Japón, seguridad de Taiwán y Tres Cadenas de Islas
Berit Knudsen
Las declaraciones de la flamante primera ministra de Japón, Sanae Takaichi, desataron una tormenta diplomática. Afirmó que un ataque chino contra Taiwán podría “amenazar la supervivencia de Japón”. La frase confirma el marco legal aprobado en 2015 que permite el uso de fuerzas de defensa colectiva con Estados Unidos. Provocó protestas y comentarios diplomáticos en Pekín, pero tras las acusaciones, Japón declara que su seguridad está unida al destino de Taiwán, como parte del sistema estratégico más importante del Indo-Pacífico: “las tres cadenas de islas”.
El concepto desarrollado por Estados Unidos entre 1947 y 1951, durante la Guerra Fría, buscaba impedir que la Unión Soviética y la China de Mao proyectaran poder hacia mar abierto. Estrategas como Dean Acheson y Chester Nimitz vieron que la geografía del Pacífico formaba arcos naturales con murallas defensivas. Esta doctrina operativa se convirtió en columna vertebral de la presencia militar estadounidense en Asia, con la que hoy define la competencia con China.
La primera cadena, cercana al continente, abarca Japón, Okinawa, Ryukyu, Taiwán, Filipinas y el norte de Indonesia. Encierra la marina china en mares estrechos, donde las salidas al Pacífico atraviesan pasos vigilados como el estrecho de Miyako o Bashi. Mientras esta cadena permanezca intacta, la capacidad china para operar en aguas profundas seguirá limitada. Por ello, Taiwán es más que cuestiones históricas. Si Pekín controla la isla y rompe la primera cadena, afectaría a Japón con un acceso directo al Pacífico. Para Tokio, con islas a poco más de cien kilómetros, Taiwán es la defensa que evita una presión militar constante.
La segunda cadena, formada por Guam, Marianas, Ogasawara, Palau y Micronesia, proyecta fuerza hacia la primera cadena, con presencia de Estados Unidos en el Indo-Pacífico. Guam funciona como portaaviones con bombarderos estratégicos, submarinos nucleares y sistemas antimisiles. La primera cadena es el frente; la segunda es la retaguardia indispensable para cualquier operación prolongada, línea que China buscaría neutralizar para impedir una intervención estadounidense en un conflicto por Taiwán.
La tercera cadena incluye Hawái y Alaska, vértices que se extienden hacia Samoa Americana y Nueva Zelanda. Es el corazón logístico y político de la estrategia desde donde el Comando Indo-Pacífico respalda a las otras cadenas en caso de crisis. Como nivel profundo en la arquitectura de seguridad, garantiza el control estadounidense en el Pacífico central en escenarios de guerra.
En 2014, el primer ministro Shinzo Abe reinterpretó el artículo nueve de la Constitución, aprobando leyes de seguridad en 2015. Así, Japón abandonó la política defensiva por el “derecho a la autodefensa colectiva”. La Estrategia de Seguridad Nacional de 2022 identificó a China como la mayor amenaza, comprometiendo 2 % del gasto en defensa. Taiwán y la seguridad de Japón se volvieron inseparables. Hoy despliega baterías antibuques y misiles de largo alcance en cooperación militar ampliada con Filipinas y Estados Unidos. Por ello, las declaraciones de Takaichi reconocen públicamente las estrategias militares de los últimos años. La primera cadena solo funciona con Taiwán fuera del control chino. Cualquier avance rompería el arco defensivo del Pacífico.
La frase de la primera ministra expresa que, si China ataca o bloquea Taiwán, no será un conflicto bilateral, sino un golpe directo contra el sistema que sostiene la seguridad japonesa desde 1945. Así, la arquitectura de las tres cadenas, lejos de ser un concepto del pasado, moldea el equilibrio del siglo veintiuno.







