Guatemala de la eterna primavera
Igumeni Inés Ayau
Confiar y respetar la vida, la libertad y los contratos nos hace seres humanos, nos hace ser y construir una sociedad ética, un mundo más amable y más feliz. Es un mundo ético, honesto, decoroso, decente, honrado, íntegro, recto, justo, puro. Así es la definición de la ética en el Diccionario. Esta ética produce confianza, respeto. Es allí donde florecen la vida, la libertad y los contratos, confiados y respetados. Es así que construimos familias y sociedades felices y sanas para todas la edades y todos los grupos diferentes que somos.
No es tan difícil si tomamos una determinada determinación de vivir éticamente y educar a nuestros niños en ese estilo de vida. Si decidimos vivir así entre amigos, vecinos, ciudades y países.
Si vivimos de esa forma no elegiremos autoridades que no toman esa determinada determinación, con una forma de vida distinta; pondremos atención a que los que no quieren vivir así no se nos cuelen en el gobierno ni en nuestras vidas, sino más bien, se contagien del buen vivir. Pues vivir así es vivir bien. No se trata de ideas políticas o partidos de colores diferentes y llamativos, sino de ideas éticas. Esa confianza y respeto de la vida, la libertad y los contratos es la que permite un intercambio necesario e indispensable entre nosotros, de nuestros bienes y servicios, donde todos ganamos aunque no sepamos qué ganan los otros y somos felices que otros ganen. Nos necesitamos unos a los otros para mejorar, no solo para sobrevivir, si no para vivir bien.
Esta ética que es confiar y respetar la vida, la propiedad y los contratos se debe reflejar en nuestras leyes y costumbres. No es tan difícil tener esto presente en nuestra mente y nos ayudará si lo platicamos y practicamos con la familia y amistades. Y por qué no, también en las empresas, en la publicidad. Si somos vigilantes siempre de que estos valores, esta ética, no se pierda sino se enseñe y se viva, tendremos y un país lleno de armonía y será de verdad de la eterna primavera.