Caos y negligencia: el convite de Año Nuevo en Totonicapán deja 53 heridos tras colapso de graderío
La celebración del convite de Año Nuevo en Totonicapán, que debía ser un momento de tradición y alegría, terminó en tragedia. Un graderío metálico, instalado en el salón de usos múltiples de la cabecera municipal, colapsó dejando 53 personas heridas, entre ellas 22 menores de edad.
Redacción
Aunque los organizadores aseguran que el colapso no se debió a una sobrecarga, las versiones de los testigos contradicen esta narrativa. Según asistentes, la estructura metálica presentaba signos evidentes de deterioro y un armado deficiente. Estas declaraciones han encendido las alarmas sobre la posible negligencia detrás de este accidente, que pudo haber cobrado vidas.
Los Bomberos Voluntarios y Municipales Departamentales acudieron rápidamente al lugar para trasladar a los heridos al Hospital General de Totonicapán «José Felipe Flores». Aunque la mayoría de los afectados fueron dados de alta, cinco personas permanecen hospitalizadas debido a la gravedad de sus lesiones.
En un comunicado oficial, los organizadores lamentaron lo ocurrido y anunciaron la suspensión de la cuarta presentación del evento «por seguridad». Sin embargo, esto no basta para calmar las críticas. Durante una conferencia de prensa, intentaron minimizar lo sucedido, insistiendo en que «la estructura no estaba sobrecargada» y que el evento debía continuar.
Esta postura ha generado indignación entre los habitantes de Totonicapán, quienes cuestionan la responsabilidad de los organizadores al ignorar las señales de un potencial desastre.
Hasta el momento, las autoridades locales han iniciado una investigación para determinar si el graderío cumplía con las normas de seguridad requeridas. Este incidente no solo expone fallos organizativos, sino también la falta de regulación en eventos públicos, poniendo en riesgo a cientos de asistentes.
El convite de Año Nuevo es una de las tradiciones más esperadas en Totonicapán, pero este lamentable episodio deja un sabor amargo en la comunidad. Más allá de las palabras de solidaridad, los afectados y sus familias exigen respuestas claras y responsabilidades. Las autoridades tienen ahora el deber de esclarecer los hechos y garantizar que algo así no vuelva a ocurrir. Porque la fiesta no puede continuar sobre los escombros de la negligencia.