Cierre pesimista, coyuntura optimista…o lo que Dios quiera
Estamos a horas de que se haga efectivo el pago quincenal del mes de octubre, que marca el inicio del último trimestre del año y de bienvenida a últimas celebraciones populares, en las que sobresalen el día de la Virgen de Guadalupe, la conmemoración nostálgica de la llamada revolución de octubre, pervertida por el gobierno de Árbenz, el día de Difuntos, la Navidad y Año Nuevo.
Para algunos guatemaltecos los próximos dos años (2026 y 2027) no auguran nada prometedor, sino solamente un sombrío y crítico escenario, con miras a las próximas elecciones, que han dejado de ser un evento importante para los guatemaltecos, deseosos de que quienes se decidan a participar cumplan lo que prometen.
No obstante la lapidaria apreciación de una respetable mayoría de ciudadanos y resalto en negrillas ciudadanos, quienes creen que aunque la situación no pinta bien, aún hay tiempo para que el gobierno cambie el rumbo y, siembre por lo menos 50 semillas de las 100 que ofreció en campaña o bien concluir lo prometido para los primeros 100 días o iniciar un programa maestro para el cierre de su gobierno.
Platicando con don Sergio un señor de 60 y pico de años, quien ejerce el oficio de lustrabotas en el parque, aproveché para preguntarle que esperaría que el hijo del presidente Arévalo dejara como legado. No sin antes aclarar, que de nada sirve creer en que “algo se solucionará”; me respondió: “Lo primero, es solucionar la atención social en SOSEP, tengo más de un año y aún no he podido registrarme para alguno de sus programas. Tengo diabetes tipo 2 y un aparato en el corazón. Lo segundo, es la seguridad. Hay mucha violencia en las calles”.
Además, existen otros problemas que las personas comentan, como los relacionados con la salud, la educación y las carreteras y un tercer asunto es el costo de la canasta básica.
Creo, que este último trimestre, es justo el momento de un “alto” de reflexión político”, de cara a los setecientos cuarenta y cuatro días para que finalice el actual periodo presidencial; con la finalidad de revisar lo ofrecido en el plan de gobierno “Un país para vivir” (2024-2028), en el que se reconoce que: “El pueblo es la fuente del poder político legítimo, de la soberanía que nos empodera y nos reúne. Sin pueblo de Guatemala no hay Gobierno de Guatemala, ni un Estado garante del bienestar de todas las personas. Es para lograrlo que, por medio del voto, delegamos en el Gobierno mandatos específicos, facultades delimitadas y responsabilidades ineludibles”.
Un alto estratégico, servirá para revisar lo actuado versus lo ofrecido, con base en la situación actual, principiando por evaluar el liderazgo de los funcionarios del nivel estratégico, mediante la evaluación física de las metas, tarea que puede desarrollar perfectamente la Secretaría de Planificación y Programación de la Presidencia (SEGEPLAN). Es decir, no significa paralizar la administración pública y pasar horas sentados alrededor de una mesa.
Las elecciones que se realizan el próximo año para elegir Fiscal General; Corte de Constitucionalidad; Magistrados del Tribunal Supremo Electoral, Rector de la Universidad de San Carlos y al contralor General de Cuentas, son importantes, pero el proceso no es responsabilidad del Organismo Ejecutivo, excepto el marco de seguridad para la realización de cada uno de estos eventos. Los guatemaltecos ya no quieren la presencia de actores ajenos, que, en lugar de asegurar cierta transparencia, enlodan el ambiente y menos la creación de héroes de papel.
El gobierno tiene el tiempo y la capacidad institucional instalada, para arribar a conclusiones apegadas a la realidad, que coadyuven en beneficio de la credibilidad en la democracia.
Mario Mérida, 10 de octubre 2025