La izquierda banaliza la justicia, la delincuencia se aprovecha
Por Julio Abdel Aziz Valdez
Una mujer mayor se presenta junto a un grupo de curiosos y activistas enfrente a tribunales y se pone un traje de hombre que le queda 5 tallas mas grandes, con ello se presenta como José Rubén Zamora, procesado por lavado de dinero, pero a quien sus fans defienden aduciendo que esto no es cierto.
Pese a que muchos de sus colaboradores ya lo admitieron, sostienen la idea de que es un preso político. Sobre esto, premios internacionales, menciones en medios de izquierda global y demás, para fortuna de sus hijos quienes encabezan dichas campañas y quienes han salido de la sombra de su padre ahora disfrutan del reflector. Toda una obra de teatro.
Por si esto fuera poco, un par de líderes comunitarios, responsables a todas luces de haber organizado y dirigido bloqueos de carreteras en el 2023, amenazando a automovilistas, transeúntes y hasta a sus propios vecinos. Lejos de sancionarlos, el gobierno los recompensó dándoles sendos puestos en la administración pública, remunerados con decenas de miles de quetzales.
Aunque después fueron procesados legalmente, su defensa acude nuevamente al tema de que actuaron así por la democracia. O sea, no niegan su participación sino la justifican ideológicamente. Así, todo el aparato estatal se volcó en la defensa a través de los medios y a nivel internacional, otra vez, en los espacios dominados por la izquierda global.
Pues bien, siguiendo con esta lógica, de litigar en medios y asumir la siempre confiable narrativa victimista, una mujer homicida se planta frente a los medios con altivez y desprecio en su voz, señalando que el sistema que la tiene tras las rejas es corrupto, que todos lo sabemos, y que responsabiliza al gobierno si algo le llegase a suceder dentro del lugar donde esta privada de libertad. Otra vez, se dejan por un lado las evidencias contundentes de su deleznable crimen: asesinar a otra mujer por ser mujer (ya con esto su crimen seria feminicidio) junto con su guardaespaldas (además la procesada tiene poder económico) la torturaron y mataron a golpes. Pero ahora ella es la inocente víctima, luciendo prendas de marca y cadenas de oro en tribunales.
Por último, un conocido marero, quien tiene en su haber incontables crímenes, interpone un amparo en la Corte de Constitucionalidad porque aduce que, con los cambios a la ley, ahora es terrorista, se le violan garantías y normas jurídicas, o sea, es ahora una víctima, no me extrañaría que adujera también que el producto de la marginalidad social que el sistema opresor le impuso.
Estos cuatro casos, tienen en común muchos aspectos. Todos han pasado de ser delincuentes y criminales a víctimas, y para ello basta con voltear la razón por la cual guardan prisión y, comenzar a plantear el sistema los victimiza o como dice la izquierda los criminaliza por hacer el bien. El cinismo al parecer no tiene limites cuando se trata de defender lo indefendible, como que los abogados penalistas ahora están comenzando a usar en verdad sus cursos de sociología y antropología más que los de ética y jurisprudencia. Llevar casos penales ahora es un tema no de leyes y su aplicación, sino de cómo el sistema se confabula. Al fin los discursos de Arévalo destruyendo al Ministerio Público y a los jueces han rendido sus frutos, les dio armas discursivas a los delincuentes y criminales.









