Los datos no mienten ni tienen ideología (y este gobierno es el que tiene peor ejecución de todos)
Los datos son crudos y no tienen inclinación ni discurso ideológico. Y esto es lo que resulta evidente cuando se leen los artículos de El Economista, donde se revela la trágica situación de Guatemala, con números obtenidos de fuentes oficiales como el SICOIN.
Para los regímenes de corte dictatorial, cualquier disenso o crítica, por mínimo que sea, resulta un «ataque». Este es el caso de Arévalo, quien pese a contar con un presupuesto digno de un país desarrollado, sistemáticamente evade ejecutar en inversión para el desarrollo los fondos que acumula el Estado.
Las ampliaciones, préstamos, colocación de bonos, derivación e incremento de fondos para los CODEDES, conocidos como entes opacos y sin capacidad de ejecución, le proveen al régimen de la «nueva primavera» un barril sin fondo de dinero, como ningún otro gobierno había tenido y que pese a ello, se resiste o es incapaz de traducir la enorme abundancia en obras.
Sumado al deterioro de la infraestructura, que cada vez es más visible, el endeudamiento y manejo del presupuesto sui géneris que realiza el gobierno provocan una situación de crisis económica para el chapín de a pie que se acerca a la calamidad.
Los productos más básicos en la dieta del guatemalteco, como el aguacate, tomates y papas, por mencionar algunos que no sean maíz ni frijoles, llegan a precios inalcanzables para las amas de casa que ya están desesperadas. Entretanto, Arévalo mantiene un discurso triunfalista y exhibe cada uno de sus fracasos como si fueran éxitos, si bien el único éxito que se registra es el insolente enriquecimiento de burócratas que no hubieran logrado trabajar dos meses seguidos con puestos gerenciales en la iniciativa privada, pero que se vuelven millonarios a la sombra del Estado.
Es decir, de sus impuestos ciudadano guatemalteco que trabaja, tributa y sufre los embates de la peor administración pública en la historia del país.