco después, Castro desvinculó a su país de un tratado de extradición con EE.UU. que tenía cien años de existencia.
Todo lo anterior pudo haber redundado en la respuesta de ayer en la primera vuelta electoral, donde la izquierda radical resultó fuera del combate por la presidencia. Salvador Nasralla, del Partido Liberal, estuvo vinculado con la organización de las «caravanas de migrantes» amparadas por el ala izquierdista del Parido Demócrata.
En tanto, Nasry Asfura, quien logró la mayor cantidad de votos en esta ronda, es considerado el «protegido» de Donald Trump, quien lo considera un futuro aliado en la lucha contra el narco comunismo. Durante varios años, Asfura fue alcalde de Tegucigalpa y destacó por la construcción de infraestructura.
Al igual que en Chile, los resultados están por verse luego de la segunda vuelta. Pero queda claro que, aunque no gane la derecha afín a Trump y Milei, la izquierda sigue su camino de retroceso en el poder político en la región. En Guatemala, Bernardo Arévalo y sus huestes ya preparan su próxima campaña, con los COCODES recibiendo más fondos que algunos ministerios y un presupuesto que en realidad es «cheque en blanco».
¿Será posible que mientras Latinoamérica retorna a la sensatez Guatemala permanezca sumida en el caos socialista? Al parecer, considerando lo sucedido en Honduras, contar con la venia del señor Trump sería fundamental para cualquier candidato. Y para el país, lo será que la izquierda no logre pasar a una segunda vuelta electoral en 2026, independientemente de quiénes sean los finalistas.
