Cómo el progresismo socava al cristianismo
Por Salomé
Cualquier chapín con dos dedos de frente se da cuenta de que el progresismo exhibe sin complejos una estructurada cristianofobia. La hostilidad del pensamiento progresista hacia el cristianismo en particular y a la idea de existencia de un Dios en general, se alimenta constantemente con fondos públicos mediante un ejercito de influencers cuya única formación ha sido TikTok y los manuales que les llegaban de instituciones globalistas, como era el caso de la tristemente célebre USAID.
Si buscamos los orígenes del progresismo actual, llegaríamos a la Revolución Francesa, tan ensalzada por quienes, sin haber leído ni un solo libro sobre su historia y menos una obra de los filósofos de la ilustración, se quieren sentir muy chic, tal es el caso por ejemplo del diputado Raúl Barrera que, al igual que el progresista promedio, anhela fanfarronear de intelecutal y de estar del lado de quienes tienen la superioridad moral, es decir, de quienes ponen todo su empeño por desprestigiar el legado histórico y tradicional de la sociedad.
Los ilustrados de la Revolución Francesa persiguieron y mataron a miles de cristianos, bastaría leer un poco sobre La Guerra de la Vendée. ¿Pero por qué los persiguieron?, pues porque se dieron cuenta de que la iglesia estaba a la cabeza de la hegemonía cultural sobre la que, en aquella época, la aristocracia manejaba los hilos del poder y por supuesto que los ilustrados querían apoderarse de esa posición, como siempre argumentando que era en favor del pueblo. Como sabemos, los ideales de esa revolución volaron por los aires al momento de la llegada de un déspota de nombre Napoleón Bonaparte, pero eso es otra historia.
No nos detengamos ahí, las mismas ideas evolucionaron más adelante en el marxismo, que también anhelaba llegar a ocupar el lugar del cristianismo en la mente de la gente, pero por supuesto primero debían eliminar a Dios y sustituirlo por una suerte de filosofía social y moral que, paradógicamente había heredado del mismo humanismo cristiano. Durante los años 30’s del siglo pasado, el régimen soviético fusiló a mas de 100 mil religiosos ortodoxos rusos, se dinamitaron iglesias y las que no fueron destruidas se conviertieron en museos del ateismo, en las universidades incluso se llegó a enseñar la cátedra de ateismo científico, «la religión es el opio del pueblo» decía Marx. Incluso Yuri Gagarin al hacer el primer viaje por la orbita terrestre fanfarroneó diciendo que había viajado al espacio y no había encontrado a Dios.
Mientras estas atrocidades ocurrían en la Unión Soviética, los progresistas en Europa Occidental sabían que era contraproducente combatir al cristianismo de una forma tan frontal ya que, según la acertada observación de Antonio Gramsci, el sentido común de la sociedad occidental es el reflejo de una hegemonía cultural cristiana y por eso formuló que la estrategia progresista debía sustituir «el sentido común cristiano por el sentido común socialista para conseguir el consentimiento político de sus ciudadanos», es decir estableció una estrategia de adoctrinamiento cuyo fin era hacer dudar a la gente sobre su propia fe, una vez sembrada la duda el proyecto progresista podría llegar al poder sin mayor oposición.
Estas ideas siguieron evolucinonando solapadamente a través por ejemplo, de las diferentes olas de feminismo, en las que se fabricaron relatos como el de la existencia de un «patriarcado» que «oprime» a las mujeres, pero que al final termina oprimiendo a todo lo que existe en este mundo. No hace falta ser muy astuto para darse cuenta que el relato del «patriarcado» marca un camino que va directo a la Iglesia, mientras implicitamente está diciendo que es necesario destruirla para eliminar las opresiones.
Ya en pleno siglo XXI, en una especie de progresismo de tercera generación, estas ideas degeneraron en que hoy se conoce como la religión Woke, la cual ha sido aprovechada y promovida ya no por una izquierda radical, sino por multimillonarios embriagados de poder que se arrogan tener la superioridad moral para dirigir los destinos de la humanidad, a ellos también se les llama globalistas.
Ellos se han dado cuenta de que esta nueva religión ateista que es el wokismo (que según el plan debe sustituir al cristianismo) sirve para confundir y embrutecer a la sociedad a tal punto que les permite manejarla a su antojo. El progresismo en una primera instancia se intentó enmascarar de racionalismo, que supuestamente sustituiría al cristianismo como un sistema filosófico, social, moral, económico, etc. adaptándose así a los nuevos tiempos donde reina la tecnología y los nuevos descubrimientos son la norma, sin embargo la propuesta progreista no tardó en degenerar en un absurso discurso anti-científico al que conocemos como relativismo.
Este discurso progresista ahora pretende relativizar todo según el punto de vista o la percepción de cualquier individuo, de ahí surge la obsesión de promover la ideología de género, que intenta ridiculizar el concepto creacionista de «macho y hembra los creó», por un nuevo concepto en el cual cada quién es capáz de crearse a sí mismo, sin importar el sustrato genético y natural, lo cual sería posible al mutilar los genitales o aplicar terapias de hormonización, es decir cada quién podría ser su propio dios. En el fondo tenemos un claro concepto anticristiano.
Lo mismo lo vemos con la obsesión por promover el aborto, cuyo objetivo no es el de «salvar a una niña que fue violada» o cualquier argumento similar, sino promover que un ejercito de mujeres desafíe el respeto por lo sagrado de la vida que enseña el cristianismo, al decidir que puede «hacer con su cuerpo lo que le plazca». Paradógicamente también contradice el principal de los derechos humanos, que los progresistas tanto dicen defender, que es el derecho a la vida.
Como vemos, uno de los principales arietes que usa el progresismo contra el cristianismo es el feminismo radical, que promueve el relato del patriarcado, el aborto, una lucha entre hombres y mujeres, cuyo fin es el de debilitar a la familia, la estructura básica de la sociedad, donde justamente se transmiten los valores tradicionales a los hijos, en muchos casos, los valores cristianos.
También vemos cómo los medios de comunicación progresistas, constantemente están bombardeando con noticias de curas pedófilos, y los progresistas no se cansan de señalar a pastores que usan la religión para enriquecerse, o padres de familia que dicen llevar una vida muy religiosa, mientras tienen amantes o incluso familias paralelas, entre otras aberraciones del cristianismo.
Esto es así y no se niega, está claro que la hegemonía cultural cristiana no es un sistema perfecto. Pero los mismos valores cristianos critican y juzgan estas conductas para que no se reproduzcan, manteniendo cierto balance y cierto rigor. En cambio el progresismo y su religión woke, ha demostrado que promueve antivalores como la pedofilia, deliberadamente encubre las violaciones que los musulmanes hacen a las jóvenes en Europa. Incluso en México, un magistrado de un tribunal electoral al que se le hizo tanta promoción por ser un travesti, resultó siendo asesinado por su propia pareja homosexual. ¿Serán estos valores moralmente superiores que promueve el progresismo?
Es más, lejos de promover mejoras para las condiciones sociales de la mujer a la que tanto dicen defender, la han deconstruido a tal punto que un hombre puede decir que es mujer para poder usar sus privilegios. Lo hemos visto en todas partes, desde el deporte hasta en las cárceles de los países donde el progreismo ha avanzado más, el objetivo: desvirtuar el concepto tradicional de familia. Esto por no decir cómo en la Unión Europea deliberadamente se promueve el ingreso de musulmanes a su territorio, que curiosamente traen una religión mucho más rigorosa con la mujer e intolerable con los homosexuales, el objetivo: combatir aún más al cristianismo.
Por si fuera poco, el wokismo ha promovido el concepto de «DEI» como una burla más, ya que Dei en latin significa Dios, pero en la religión Woke es el acrónimo de diversisad, equidad e inclusión, es decir la síntesis del progresismo que se puede traducir como la promoción de la ideología de género y la transculturalidad (promoción de otras religiones) para crear antisistemas, el dios de la religión progresista Woke: DEI un intento más de burla de parte de los ideólogos del progresismo. En Guatemala ya vemos casos claros, como cuando se le preguntó a la vicepresidenta Karin Herrera que definiera «qué es una mujer», y aún siendo una bióloga de profesión, tartamudeó unos segundos para pensar qué decir y no traicionar a su religión woke y respondió torpemente «ser mujer es la escencia de lo que somos», ¿algo más woke que eso?: imposible. ¿Dónde quedó la supuesta racionalidad de los «herederos» de la ilustración francesa del siglo de las luces que supuestamente promueven la ciencia?.
Mi conclusión: el progresismo es el sistema político que pese a decirse heredero de las ideas de los filosofos ilustrados del siglo XVIII, degeneró en la religión Woke, con la que pretende desplazar la hegemonía cultural cristiana de la sociedad con una suerte de antivalores que escapan a toda racionalidad. Eso es lo que tenemos, una ideología que intentó sustituir al cristianismo en su ámbito filosófico, moral y social, pero que está fallando estrepitosamente en responder a la pregunta fundamental: la interpretación de la existencia humana.
Publicado en https://posturaimparcial.wordpress.com/2025/02/16/como-el-progresismo-socava-al-cristianismo/