Llorarás Guatemala
Cecilio Peláez
Con mucho entusiasmo y con suficientes antecedentes frustrantes, los guatemaltecos participamos en el proceso electoral durante el año 2023.
Básicamente con la esperanza de partir de cero el 14 a las 14, después de los fracasos del PP, UNE, FCN para poder iniciar, con mesa sucia pero posible de limpiar y desinfectar, la construcción de una nueva nación.
La nación que todos nos merecemos y estamos dispuestos a edificar sobre los despojos en que la politiquería nos ha dejado.
Luego vino lo increíble, los partidos políticos privilegiaron la escogencia de candidatos a diputados dentro de una gama corrupta pero con posibilidades de proveer suficientes aportes económicos para sostener una campaña política costosa.
Costosa porque han corrompido, cada cuatro años con más vehemencia, la conciencia cívica de los líderes locales.
Costosa, porque las comunidades requieren eventos especiales en cada presentación de un candidato, eventos que por su naturaleza, rebasan la débil e insustancial propuesta de gobierno de quienes pretenden alcanzarlo.
Sin embargo, dada le experiencia en sondeos electoreros acumulada por la población en docenas de elecciones, aún había esperanza que el triunfo para presidente en la primera vuelta recayera, en lo menos peor.
Ahí vino el desconsuelo.
Un desconocido personaje, desconocido a pesar de haber estado cuatro años calentando la silla del congreso, aparece, ante el asombro de la nación, entre los dos primeros, como una burla incomprensible a la inteligencia y voluntad de la población.
Personaje este, que había conducido una campaña mediocre con discursos incoherentes, a veces de izquierda populista, a veces de analfabeta político. Así, llegó a la presidencia contra viento y marea, movilizando población rural asalariada y paralizando por un mes el país.
Pero había otra esperanza, el partido Semilla, que lo postuló, solamente logró llevar al congreso uno pocos diputados así es qué, con los defectos ya conocidos, la potencial oposición era mayoría aplastante.
El mismísimo 14 de enero, cuando todos creíamos tener mayoría en el congreso, nuestros representantes dan la primera muestra de traición, inestabilidad ideológica, inconsecuencia con su distrito electoral y majestuosa corrupción, venden sus votos y, aunque ya saben que el partido semilla está suspendido por orden de juez competente, eligen para dirigir el congreso, descarada y fraudulentamente , una junta directiva encabezada por miembros de ese partido político.
Junta directiva que fuera de horario y fecha, dio posesión del cargo al señor Arévalo.
Para elegir una nueva junta directiva que cumpliera con los requisitos legales, de nuevo nuestros representantes venden su voto para posesionar a marionetas de semilla.
Así hemos venido observando el comportamiento corrupto y delictuoso de los diputados, con muy pocas excepciones, al extremo de que, para aprobar la ampliación presupuestaria en más de 14 mil millones, el nuevo presupuesto de ingresos y egresos de la nación y otras de interés político, el gobierno compra la voluntad política de la mayoría parlamentaria otorgándoles “obras” sin saber cuáles ni dónde, por un monto no menor a 30 millones de quetzales.
Queda suficientemente claro que esto va dedicado directamente a corromper más la administración de los recursos del Estado, luego padecemos obras mediocremente ejecutadas por supuesto sobrevaloradas que se destruyen en corto tiempo.
Mientras los partidos políticos se financien vendiendo las casillas dentro de la papeleta electoral, seguiremos llevando al congreso verdaderos rufianes qué, primero se esfuerzan por recuperar su inversión y luego a incrementar sus activos hasta que la mochila reviente.
¿Que podemos esperar entonces de la soñada modificación a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, así como otras leyes que urgen para mejorar la calidad de vida de los guatemaltecos?