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Cecilio Peláez

Cecilio Peláez

Vientos de cambio. VIII parte y final

15 de octubre de 2025/en Opinión/por Cecilio Peláez

El ingenuo y el oportunista

Los oficiales, protagonistas de la rebelión que escribieron sus memorias, coinciden en que nunca hubo contacto con políticos ni personal civil durante el planeamiento de las operaciones, el movimiento fue eminentemente militar, sin embargo, también coinciden en que un pequeño grupo de estudiantes, entre los que la mayoría identificó a los hermanos Mario y Julio César Mendez Montenegro, Miguel Najera Sarabia y Marco Antonio Villamar, ingresaron al Cuerpo Militar, en horas de la madrugada, solicitando apoyar a los alzados.

También coinciden en qué, según los planes, al obtener el triunfo, se constituiría una junta de gobierno para convocar de inmediato a elecciones generales, la que estaría integrada por el Coronel Carlos H Diaz, Mayor Carlos Aldana Sandoval y Un Jurisconsulto de alto reconocimiento aún no determinado.

Pero a la hora de iniciar el movimiento, la hora H del día D, que marcaría de manera determinante el futuro de los alzados; esa grave diferencia entre vencer o morir, no apareció ni el Mayor Aldana ni el Coronel Carlos H Diaz.

A las 01:00 día 20, el Mayor Arana, quien tenia a su cargo el ataque al Palacio Nacional, estacionó su tanque sobre la 6a avenida y 9a calle, le dio el ángulo maximo de tiro al cañón y disparó una granada trazadora en dirección al Palacio Nacional.
En ese momento -prestos a atacar el Castillo de San Rafael de Matamoros- los artilleros estacionados sobre el Campo de Marte y Lo de Contreras, las ametralladoras pesadas en la zona 5 a la orilla del barranco que la separa de Matamoros, así como los tanques y morteros emplazados en Santa Cecilia y las piezas de artillería del Campo de Marte, prestas a atacar el Castillo de San José de Buenavista; al ver los destellos de la granada trazadora que tras ella expandía una luminosidad rojiza, iniciaron el fuego sobre los Castillos de San José de Buenavista y San Rafael de Matamoros, apoyados por los cañones de 37 mm de los tanques. La suerte estaba hechada.

La sorpresa fue un factor fundamental, los artilleros de ambos fuertes tardaron más o menos dos horas para identificar el sitio exacto de donde procedía el fuego de artillería y armas colectivas e iniciar los fuegos de contra batería que también pusieron en jaque a la Guardia de Honor.

La Infantería de Matamoros inició marcha de aproxImación hacia la Guardia de Honor pero por falta de información hicieron contacto y se empeñaron en combate con las ametralladoras que custodiaban la artillería de la Guardia de Honor sobre el Campo de Marte.

San José hizo lo propio, a eso de las tres de la mañana ya habían identificado el origen de los obuses que caían sobre sus instalaciones e iniciaron el fuego de sus cañones sobre las baterías de obuses de la Guardia de Honor emplazados en el Campo de Marte.

Esa madrugada el radio operador de la Guardia de Honor interceptó dos mensajes importantes, en el primero el Presidente Ponce ordenaba a la Fuerza Aérea bombardear la Guardia de Honor hasta reducirla a escombros, pero lamentablemente, el Capitán Pérez Jerez se había adelantado y las bombas de los aviones estaban en los almacenes de este Comando alzado.
Tambien ordenaba a Matamoros y San José, reducir a escombros, mediante el empeño de toda su artillería, las instalaciones de los rebeldes.

En el segundo mensaje, el General Torres, Comandante de Matamoros, informaba al Presidente Ponce Vaides que en el ataque a sus instalaciones, había encontrado la muerte su hijo (de Ponce), que defendía las instalaciones del Castillo, con el grado de Subteniente.

A eso de las 03:00 horas, relatan los protagonistas, el Teniente Salomón Villegas, cuyas piezas de artillería -emplazadas en Campo de Marte- hacían fuego sobre Matamoros, se dio cuenta que dos personas merodeaban, en la oscuridad, la posición de sus cañones. Procedió a capturarlas y resultaron ser dos oficiales que se encontraban de baja, el Subteniente Enrique De León Aragón y el Capitán Jacobo Arbenz Guzmán, los condujo a la Guardia de Honor y fueron ingresados al calabozo.

Poco más tarde, a eso de las 04:00 horas, ingresó a la Guardia de Honor el Coronel Miguel Mendoza acompañado de Jorge Toriello, este último fue enviado al almacén de Guerra para ayudar a distribuir municiones y equipo que estaban siendo requeridos para reabastecer las piezas empeñadas en combate.

A las O6:00 horas de la mañana del 20 salió el Mayor Arana acompañado del Coronel Mendoza y Jorge Toriello, seguramente con la intención de evaluar cuál sería el resultado de los acontecimientos porque cuando regresaron a las 09:00 se reunieron en el patio de las instalaciones militares, dudaban del resultado del alzamiento, habiendo sacado ya del calabozo a Jacobo Arbenz, amigo de Toriello, luego tomaron un vehículo y se dirigieron a la embajada americana.

Las piezas de artillería del castillo de San José de Buenavista más las correspondientes al castillo San Rafael de Matamoros continuaban en un duelo feroz contra las baterías de artillería de la Guardia de Honor apoyadas por armas colectivas, bajo el control del Mayor Arana y el Capitán Manuel de J Pérez.

La artillería de la Guardia de Honor urgida de destruir los cañones de San José y Matamoros mientras las piezas de estos últimos disparaban sin piedad contra las instalaciones de la Guardia de Honor y el emplazamiento de su artillería, dejando sin mucha atención los morteros posicionados en Santa Cecilia los cuales lograron dos impactos fulminantes con granadas de alto explosivo a las 09:30 horas en el almacén de guerra Santa Bárbara, del Castillo de San José de Buenavista -en el cual se depositaba munición y granadas- desatándose un Incendio de grandes proporciones que imposibilitaron la continuación de la férrea defensa que sus soldados condujeron.

A las 10:00 horas a instancias del Presidente Ponce, el Castillo San Rafael de Matamoros izó la bandera blanca.

Finalizando así la ferocidad conque defendieron sus instalaciones ante el asedio de artillería, ametralladoras pesadas y tanques.

A las 15:00 horas del 20 de octubre de 1944 se comunicaba a la población que el Gobierno de Guatemala estaba a cargo de una Junta Revolucionaria integrada por el Mayor Francisco Javier Arana, Capitán Jacobo Arbenz Guzmán y Jorge Toriello.

Las calles de la capital estaban inundadas de particulares que habían recibido armamento en la Guardia de Honor para sustituir a la Policía de Ponce Vaides.

Juan José Arévalo Bermejo, quien supo sacar ganancia del movimiento, en ningún momento fue visto ni oído, estaba en Argentina, de donde se trasladó a Guatemala el 10 de diciembre de ese año.

La ingenuidad política del Mayor Francisco Javier Arana y la mística militar del Capitán Manuel de J Perez y los oficiales que les acompañaron en el movimiento, permitió que Jorge Toriello y Jacobo Arbenz se adueñaran del control político cuyo epílogo fue el asesinato de Arana.

Luego de convocar a elecciones para el 19 de diciembre, el nuevo Presidente de Guatemala fue el Dr Juan José Arevalo Bermejo quien recibió el cargo, por medio de la Junta Revolucionaria de Gobierno el 15 de marzo de 1045
El 18 de marzo, a tan solo tres dias de recibir el cargo, Arevalo envía una carta al encargado de negocios de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas ( representante de la KGB) en México, agradeciéndole el apoyo económico durante la campaña e informándole con detalle la situación del país.

Para sucederlo después de su periodo de gobierno, los potenciales candidatos fueron Arana y Arbenz. En un complot entre Arévalo y Árbenz, para quitarse la molestia de Arana en las siguientes elecciones, lo asesinaron el 18 de Julio de 1949, iniciando así una larga noche oscura para Guatemala en que el asesinato fue la manera de eliminar contendientes políticos.

PS

En 1974, con el grado de Teniente, fui nombrado por el Señor Ministro de la Defensa Nacional, edecán del Señor General Miguel Ydígoras Fuentes, expresidente de Guatemala y alto funcionario del gobierno del General Ubico. Básicamente por un periodo de dos meses.

Mi trabajo consistió en sentarme a tomar café con el General a las 13:00 horas todos los días, mientras mi ayudante hacía los trámites para legalizar su estadía en Guatemala, retornando de un largo exilio.

Así, platicábamos hasta las 18:00 horas, momento en que se retiraba para acompañar a doña Teresita, su esposa, que ya sufría quebrantos de salud.

Tuve la oportunidad de escuchar toda la experiencia de su vida, los gobiernos a los que sirvió desde Manuel Estrada Cabrera hasta Jorge Ubico, su exilio y su periodo de gobierno. Historias que compartió generosamente más de una vez sin cambiar un ápice de su relato. Una de las anécdotas que me compartió entre café y carcajadas fue cómo, el 20 de octubre de 1944, a eso de las 09:30 horas salió del Palacio sin que lo pudieran capturar, dirigiéndose a la embajada americana a solicitar asilo.
«Cual va siendo mi sorpresa», me dijo, «cuando veo una sala abarrotada de gente, y acuclillados en una esquina, Jorge Toriello y Arbenz».

¡Váyanse se de aqui!- les gritó: ¡no sean babosos, ustedes ganaron!

Ambos se levantaron y pidieron prestado un teléfono de la embajada para comunicarse con Arana.

Cecilio Antonio Peláez M
Coronel de Ingenieros DEM

Castillo San Rafael de Matamoros
Castillo San José de Buena Vista, hoy Centro Cultural Miguel Ángel Asturias
Carta de Juan José Arévalo al embajador ruso en México
Etiquetas: historia
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