Arévalo justifica motines en cárceles como “reacciones” a cambios
Bernardo Arévalo intentó minimizar los recientes disturbios en las cárceles del país al calificarlos como simples “reacciones” de los reclusos ante las medidas impuestas por el gobierno.
Redacción
Según Arévalo, los motines son consecuencia de que los cabecillas de pandillas han sido aislados y privados de comodidades como pantallas y privilegios que tenían en prisión.
El presidente aseguró que “no cederán” frente a las demandas de los privados de libertad y que los incidentes se atienden bajo la figura de secuestros cuando trabajadores de Presidios son tomados como rehenes.
Sin embargo, la afirmación deja abierta una preocupación mayor: ¿hasta qué punto el Ejecutivo está normalizando que el control penitenciario se dispute con motines violentos que ponen en riesgo la vida de guardias, personal administrativo y hasta de otros reclusos?
El presidente insistió en que la política de recuperar el control de las cárceles continúa firme, aunque reconoció que los motines se han multiplicado en diferentes centros de detención.
La contradicción es evidente: mientras se asegura que la estrategia funciona, las revueltas siguen apareciendo, cuestionando la capacidad real del Estado para mantener el orden en un sistema penitenciario colapsado desde hace años.
Respecto al caso del centro juvenil conocido como Gaviotas, Arévalo dijo que “habrá que hacer una revisión” de las leyes aplicables y que se trabaja junto a la Secretaría de Bienestar Social para resolver la crisis.
La declaración, lejos de transmitir certeza, revela un gobierno que improvisa en medio de un escenario crítico donde los motines ya no son episodios aislados, sino la respuesta constante a la debilidad estructural de Presidios.
