“Gallo-Gallina”, “ni chicha ni limonada”: así son el discurso y las acciones del oficialismo, con graves consecuencias para Guatemala
18,385 denuncias por extorsión entre enero y agosto de este año, son una cifra elocuente como para negar que las maras son grupos terroristas y considerar que se trata de grupos criminales que “en ocasiones cometen actos terroristas”, como dijo Arévalo hoy en La Ronda.
El diputado electo por Semilla, Samuel Pérez, aunque aparentemente tomó distancia de Arévalo, dijo días antes que “no todos los mareros son terroristas”, lo que individualizaría la responsabilidad penal de estos criminales, cuyo delito es precisamente, pertenecer a un grupo terrorista.
El gobierno busca quedar bien con Estados Unidos, pero esto podría implicarle darles la espalda a sus “padrinos” del Foro de Sao Paulo, como ya sucedió dos veces en la Organización de Naciones Unidas (ONU), cuando Guatemala se abstuvo de votar a favor del Estado palestino (por el que ya había votado a favor el año pasado) y cuando la representación guatemalteca se quedó prudentemente a ver cómo Francia Márquez y sus aliados del foro se salieron para no escuchar a Benjamín Netanyahu.
Con ese comportamiento oscilante, los chapines pueden prepararse para un final de gobierno mucho más dramático que el inicio, marcado por la poca actividad.
Arévalo, entonces, está ante una peligrosa encrucijada y su doble juego no podrá sostenerse por más tiempo, a riesgo de enemistarse con los izquierdistas de la región o bien, con su poderoso aliado del Norte.
Estas oscilaciones, promesas que no se cumplen y mensajes poco claros se tornan dramáticos en el caso de los enfermos de cáncer. En la campaña, el electo con aval de la UE y el Departamento de Estado ofreció “un hospital oncológico gratuito y de primer orden”.
A cambio de esto, Finanzas eliminó la asignación al Instituto Nacional de Cancerología (INCAN), la asignación que le permite subsistir y atender gratis a los pacientes derivados de los únicos dos hospitales nacionales en la capital.
La situación en el INCAN es dramática, especialmente para los enfermos y sus familiares. Pero esto no preocupa a Arévalo, cuyo ministro de Salud Pública ni siquiera ha ordenado que se comience a construir el famosísimo hospital oncológico, caso similar al del famoso Metro que seguramente no se va a construir, pero aunque su carencia afecte el tráfico y motive estrés a los guatemaltecos, no costará las vidas que sí cobra la falta de tratamiento para los enfermos de cáncer.