El vestido, la prenda femenina por antonomasia

Hoy se conmemora el Día Mundial del Vestido, creado para homenajear a esta icónica pieza del vestuario femenino y también para motivar la reflexión sobre la industria textil.

Redacción

Probablemente, el vestido más famoso de la época moderna es el halter plisado color blanco que usó Marilyn Monroe en la película La tentación viene de arriba (1995) y está considerado el vestido más caro del mundo, ya que se subastó en 1995 por US$5.6 millones.

Asociado a festejos y ocasiones especiales, como el famoso traje de novia, el vestido ha definido al género femenino, siendo un recurso indispensable para las actividades más diversas y hasta el siglo XIX, cuando los pantalones se colaron al armario femenino, prácticamente la única prenda de vestir que usaron las mujeres de todas las categorías y para cada actividad.

Sin importar la edad o época del año, las mujeres disfrutan estrenarlos y su importancia lo convierte en el gran aliado de las mujeres para cada momento.

Durante la llamada Belle Epoque (1890-1910), los vestidos eran largos (algunos hasta el suelo) y solían ser almidonados. Las grandes damas usaban accesorios exclusivos, como joyería y sombreros extravagantes.

Con mucho más modestia en telas, diseños y confección, las trabajadoras tampoco escapaban de los vestidos largos…hasta que Coco Chanel, además de introducir los pantalones femeninos, se atrevió a recortar la falda. Desde entonces, la moda femenina alcanzó libertades nunca soñadas pero si bien el vestido ya no es la única prenda que se usa para toda ocasión, sigue siendo el emblema de feminidad, elegancia y también comodidad para usar en casa.

La importancia cultural, emocional y económica del vestido sigue siendo la misma que hace cien años y seguramente, la prenda que este día recibe homenaje seguirá vigente por mucho tiempo.