¡Rapiña!
De Q29,150 mensuales a Q66,300 hay una diferencia de Q37,750. Este es el monto que los diputados consiguieron subirle a sus sueldos para ganar incluso más que los magistrados.
Entre los 160 legisladores hay varios que tienen títulos de enseñanza media, algunos con «pensum cerrado», otros con dos o tres meses de estudios universitarios. Otros diputados sencillamente son hijos de políticos que hicieron de esa actividad el negocio familiar y en legislaturas anteriores eran conocidos como «dipukids», que ya crecieron y aprendieron todas las mañas, desde el transfuguismo a la negociación de plazas y contratos. Muchos de ellos siguen medrando en el Organismo Legislativo.
Además, están los más temibles: los contratistas del Estado y quienes tienen una sólida amistad con narcotraficantes, amén de algunas diputadas que llegaron a la curul gracias a esposos, ex maridos y hasta amantes de los que anteriormente fueron subalternas.
Al parecer, en el Congreso la carencia de ideología se suple con un pragmatismo que llega a un cinismo que no se había visto antes. Aparte del enriquecimiento rápido que les puede garantizar «unos centavos» cuando terminen su periodo de gestión, la motivación de algunos diputados más previsores puede ser la conformación de partidos, lo que les garantizaría un negocio redondo: con fondos del estado (sus sueldos, que salen de los impuestos), inscribirán organizaciones políticas para participar nuevamente en elecciones y seguir ordeñando a la vaca flaca que es Guatemala, donde cada vez abunda más la pobreza y la ciudadanía trabajadora sobrevive a duras penas, enfrentando el terrorismo fiscal que les exige pagar innumerables impuestos para sostener a la corrupta y cínica clase política que llega al «pináculo de su gloria» cuando logra curules en el desprestigiado Congreso, que no vacila en burlar no solo al pueblo sino a instituciones como la Corte de Constitucionalidad (CC).
La burla a la decisión de la CC no fue tomada en cuenta por este organismo, que podría estar amedrentado o convencido con alguna oferta «imposible de rechazar».
De otra manera, no se explica que esa institución, encargada de resguardar el orden constitucional, haya tolerado el evidente fraude de ley que cometieron los diputados para garantizarse el aumento al presupuesto que la CC suspendió en un fallo, además de que esa corte tampoco ha resuelto en definitiva ninguno de los recursos contra el vergonzoso y ofensivo aumento al presupuesto nacional que decretaron los «padres de la patria».
Similar situación ocurre con la Corte Suprema de Justicia (CSJ), que hasta el momento guarda silencio sobre varias solicitudes para retirar el antejuicio a más de un diputado y funcionario.
La rapiña en el Congreso trasciende todo lo conocido hasta este momento, al punto de que muchos izquierdistas y globalistas que han defendido al oficialismo, comienzan con una tibia oposición.
Entretanto, Guatemala no solo se desangra por la violencia incontrolada en las calles, sino subsiste con mucha dificultad, en un panorama dantesco que suma la crítica situación de la infraestructura a la carencia de inversión estatal en cualquier servicio público que pueda mencionarse.
Rapiña, la acción que mejor saben ejecutar los «dignatarios de la nación».