Guatemala: los números de la vergüenza que dejan impasibles a los diputados y al gobierno
Tres niños fallecieron por desnutrición entre el 30 de marzo y el 5 de abril. El año pasado, en la misma semana epidemiológica hubo un bebé muerto por desnutrición aguda, que se diferencia de la desnutrición crónica en que la «aguda» es un eufemismo para designar al hambre, que en Guatemala mata niños.
En lo que va del año se confirmaron 6,365 casos de desnutrición aguda, 5% más que en el mismo período del año anterior, señala el reporte epidemiológico del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS).
No menos graves son los 258 homicidios que ensangrentaron al país durante el mes de abril, de los cuales más de diez víctimas fueron menores de edad, mientras el ministro Francisco Jiménez responsabilizó a una supuesta guerra entre grupos criminales.
Al parecer, los infantes afectados por el hambre y los que son víctimas fortuitas del abordaje que las autoridades le dan a la seguridad ciudadana, no están entre las prioridades del gobierno, que en cambio destina más de Q48.3 millones al mes para sostener a un ejército de 323 asesores, quienes según los resultados evidentes, no son lo más idóneo para aportar en la conducción del país.
En cuanto a la gobernanza y gobernabilidad, están lejos de ser objetivos para Bernardo Arévalo, quien además de soliviantar a los grupos indígenas decendientes de la guerrilla, mantiene una disputa constante con el ente encargado de la investigación penal.
El aspecto económico sigue en deterioro, con más de cincuenta buques varados en el puerto. Si algún día se logran descargar esas mercaderías, seguramente se habrán encarecido, por los millones que los importadores pagan cada día.
Por otra parte, el Congreso dejó de ser el circo donde reinaban personajes como Mario Taracena y se gestaban intentos como el «Pacto de Corruptos». En esta legislatura, los «dignatarios» superaron con creces a sus antecesores, y además de mantenerse firmes en que necesitan ganar más de Q60 mil mensuales, exhiben ausentismo, faltan a las plenarias y ofrecen lamentables espectáculos de diputadas «agarrándose de las greñas».
Hasta Esduin Javier, alias Tres Kiebres, otrora pintoresco alcalde, dijo que le da vergüenza ser diputado.
Guatemala está en medio de una situación crítica como hace muchos años no se veía, y las autoridades, lejos de tomar medidas emergentes y rectificar la ruta trazada, si es que la tienen, insisten en voltear la cara ante las muertes de niños por hambre y de centenares de guatemaltecos por violencia, mientras siguen culpando de esta vergüenza a los «golpistas» del MP, cuyo grave crimen es pretender el esclarecimiento de un proceso electoral tan amañado, que trajo a Guatemala hasta la debacle que los chapines viven cada día.