Semilla aglutinando a la izquierda: la suma de todos males
Julio Abdel Aziz Valdez
En efecto, así tenía que pasar. Los partidos de izquierda que salieron perdedores en las elecciones, se aglutinaron en torno a lo que podrían considerar el menor de los males. Es bueno recordar que antes de la primera vuelta varios intelectuales y activistas que siguen soñando con la gran patria socialista, plantearon una alianza estratégica de las izquierdas para alcanzar el poder y desde ahí generar los cambios necesarios para evitar la hecatombe que siempre están profetizando.
De este concilio acordaron promover la candidatura del abogado Juan Francisco Solorzano Foppa a la alcaldía de la ciudad de Guatemala, él serviría de puente entre la socialdemocracia blanca y pequeño burguesa y la izquierda morena y proletaria (planteado en términos marxistas para que se pueda entender por propios y extraños).
Dicha candidatura pronto se vino abajo, cuando el abogado en mención fue acusado por varios delitos, que luego admitió en aceptación de cargos. En su lugar, sube Ana Silvia Ninotchka Matute Rodríguez, quien deja entrever que la corriente semillista se impuso. Ahora bien, fue claro que con esta candidatura, URNG-Winaq aceptaron implícitamente que no tenían las suficientes estructuras partidarias en la capital. Por otra parte, el MLP de extrema izquierda etnicista y clasista, se desliga del proyecto, al no considerarlo suficientemente revolucionario.
En el camino tortuoso que tiene hacia la segunda vuelta, Semilla no cuenta con el apoyo significativo de las estructuras partidarias de izquierda, pero al parecer no todo está perdido. Estos partidos han dejado en libertad a sus activistas, que por lo visto tienen más presencia en redes que en sentir ciudadano y junto con la vigorosa estructura periodística que en mucho influye en la opinión pública, se volcaron a favor de Arévalo. En este momento es cuando los sublimes mensajes llenos de romanticismo de “Florecerás Guatemala”, en realidad reflejan la serie de compromisos que el partido realiza, tanto de forma como de fondo.
Si bien es cierto que la llegada a la segunda vuelta electoral de este partido venido de menos sorprendió a todos, hay que tener claro que el resultado no refleja un proceso de crecimiento sostenido, como todos los demás partidos políticos que ocasionalmente han llegado al poder. La premura de Semilla en alcanzar el poder, que consideran tener al alcance de la mano, los está llevando a aceptar en sus filas a activistas radicales e intolerantes, como se observa en los cientos de activistas en red, reales e inventados.
La idea es imponer la narrativa de que el candidato ya ganó y absolutamente todo lo que se ubique fuera de este discurso, es golpe o fraude. El partido, por lo tanto, necesita de los manifestantes profesionales, los que paradójicamente invocaba la encuesta CID Gallup cuando preguntaban a supuestos ciudadanos, si manifestarían en caso de que se impidiera la participación de Semilla en las elecciones.
Pues bien, el problema no es la pequeña bola de nieve que está en la cima de la montaña, sino la enorme bola que destruyó la población abajo. Esta es la mejor analogía que nos sirve para graficar lo que vemos ahora: la relativización del sistema legal en función de los “nobles propósitos” de la izquierda, la puesta en marcha de un periodismo militante, que prácticamente ha jurado que será complaciente y cómplice en un gobierno hipotético, (no es gratis); el envalentonamiento del activismo que igualmente está dispuesto a quemar todo lo que pueda arder si Arévalo no gana. Pero aún peor, si llegase a ganar, es seguro que habrá demostraciones de poder callejero para ganar un lugar en la mesa del nuevo gobierno de izquierda.
A esto se suman las diferencias con muchas comunidades religiosas. Más allá de que la agenda inclusiva sea cierta o no, los militantes y simpatizantes de Semilla han insultado, denigrado y menospreciado las creencias de una buena parte de la ciudadanía. Y muchos de estos que han exhibido su intolerancia hacia las religiones, serían flamantes funcionarios.
Los votantes expresarán su voluntad en las urnas, y así como hoy podrían regalar una victoria, mañana la pueden arrebatar. Solo espero que al final, ninguno de los dos contendientes tenga una victoria aplastante, tanto como para que el triunfalismo nuble el entendimiento y el ganador crea que el siguiente paso sea cambiar la Constitución, porque es claro que eso si podría encender conflictos donde antes no los había.