Cumbre de la CELAC ¿El “eje bolivariano” revive?
La retórica empleada por Petro, Sheinbaum, Castro y Díaz-Canel muestra un claro intento de reactivar un “eje bolivariano” actualizado, esta vez bajo el ropaje de justicia climática, soberanía regional y autodeterminación. En el caso de Guatemala, Bernardo Arévalo deberá decidir si quiere jugar el rol de mediador o el de aliado incondicional del bloque de izquierda. Pero no puede tenerlo todo: alinearse con un discurso antiestadounidense disfrazado de soberanía tendrá, tarde o temprano, costos en su relación con Washington.
Redacción
La IX Cumbre de la CELAC, celebrada en Tegucigalpa, ha sido retratada por varios líderes como un punto de inflexión para una supuesta integración regional y una postura de resistencia frente a las medidas arancelarias de Estados Unidos.
Sin embargo, desde una mirada crítica, lo que se vio fue una sobreactuación ideológica, un discurso con guiños a un pasado que ya demostró su ineficacia, y una peligrosa señal de alejamiento de los principales socios económicos de la región.




Un coloquio izquierdo, más que un foro de integración
Bajo el liderazgo de figuras como Lula da Silva (Brasil), Claudia Sheinbaum (México), Gustavo Petro (Colombia) y Xiomara Castro (Honduras), la cumbre se convirtió en una plataforma para relanzar una narrativa regionalista con tintes claramente ideológicos.
La constante referencia al «bloqueo» de Cuba, la defensa de los regímenes de Venezuela y Nicaragua, y las acusaciones contra Estados Unidos por su política migratoria o comercial, hacen pensar más en una CELAC ideologizada que en una comunidad pragmática.
El llamado a una nueva unidad latinoamericana, sin Estados Unidos (ahora que los fondos de USAID escasean), parece responder más a la necesidad de los gobiernos de izquierda de blindarse mutuamente que a una verdadera estrategia de desarrollo.
La propuesta de usar monedas locales, la creación de un fondo regional o el impulso a una cumbre “por el bienestar económico” suenan bien en los discursos, pero tienen poca viabilidad sin inversión extranjera, acceso a mercados internacionales y relaciones sanas con potencias como EE.UU.


¿Y Bernardo Arévalo? ¿Neutralidad o doble discurso?
El presidente guatemalteco Bernardo Arévalo intentó mantener una postura de equilibrio, apelando al “multilateralismo” y a la “vocación de diálogo” de la CELAC. Sin embargo, su sola presencia en un foro cargado de posicionamientos contrarios a Washington y su silencio ante declaraciones abiertamente críticas hacia Estados Unidos dejan abierta la pregunta: ¿realmente quiere Arévalo preservar una buena relación con EE.UU., o solo está jugando a los dos bandos?

Guatemala depende fuertemente de su vínculo comercial con Estados Unidos, tanto por las exportaciones como por las remesas de los migrantes. Si bien Arévalo no fue tan enfático como Lula o Petro, su respaldo a una CELAC más “independiente” y su apoyo tácito a una declaración en la que participaron países sancionados por violaciones a los derechos humanos, podría ser leído por Washington como un signo de alejamiento o falta de claridad.
Arévalo deberá aclarar si su visión de multilateralismo incluye o excluye a EE.UU. y si está dispuesto a enfrentar las consecuencias diplomáticas y económicas de alinearse con un bloque que ha hecho de la confrontación con Washington su bandera principal.